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El 'Camino Español' que convirtió al Duque de Alba en el genio de la logística española
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El 'Camino Español' que convirtió al Duque de Alba en el genio de la logística española

En 1567, el aumento de las revueltas calvinistas en Flandes hizo que Felipe II emprendiese una campaña para mover los tercios españoles por el corazón de Europa en un tiempo récord

Foto:  El milagro de Empel, obra de Augusto Ferrer-Dalmau.
El milagro de Empel, obra de Augusto Ferrer-Dalmau.

En el siglo XVI, justo antes de que las cosas empezasen a ir regular, el Imperio Español se encontraba en un momento dorado, con la mayor expansión de su historia. Se trataba del reinado de Felipe II, que consiguió que el Imperio alcanzase su apogeo. Pero en la política europea nunca hay tranquilidad (y no son para nada escasos los ejemplos de esto) y pronto empezaron a aparecer problemas, siendo uno de los más graves (teniendo en cuenta la mentalidad católica y absolutista de la época) los levantamientos protestantes a lo largo y ancho de Europa, siendo el que más nos afectaba el de Flandes.

Los calvinistas de esta región del imperio se levantaron, como explican múltiples historiadores, entre los que destaca el holandés Erich Kuttner, en contra de la corona española en Flandes. Dichas revueltas calvinistas se dedicaban a entrar en lugares sacros, principalmente iglesias y conventos católicos para destruir sus representaciones de arte. Se cree que estos iconoclastas estaban promovidos por ciertas élites nobles de la provincia española, aunque como se explica el libro 'Reforma, Revuelta y Guerra Civil en Francia y los Países Bajos entre 1555 y 1585', esto no está confirmado. Pero la situación provocada por el auge del Protestantismo y de los calvinistas en particular, puso en un serio aprieto a Felipe II, devoto católico, que mandó a su mano derecha, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el Duque de Alba, restaurar el control en las provincias. Este fue el inicio de una campaña logística-militar revolucionaria para su época, que consiguió mover a través de toda Europa a cientos de miles de tropas españolas a un ritmo que no se volvió a alcanzar hasta más de 200 años después durante las Campañas Napoleónicas.

Felipe II casó a su hija, Catalina Micaela, con Carlos Manuel I, el duque de Saboya. Con esto, el paso estaba asegurado

Esta odisea se conoce hoy en día como el 'Camino Español' o, a veces, como el 'Camino de los Tercios Españoles'. Felipe II, gracias a la insistencia del Duque de Alba y a su inquebrantable fe católica, está dispuesto a enviar a los tercios españoles para castigar a los rebeldes y recuperar el control de la región, pero la pregunta es: ¿cómo puede mover a los más de 10.000 hombres (que formaron la primera campaña) al norte de Europa? La opción más lógica sería atravesar Francia y llegar directo, pero el problema es que Felipe II es un Austria, y ahora mismo es el principal aliado de los Habsburgo y el Imperio Romano Germánico (que a su vez son los principales enemigos del Reino de Francia). A pesar de esto, Francia, Católica, se está enfrentando a mediados del siglo XVI al mismo problema que España: el auge del Calvinismo, por lo que, no dejará pasar por su territorio a los tercios españoles, pero tampoco iniciará (de momento) una campaña para entorpecer su movimiento.

Otra opción es meter a los soldados en barcos y atravesar el Canal de la Mancha hasta Flandes, pero esto tiene 2 problemas principales. El primero es que la segunda mujer de Felipe II, María I de Inglaterra, había muerto en 1558, con lo que las islas británicas ya no eran aliadas del catolicismo, sino que la actual reina, Isabel I, estaba revirtiendo todas las reformas en favor del protestantismo. Además, los 'Mendigos del mar' (como se conocía a los piratas Holandeses) suponían una seria amenaza para cualquier barco Español en aguas del Canal de la Mancha.

placeholder Camino Español.
Camino Español.

Sin estas dos opciones, mover a esos 10.000 hombres parecía una tarea imposible, sobre todo si había que hacerlo en un tiempo récord. Por eso mismo fue el Duque de Alba quien ideó un plan para atravesar los Alpes desde Génova. La idea era embarcar a los tercios situados en el sur de España en Cartagena y transportarlos por mar hasta Bercelona, donde se unirían al resto de unidades. Desde ahí, juntos, embarcarían por el Mediterráneo hasta Génova.

