Es noticia
Magia en la sombra: homenaje al cuerpo de élite del ejército español del que nunca hablamos
  1. Alma, Corazón, Vida
Historia

Magia en la sombra: homenaje al cuerpo de élite del ejército español del que nunca hablamos

Actuaron sin intervenir directamente en los lances de guerra abiertos en los que los diferentes contendientes en liza se vieron involucrados. Invisibles y, a la vez, muy presentes; una extraña paradoja

Foto: Ejército de tierra español (Fuente: iStock)
Ejército de tierra español (Fuente: iStock)

Solo los muertos han visto el final de la guerra.

Platón.

Como lego en la materia, no pretendo hacer un artículo erudito, pero si basado en el reconocimiento, agradecimiento y respeto a una rama del ejército español que, a lo largo de la historia, desde el mismo instante en que América fue descubierta a los ojos de los europeos, actuaron en la sombra, sin intervenir directamente en los lances de guerra abiertos en los que los diferentes contendientes en liza se vieron involucrados. Al fin y al cabo, eran un cuerpo de elite invisible y, a la vez, muy presente; una extraña paradoja.

Entendiendo que la ingeniería en su conjunto es un arte que roza la magia por el ingenio que comporta (Apolodoro de Damasco y su increíble puente de Trajano, Imhotep y su espectacular Pirámide de Saqqara, Da Vinci, el indescriptible polímata, Leonado Torres Quevedo, un adelantado a su tiempo, etc.) podemos deducir que los ingenieros son magos. Obras de ingeniería como el Triliton de Baalbek, la Puerta del Sol de Tiahuanaco, los centenares de pirámides tan similares emplazadas en distantes y distintas latitudes, el acueducto de Segovia, la muralla romana de Lugo, han dejado pasmados a millones de viajeros a lo largo de la historia conocida.

Foto: Vikingos en las Rías Vaixas. (Wikipedia)

Desde que en el siglo XVI, la enorme magnitud de aquel impresionante imperio que fuimos comienza a demandar la intervención de estos humanistas eclécticos, cartógrafos, artistas y teóricos versados en matemáticas, cosmografía y mucho más; lo bello y lo útil se conjugan para dejar una huella favorable en el tiempo y demostrar que esta atribulada especie animal es capaz de crear fantasía a una escala indeterminada según que referencias se usen.

Ingenieros navales, especialistas en minas, fortificaciones, caminos, puentes, etc. fueron parte de esa elite proveniente de nuestros territorios en aquella parte de la futura Italia administrada por la Corona de Aragón y de las enseñanzas propagadas por el Renacimiento y su miríada de apóstoles. El gran monarca Felipe II, rey de España, Inglaterra, virreinatos a tutiplén y de tierras de largo enumerar, embutido en su permanente fidelidad al color negro y mimetizado tras su adusto gesto, dinamiza a lo largo y ancho del imperio un sinnúmero de escuelas en las que estas disciplinas dan un salto espectacular en cantidad y calidad.

La época imperial no deja de ser un estado de guerra casi permanente, con los muchos pretendientes a enriquecerse, por lo general, con la manida herramienta de la piratería y, por ende, entre ellos y cum laude, los mayores especialistas en el género de la levitación de lo ajeno, los ingleses. En lo que concierne a los asuntos militares y especialmente a lo relativo a las fortificaciones, bastiones o baluartes, tenemos al hombre que salvó Cádiz en varias ocasiones, Cristóbal de Rojas, que también tuvo proyección allende los mares.

placeholder Sitio de Gravelinas, donde se produjo la batalla de Gravelinas, victoria de Felipe II sobre las tropas francesas (Fuente: Wikimedia)
Sitio de Gravelinas, donde se produjo la batalla de Gravelinas, victoria de Felipe II sobre las tropas francesas (Fuente: Wikimedia)

En aquel tiempo hubo, no cabe duda, intrusismo asociado a la picaresca y el hambre. Era frecuente el choque entre el aprendizaje académico y la afirmación con currículos falsificados burdamente intentando demostrar oficio a raudales o experiencia empírica contrastada. Muchos albañiles se hicieron pasar por esmerados ingenieros y de idéntica manera sus apuestas acabaron en el calabozo o en la más paupérrima de las miserias.

