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Los hábitos que debemos eliminar para mantener sano nuestro cerebro
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Los hábitos que debemos eliminar para mantener sano nuestro cerebro

Cuando de cuidar nuestro organismo se trata prevalece la idea de hacer ejercicio y llevar una dieta saludable para mantenernos en óptimas condiciones, pero con esto solo no basta

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Se acerca el final de un año y, con él, los nuevos propósitos para el que entra. Una lista cargada de intenciones en la que no puede faltar el cuidado de nuestra salud. Que si nos hemos pasado comiendo dulces durante las fiestas, que si no acabamos de dejar de fumar, o el clásico: otro año en el que nos apuntamos al gimnasio para no pisarlo nunca.

A menudo, cuando de cuidar nuestro organismo se trata prevalece la idea de hacer ejercicio y llevar una dieta saludable para mantenernos en óptimas condiciones. Con eso, creemos, nos basta para conseguir este objetivo tan comúnmente buscado. Sin embargo, ambos objetivos conllevan otros pequeños pasos que habría que instalar de manera constante en nuestras rutinas, pero que solemos pasar por alto.

Foto: Si quieres aprobar un examen, da descansos al cerebro (iStock)

Nos lanzamos a experimentar los regímenes alimenticios de moda, desde la famosa dieta keto o el llamado ayuno intermitente, e intentamos probar suerte con actividades deportivas nuevas que nos llenen de energía. Y, mientras tanto, ¿quién se encarga de mantener nuestro cerebro saludable? De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen al menos nueve hábitos que causan enorme daño a la máquina más importante de nuestro cuerpo, la misma que nos permite estar activos.

Saltarte el desayuno

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El desayuno debe constituir entre el 15 y 25% de nuestra energía diaria. Sin restarle importancia al resto de comidas que se realizan en el día y que contribuyen a configurar la calidad de la dieta general de una persona, lo primero que ingerimos al despertarnos rompe una situación de ayuno mantenida durante un tiempo considerable (desde la última ingesta del día anterior), por lo que supone una reorientación de los procesos metabólicos: se pasa de utilizar las grasas como fuente de energía a emplearse con preferencia la glucosa.

Aunque mantener durante más tiempo una situación de ayuno afecta más a colectivos como los niños, como explican desde el Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Facultad de Farmacia de Universidad Complutense de Madrid, ya que su capacidad de adaptación es menor, nadie debería saltarse este momento de la jornada.

Acostarse muy tarde

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A corto plazo, el tener un sueño inadecuado puede afectar el humor y la concentración. Es cada vez más común escatimar en esta necesidad del cuerpo, intentando sobre todo rascar horas al día para dedicarlas al ocio que las largas jornadas laborales no nos permiten. Algunas personas están dispuestas a lidiar con un poco de mal humor para conseguirlo en algún momento.

Sin embargo, como explican desde el Miami Cardiac & Vascular Institut, la falta de sueño a largo plazo se ha visto asociada con una amplia gama de consecuencias indeseables que afectan a la salud cardiovascular, la presión sanguínea, la obesidad, la diabetes, la salud mental y la función inmunológica.

Usar gorro y calcetines para dormir


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Es simple: cuando uno duerme con la cabeza cubierta, aumenta la concentración del dióxido de carbono en el cerebro. En cuanto a usar calcetines, si tenemos problemas de circulación no nos ayuda a mejorar el retorno venoso y la sangre tarda más en llegar desde los pies al corazón.

Fumar, da igual cuándo

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Está demostrado que fumar en exceso promueve la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o la demencia senil. Los fumadores tienen un riesgo significativamente mayor de padecer estas enfermedades que el resto de la población. Según los propios datos recogidos por la Organización Mundial de la Salud en 2014, hasta un 14% de los casos anuales de demencia a nivel mundial podría atribuirse a este hábito.

Consumir bebidas alcohólicas

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El consumo excesivo de alcohol causa una disfunción aguda y crónica del cerebro, nada nuevo, pero precisamente por eso se nos olvida. La ingesta de sustancias de este tipo mata a largo plazo a las neuronas y reduce la velocidad con la que se transmiten los impulsos nerviosos al cerebro, llegando a producir trastornos en el sistema nervioso central y alteraciones en la memoria y en las funciones intelectuales como cálculo, comprensión y aprendizaje.

Se acerca el final de un año y, con él, los nuevos propósitos para el que entra. Una lista cargada de intenciones en la que no puede faltar el cuidado de nuestra salud. Que si nos hemos pasado comiendo dulces durante las fiestas, que si no acabamos de dejar de fumar, o el clásico: otro año en el que nos apuntamos al gimnasio para no pisarlo nunca.

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