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“No pasearse por heladerías”, las ridículas cláusulas del contrato de una maestra de 1923
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“No pasearse por heladerías”, las ridículas cláusulas del contrato de una maestra de 1923

Hace tan solo 100 años, las cosas eran muy diferentes en España, hasta el punto de prohibir casarse a las maestras para conservar su puesto de trabajo

Foto: “No pasearse por heladerías”, las ridículas cláusulas del contrato de una maestra de 1923 (Freepik)
“No pasearse por heladerías”, las ridículas cláusulas del contrato de una maestra de 1923 (Freepik)

Hace tan solo 100 años, nuestra sociedad no era tan igualitaria. Las mujeres se encontraban con muchas trabas para todo, necesitaban el permiso de un varón de su familia (marido, padre o hermano, por ejemplo) para hacer ciertas cosas, y no hablemos ya de los códigos de conducta implícitos que existían.

Una usuaria de Twitter, Diana Rubio, ha compartido en su perfil una imagen donde se pueden leer las cláusulas de un contrato de una profesora de 1923. La publicación se comparte con el siguiente texto: “¿Os imagináis este contrato en pleno 2023? Ejemplo perfecto de los hitos conquistados en un siglo”. Y es que no es para menos, cada una de las oraciones del contrato es más surrealista que la anterior.

En total se pueden leer 14 normas que una profesora debía cumplir a rajatabla para poder dar clases en un colegio y no ser despedida. La primera regla era “no casarse”, sin más. Y si la profesora contraía matrimonio, el contrato quedaba “automáticamente anulado y sin efectos”. La segunda regla era la prohibición de ir con hombres. La tercera era un toque de queda, la profesora no podía salir de casa entre las 20 horas y las 6 de la mañana, a excepción de sus tareas de enseñanza.

Inexistencia de derechos

Una maestra tampoco podía ir a las heladerías del centro ni salir de la ciudad sin el permiso del Presidente del Consejo de Delegados, como si fuese una reclusa del colegio (reglas 4 y 5). Tampoco podía fumar tabaco ni beber alcohol (reglas 6 y 7). Como dictaba la norma 8, una profesora en 1923 tampoco podía viajar en coche con un hombre que no fuese su padre o hermano (porque no podían tener marido).

Tampoco podía viajar en coche con un hombre que no fuese su padre o hermano

Por supuesto, no podían faltar las normas de vestimenta (9, 10, 11 y 12), donde se les indicaba que debían llevar al menos dos enaguas y se les prohibía vestir ropas de colores brillantes, teñirse el pelo, llevar la falda a más de cinco centímetros por encima del tobillo. Tampoco podían maquillarse (norma 14).

Y la única cláusula referente a su trabajo como maestra era el punto 13, donde se le indicaba que debía barrer el aula todos los días, fregar el suelo una vez a la semana con agua caliente, limpiar la pizarra una vez al día y encender el fuego a las 7 de la mañana para que el aula estuviese caliente a las 8 cuando llegasen los niños. Nada referente a la enseñanza en sí o a las habilidades de la maestra como profesional de la educación. Esto nos enseña todo lo que hemos avanzado en materia de derechos humanos, todo lo que no podemos perder y todo lo que aún nos falta.

Hace tan solo 100 años, nuestra sociedad no era tan igualitaria. Las mujeres se encontraban con muchas trabas para todo, necesitaban el permiso de un varón de su familia (marido, padre o hermano, por ejemplo) para hacer ciertas cosas, y no hablemos ya de los códigos de conducta implícitos que existían.

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