Caso curioso fue el de Martín de la Haya, un carpintero metido a mayores que se estrelló contra la justicia por su exceso de celo en su marketing del engaño. Ocurrió que, haciendo literalmente una chapuza para canalizar aguas desde un manantial en un predio próximo a Burgos, calculó a ojímetro un acusado desnivel saltándose a la torera las mediciones proporcionadas por el licenciado en matemáticas Andrés García de Céspedes. Huelga decir que tras pasar unos días a la sombra y mostrar una espectacular alopecia galopante, los alguaciles lo dejaron en paños menores y sin sus exiguas pertenencias.

En lo que respecta al famoso tema de hacer 'Las Indias', en algunos momentos aquellos pagos parecían un gallinero de navajeros.

" Las reglas de oferta y demanda no estaban sincronizadas a la velocidad a la que crecía el imperio"

La carencia de mano de obra cualificada hacía que se multiplicase la meritocracia impostada. Los ingenieros de verdad no querían correr riesgos sin tener protección o garantías de que su trabajo fuera remunerado en tiempo y forma y de paso se les garantizara la integridad física que no era moco de pavo. La expulsión de los judíos con su tradicional esmero por transferir una buena educación a sus churumbeles, pasaporte universal ante las adversidades, generó una ola de demanda cualificada, prácticamente imposible de atender. Las reglas de oferta y demanda no estaban sincronizadas a la velocidad a la que crecía el imperio.

Y ahí entró en escena la Iglesia

El clero peninsular, fundamentalmente y luego el transatlántico, sirvió de correa de transmisión para proporcionar clérigos con un nivel de muy alta preparación y, sobre todo, los jesuitas. Vocación de servicio a la comunidad, un costo casi ridículo frente a los “doctorados” italianos del norte – Milán y Lombardía-, y las excelentes relaciones con el estado, fueron los impelentes para la entrada en escena de la sacra institución. En el momento de fusión con nuestra nación hermana, Portugal, aparece el enorme Juan Vicencio Casale, especialista en las más sólidas fortificaciones cuya reputación era del dominio público. Otro caso, el de Francisco Tembleque, nos recuerda que no solo los romanos hacían acueductos, el colosal de Cempoala era una maravilla en medio del virreinato de Nueva España.

El suma y sigue excluye a relevantes figuras, pero incluye a los ingenieros napolitanos a la sazón bajo dominio de La Corona. Ambrosio Mariano Azaro es el paradigma de lo errática, asombrosa y sorprendente que puede ser la vida. Referencia espiritual para los tercios, acusado en la corte polaca de un crimen que no había cometido por un tema de rencillas palaciegas y amigo cualificado de la increíble mística Teresa de Jesús. Instalado en el eremitismo por un tiempo tras tantos sustos y referente de importancia capital en el Concilio de Trento (1545 - 1563 ), su enorme reputación como ingeniero hidráulico lo acercó a la corte de Felipe II no sin despertar numerosas envidias.

Foto: Fuente: iStock

En la América hibrida del mestizaje (la palabra colonización tiene muchas connotaciones) no conocían la rueda hasta que llegaron los conquistadores barbudos. Bien es cierto que los avanzados incas habían construido calzadas de un nivel parejo en calidad (Camino del Inca) que no en duración (en aquellos pagos los terremotos no dejaban títere con cabeza).

Por aquel entonces se abordaron obras de una envergadura y dificultad casi insuperable, donde la imaginación de los ingenieros era puesta a prueba cado dos por tres.

La historia de la ingeniería sufre una fractura conceptual y formal. Las viejas ideas quedan subsumidas ante la creciente demanda de las exigentes necesidades de los nuevos retos, como es el caso de la guerra, quizás la mayor transformadora del desarrollo de la humanidad. De ello, nace la que probablemente sea la mayor y más compleja fortificación conocida hasta el momento, la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña.

Construida en el siglo XVIII, dominaba La Habana junto a otra no menos impactante, la del Morro. Esta última, protegía la ciudad con unas garantías en apariencia insuperables. Lamentablemente, en un lance bien urdido por los ingleses, caería para posteriormente ser canjeada en 1763, en uno de esos extraños vaivenes de la historia, por la Florida. En su momento fue la fortificación más grande de toda América.

Los ingenieros hicieron su trabajo, los soldados y oficiales el suyo. Una epopeya sin duda.

Solo los muertos han visto el final de la guerra.

Historia de España