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Se metió en un contenedor a jugar y terminó a más de 3.000 kilómetros de su casa
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Se metió en un contenedor a jugar y terminó a más de 3.000 kilómetros de su casa

Un niño de Bangladesh estuvo a punto de morir después de pasar seis días encerrado en un contenedor de transporte en el que se metió mientras jugaba

Foto: El niño tuvo suerte porque estos buques pueden permanecer semanas en altamar (EFE/Sader)
El niño tuvo suerte porque estos buques pueden permanecer semanas en altamar (EFE/Sader)

El pasado martes 17 de enero, los trabajadores del puerto de Klang, en Malasia, descubrieron algo poco habitual. Estaban descargando los contenedores de un buque cuando se encontraron con un niño en su interior. Su primer pensamiento fue que se trataba de una víctima de organizaciones de tráfico de seres humanos, pero nada más lejos de la realidad.

El niño estaba aturdido y no entendía nada de lo que le decían las personas que estaban a su alrededor. Se encontraba demacrado y en malas condiciones higiénicas y de salud, por lo que decidieron llevarlo a un hospital para ser sometido a un reconocimiento médico. Allí descubrieron que se llamaba Fahim y que estaba a más de 3.000 kilómetros de su casa.

La historia se ha hecho viral después de que uno de los trabajadores subiera un vídeo a TikTok, donde ya alcanza los 4 millones de reproducciones. Ahí se puede ver cómo el niño sale del contenedor completamente confundido y en un estado físico deplorable. Afortunadamente, su juventud le permitió soportar casi una semana encerrado en ese contenedor sin agua ni comida.

Se escondió jugando

Tal y como ha relatado de The Saily Star, la historia de Fahim comienza seis días antes en la ciudad de Chittagong, en la costa de Bangladesh. El niño, de unos 15 años, estaba jugando en el puerto cuando se escondió en un contenedor de transporte. De repente se quedó encerrado y ese contenedor fue colocado en un buque que iba a partir al día siguiente para recorrer 3.000 kilómetros durante cuatro días hasta el puerto malasio de Klang.

Foto: Momento de la detención de algunos componentes del grupo organizado. (Guardia Civil)

Cuando llegaron a su destino, y aún esperando para atracar en Malasia, los trabajadores del barco comenzaron a escuchar ruidos que procedían de una de las zonas de contenedores. Tras informar al capitán, este lo puso en conocimiento de las autoridades del puerto, que decidieron llevarlo a un atraque de emergencia para proceder al desembarque.

Después de descargar 6 o 7 contenedores sin resultado, por fin escucharon ruidos procedentes de otro contenedor que se abrió rápidamente, encontrando a Fahim. La suerte estuvo de su parte porque este tipo de buques pueden llegar a pasar semanas o meses en el mar, lo que habría significado su muerte segura al carecer de comida ni agua. Ahora, se recupera en el hospital antes de que pueda regresar a su casa.

El pasado martes 17 de enero, los trabajadores del puerto de Klang, en Malasia, descubrieron algo poco habitual. Estaban descargando los contenedores de un buque cuando se encontraron con un niño en su interior. Su primer pensamiento fue que se trataba de una víctima de organizaciones de tráfico de seres humanos, pero nada más lejos de la realidad.

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