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Cuando Al Capone te secuestraba a punta de pistola para que tocases el piano
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Cuando Al Capone te secuestraba a punta de pistola para que tocases el piano

En plena ley seca, al pianista Fats Waller lo metieron en una limusina a punta de pistola para llevarlo a tocar en el cumpleaños del capo mafioso. Eso sí, a 1.680 dólares por canción

Foto: Fats Waller al piano.
Fats Waller al piano.

Corrían los locos años 20 en la ciudad de Chicago, en EEUU. Oficialmente, las calles estaban libres de alcohol (la infame Ley Seca estaba en pleno vigor) pero las calles de la ciudad a orillas del lago Michigan no eran abstemias gracias a la labor del crimen organizado, encabezado (desde 1925) por Al Capone. En este submundo de ilegalidad, clubes de Jazz y whisky de estraperlo (excesivamente romantizado un siglo después, con total seguridad), músicos talentosos como Fats Waller vivían una edad de oro.

Thomas Wright Fats Waller nació en Nueva York en 1904. Hijo de una pianista y un sacerdote camionero, empezó a los 6 años de edad (como explica en su biografía Maurice Waller, su hijo) a tocar el piano, pasándose luego al órgano que tocaba en la iglesia de su padre. A los 15 dejó el instituto porque fue contratado por el Lincon Theatre del barrio neoyorquino de Harlem para ser su organista. A los 18 años de edad ya había compuesto sus primeras piezas: Muscle Shoals Blues y Birmingham Blues.

Durante la primera mitad de los años 20, Waller se convirtió en una de las grandes figuras del Jazz de la época, colaborando con pesos pesados como Nathaniel Shilkret, Adelaide Hall o Gene Austin y, aunque disputado, componiendo algunos estándar de jazz como I Can't Give You Anything but Love, Baby, pero cediendo la autoría a terceros, en este caso a Jimmy McHug y Dorothy Fields. Así lo defiende el hijo del pianista en la biografía publicada en 1977, pero más allá de una foto borrosa con lo que se supone que es un papel en el que hay escrita una partitura, no hay pruebas.

placeholder Hotel Sherman, de donde salía Fats el día que lo secuestraron.
Hotel Sherman, de donde salía Fats el día que lo secuestraron.

A pesar de eso, Fats Waller era un compositor prolífico al que se le atribuyen más de 400 composiciones, entre las que destacan dos: Ain't Misbehavin' y Honeysucke Rose (aunque no llegarían hasta finales de la década de los años 20, cuando Waller ya era más que exitoso). Estas son solo algunas de las razones de que se pasase semana sí y semana también viajando por EEUU (principalmente a Chicago y Los Ángeles) para actuar en teatros, clubs y hoteles.

placeholder Fotograma de la Película Stormy Weather de 1943.
Fotograma de la Película Stormy Weather de 1943.

Es aquí donde una de las historias más particulares de la corta vida del pianista. Tras una actuación en 1926 en el hotel Sherman (lo que actualmente, tras su demolición en 1980, es el James R. Thompson Center), cuatro personas (según el hijo del pianista, dos según otras fuentes), vistiendo de traje, lo metieron en una limusina a punta de pistola. Sin decirle una sola palabra a Fats Waller, lo condujeron hasta lo que por entonces eran las afueras de Chicago, el barrio de East Cicero (que dos mafiosos te llevasen a las afueras no era buena cosa) y lo metieron en la Hawthorne Inn, el hotel y sala de fiestas del mismísimo Al Capone.

Todavía a punta de pistola, hicieron que Waller se sentase al piano y empezase a tocar. Era una fiesta (supuestamente el cumpleaños de Al Capone) que se extendió un total de tres días en los que, en los momentos de bajón, Fats dormía sentado en la banqueta del piano.

Según explicaba uno de los mejores amigos de Waller, el saxofonista y clarinetista de jazz Edward Emanuel Barefield, "Fats era capaz de sentarse al piano y tocar dos días seguidos sin dormir, siempre y cuando tuviese un par de galones de whisky de contrabando para beber. Después, solo tenía que dormir dos días seguidos y como nuevo". Podemos asumir que Fats, por asustado que estuviera al principio, le dio un poco al whisky de contrabando en la fiesta de cumpleaños de Al Capone (de la que se dio cuenta horas después de llevar tocando, según explica su hijo, al ver a alguien con una cicatriz muy grande en la cara).

Y a Waller no solo le compensaban con el alcohol, sino que, según narra en una biografía Anthony Calabrese, los mafiosos le daban a Waller un billete de 100 dólares por canción (el equivalente hoy en día de 1.681 dólares —o 1.561€—) y durante esos 3 días le dieron varias decenas de billetazos con lo que Fats Waller salió considerablemente más rico de esa fiesta.

Foto: 3 obras maestras (recuperadas) del jazz

Según cuenta su hijo, tras dar por finalizada oficialmente la fiesta, los gánsteres metieron a Waller otra vez en la limusina y le dejaron de nuevo en las puertas del hotel Sherman, con los bolsillos rebosantes. Ese, claro está, no fue su fin. Waller vivió hasta 1943, cuando en un viaje en tren desde Los Ángeles a Chicago contrajo neumonía y murió. A pesar de eso, Fats nos dejó canciones que pasarán a la historia como Ain't Misbehavin (No me estoy portando mal), que, según el propio Waller explicó, la compuso en el calabozo de una comisaría en la que estaba por beber alcohol durante una redada policial en un club. Este tema ha sido interpretado por más de 40 artistas de renombre a lo largo de los años, entre los que destacan Ray Charles, Ella Fitzgerald, Miles David, Django Reindhart, Louis Armstrong o Billie Holiday.

Uno de los pesos pesados del Jazz (en más de un sentido) y pioneros del Swing nos dejó con algunas historias y canciones que sobrevivirán sin mella alguna al paso del tiempo.

Corrían los locos años 20 en la ciudad de Chicago, en EEUU. Oficialmente, las calles estaban libres de alcohol (la infame Ley Seca estaba en pleno vigor) pero las calles de la ciudad a orillas del lago Michigan no eran abstemias gracias a la labor del crimen organizado, encabezado (desde 1925) por Al Capone. En este submundo de ilegalidad, clubes de Jazz y whisky de estraperlo (excesivamente romantizado un siglo después, con total seguridad), músicos talentosos como Fats Waller vivían una edad de oro.

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