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La fórmula matemática que revela hasta qué punto el dinero nos da la felicidad
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RELACIÓN LOGARÍTMICA

La fórmula matemática que revela hasta qué punto el dinero nos da la felicidad

La expresión “El dinero no da la felicidad… pero cómo ayuda” podría ser falsa. Si te gustan las matemáticas, coge papel y lápiz porque puedes calcular cuánto necesitas para ser feliz

Foto: Pero hay un límite en el que ganar más dinero no nos hará felices (Pixabay)
Pero hay un límite en el que ganar más dinero no nos hará felices (Pixabay)

Dejando fuera condiciones filosóficas o espirituales, es innegable que el dinero es “un medio para que la gente viva una vida decente”. Así empieza su estudio Jan-Emmanuel De Neve, un catedrático de Economía y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Oxford. Sin embargo, cuanto más ricos somos es más difícil conseguir felicidad.

Es una fórmula logarítmica. Si una persona cobra al año 20.000 euros y consigue duplicar sus ingresos, indudablemente será feliz. Pero, si ahora cobra 40.000, no tendrá la misma satisfacción si consigue otros 20.000 euros más en la nómina, explica De Neve en El Observador.

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Para moverse en los mismos “parámetros de felicidad”, el afortunado individuo de nuestro ejemplo debería, por lo menos, duplicar ese sueldo: tendría que cobrar 80.000 euros al año, luego 160.000... ¿Así hasta el infinito?

Esta fórmula tiene un límite, según advierte De Neve. Y lo ha calculado: unas 120.000 libras inglesas (más de 135.000 euros). A partir de ahí, se llega a “una meseta”: “Ya no se detectará una relación estadísticamente significativa entre más dinero y más satisfacción de vida”. Solo ahí sería cierto el refrán del dinero no da la felicidad.

Pero hay más factores: no es lo mismo ganar que perder

También De Neve ha calculado la felicidad no solo cuando se gana dinero, sino también cuando lo perdemos. De hecho, somos infelices en mayor medida cuando nos vamos arruinando que la felicidad que nos aporta irnos enriqueciéndonos.

Cuando ganamos más dinero se cumple la denominada fórmula de rendimientos emocionales decrecientes (necesitamos ir acaparando cada vez sumas más grandes). Sin embargo, ocurre lo contrario cuando lo perdemos: es lo que denominan “la aversión a las pérdidas”. Según De Neve, “el bienestar es dos veces más sensible a la pérdida de ingresos o de poder adquisitivo comparado a una ganancia equivalente".

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Pero volvemos a centrarnos en “el pobre multimillonario” al que cada vez le cuesta más moverse en los mismos niveles de felicidad. ¿Debería contentarse con no perder dinero? Hay otros estudios que demuestran que, cuando ya tienes tus necesidades básicas cubiertas, puedes aumentar tu bienestar con otros factores.

Mark Williamson, director de la organización Action for Happiness (Acción por la felicidad), enumera como “potenciadores de felicidad” cultivar buenas relaciones en la comunidad, ser parte de algo “más grande que nosotros mismos”, tener resiliencia ante los imprevistos desafiantes de la vida y ser una persona autónoma (con pleno control sobre las opciones de vida).

Si partimos de una sociedad más igualitaria en lo económico, podremos calcular el nivel de bienestar de la población, asegura De Neve. Así, se puede hacer un ranking de las naciones más felices: en cabeza encontraríamos a los países nórdicos. Allí, según estos autores, los denominados estados del bienestar brindan “una especie de seguridad psicológica”, ya que se tiene plena confianza en las políticas sociales de los gobiernos.

Dejando fuera condiciones filosóficas o espirituales, es innegable que el dinero es “un medio para que la gente viva una vida decente”. Así empieza su estudio Jan-Emmanuel De Neve, un catedrático de Economía y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Oxford. Sin embargo, cuanto más ricos somos es más difícil conseguir felicidad.

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