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¿Eres de esos adultos que duermen con peluche? Nada de vergüenza, la psicología te respalda
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¡Tan blanditos que me quiero morir!

¿Eres de esos adultos que duermen con peluche? Nada de vergüenza, la psicología te respalda

Un peluche puede ser cualquier cosa, desde el mítico oso hasta otro animal, la representación de un objeto o un mero trozo de tela. Lo que sea que resulte reconfortante cuando nuestro cuerpo necesita abrazarse al tacto de algo reconocible

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A quién no le puede gustar un peluche. Blanditos, suaves, agradables y adorables, estos son probablemente los juguetes más populares de todos los tiempos, y lo seguirán siendo porque, pase el tiempo que pase, los peluches no tienen edad, en todos los sentidos. Por supuesto que ellos pueden envejecer, y bastante mal por desgracia si acaban abandonados o dejados en cualquier rincón de una casa durante décadas. Se ensucian, se rompen, pierden partes y van desfigurándose si no los cuidamos como es debido. Nos referimos, sin embargo, a la edad de sus "dueños".

Un peluche puede ser cualquier cosa, desde el mítico oso hasta otro animal, la representación de un objeto o un mero trozo de tela. Lo que sea que resulte reconfortante cuando nuestro cuerpo necesita abrazarse al tacto de algo reconocible. Usado en este sentido para ayudar a encontrar el sueño, podemos incluso reconocerlo como parte de la rutina de noche habitual pues son, además, compañía en la penumbra desde que nos toca enfrentarnos a ella.

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Y cuando más apego existe entre ambos, se produce el abandono. Ya lo expone la saga de Toy Story: a partir de los 10 o 12 años, especialmente cuando comenzamos la etapa educativa vinculada a la adolescencia, una norma de las tantas no escritas nos obliga a desprendernos de todo lo que suponga entendernos como niños. De no hacerlo, las burlas de los demás parecen aseguradas. ¿Recuerdas la última vez que dormiste con tu peluche? ¿El momento en que reuniste a todos tus juguetes en una caja? ¿Recuerdas acaso todos tus juguetes?

Una gran ventaja

Hay adultos que no tienen que recordar, porque los juguetes siguen formando parte de su presente. Efectivamente, nunca se han desprendido de su peluche, y no es que lo guarden con delicadeza y lo limpien de vez en cuando, es que este forma parte de su día a día (y por supuesto de sus noches). Si eres una de esas personas, estás de enhorabuena. Por fin, la ciencia ha reconocido que no hay nada de malo en cumplir años con un peluche bajo el brazo. De hecho, puede ser una gran ventaja.

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Según un artículo publicado en la revista francesa Magic Maman en febrero de 2021, nada de avergonzarse de tu gusto por los peluches, o de vínculo con ese que por suerte te acompaña desde pequeño, o de tu necesidad de tener uno. La publicación, en concreto, señala el análisis de la psicóloga Gwénaëlle Perisaux, autora del libro Sanando las heridas del apego: Aprendiendo a construir vínculos pacíficos.

Según Perisaux, un peluche generalmente ayuda a hacer la transición entre lo que se considera una zona de confort y lo que queda fuera de esta, es decir, lo desconocido. Además, también es un objeto que simboliza la protección. En este sentido, en comparación con los niños, los adultos atribuyen mucho menos ciertos "poderes mágicos" a su peluche, ¿pero y qué?

Adiós al estigma y la vergüenza

Gracias al tacto y al olfato, este objeto es capaz de mantener nuestro cerebro en el lado tranquilizador y reconfortante sin necesidad del componente fantástico. Dichos sentidos son muy potentes en la construcción identitaria de las personas y, en general, en su conciencia, así que cumplen un papel principal en nuestro emocional.

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El peluche puede, por tanto, con su simple presencia, aliviar ciertos estados de estrés derivados por ejemplo de un acontecimiento como una mudanza, un cambio de trabajo o incluso una ruptura, y por supuesto de cambios traumáticos en nuestra vida.

Persiaux también especifica que subestimamos el número de personas de entre 25 y 35 años, en una media aproximada, que todavía tienen su peluche. Además, algunos todavía duermen con él. Respecto a la vergüenza que uno puede sentir, la psicóloga explica que no tiene nada de anormal sentirse estresado cuando se produce un cambio en la vida. Según explica esta especialista, entre sus pacientes con más de cuarenta años, muchos dicen que todavía tienen un peluche, un paño o algo similar.

A quién no le puede gustar un peluche. Blanditos, suaves, agradables y adorables, estos son probablemente los juguetes más populares de todos los tiempos, y lo seguirán siendo porque, pase el tiempo que pase, los peluches no tienen edad, en todos los sentidos. Por supuesto que ellos pueden envejecer, y bastante mal por desgracia si acaban abandonados o dejados en cualquier rincón de una casa durante décadas. Se ensucian, se rompen, pierden partes y van desfigurándose si no los cuidamos como es debido. Nos referimos, sin embargo, a la edad de sus "dueños".

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