Pero el terreno no acompañaba (atravesar las montañas más altas del continente en el siglo XVI no era precisamente fácil). Por eso el Duque de Alba mandó, como se explica en este artículo, que 300 zapadores preparasen con adelanto los más de 1.000 kilómetros de camino. Su tarea era limpiar los caminos, para asegurarse de que la columna (y los carros y cañones) pudieran pasar sin problema en los pasos montañosos, que se evitasen a toda costa las ciénagas y los terrenos encharcados, encontrar las mejores rutas para vadear los ríos, etc. Al mismo tiempo que llevaban a cabo ese trabajo los zapadores, también debían elaborar mapas precisos, para que las tropas y sus comandantes tuvieran en todo momento claro dónde debían ir.

Pero eso era solo una parte muy 'pequeña' del problema. Los tercios españoles, de alguna manera, debían atravesar el corazón de una Europa dividida para librar una guerra religiosa. ¿Cómo podían estar seguros de que no serían atacados durante su trayecto? He aquí la parte 'B' del plan del Duque de Alba.

Foto: Saqueo de Amberes.

El primer paso, como hemos dicho, era mover a los tercios desde Barcelona a Génova. Este reino que ahora forma parte de Italia no es parte de la corona española, ni un estado vasallo, pero sí tiene una relación pésima con sus vecinos: Venecia (esto ya venía de largo dadas las cuatro Guerras Veneciano-Genovesas que tuvieron lugar entre 1256 y 1381). Además, Venecia acaba de firmar una alianza con Francia, lo que hace que aliarse con España (y que por su territorio pasen miles de soldados amigos) sea la mejor opción. Por si eso fuera poco, de Génova sale la mayor parte de la financiación del Imperio Español, con lo que darle la espalda tampoco es una opción viable.

El siguiente paso es atravesar la Lombardía, lo que podría suponer un problema, si no fuera porque el duque de Milán es Felipe II y la Lombardía es España, así que las tropas atraviesan el territorio libremente. Tras alcanzar la frontera norte, es el momento de ver qué hacemos con Saboya. Esta región se mantenía completamente neutral en las disputas entre Francia y España, pero viendo la fortaleza del ejército español les deja pasar dirección norte. Para asegurar el trayecto, como explica la historiadora italiana Raviola Blythe Alice en su libro 'L'infanta : Caterina d'Austria, duchessa di Savoia (1567-1597)', Felipe II casó a su hija, Catalina Micaela con Carlos Manuel I, el duque de Saboya. Con esto, el paso estaba asegurado.

placeholder La rendición de Breda de Velázquez.
La rendición de Breda de Velázquez.

Siguiendo el camino hacia el norte, los tercios llegaban al Franco Condado, por donde podían pasar por tratado (y que pertenecía a la corona española) para alcanzar el Ducado de Lorena, que se trataba de un estado colchón neutral entre España y Francia (y el Imperio Romano Germánico), que no tenía por qué dejar pasar a las tropas españolas. Pero (suertudo el Duque de Alba), en 1552 el Rey de Francia, Enrique II se había hecho con los arzobispados de Metz, Toul y Verdún, lo que provocó una serie de invasiones francesas que hicieron que Lorena perdiese una parte considerable de su territorio, por lo que la presencia de tropas españolas parecía un seguro (que lo fue), por lo que el Duque les dejó pasar.

Por último, era el momento de atravesar Luxemburgo, que también pertenecía a España y era frontera directa con Flandes, por lo que las tropas habrían conseguido recorrer los más de 1.000 kilómetros de suelo europeo sin ningún tipo de problema, a pesar de que los protestantes, en solidaridad con los calvinistas, como explican algunos historiadores, reunieron hasta 6.000 hombres para hacer frente a los tercios, cosa que nunca llegó a llevarse a cabo.

Hay que tener en cuenta que la política del camino fue impresionante. Con cada expedición, el Duque de Alba llevaba consigo una legión de diplomáticos cuya misión era asegurar a las élites y a la nobleza de las provincias atravesadas que las intenciones de los tercios no eran combativas (al menos no con ellos) y que no habría aldeas y pueblos saqueados. Además, el castigo para los soldados españoles que incumpliesen estas órdenes era la muerte.

Una logística adelantada a su tiempo

Hay que tener en cuenta que los 1.000 kilómetros exactos del Camino Español fueron recorridos por los tercios del Duque de Alba en 48 días. 23 kilómetros diarios a través de los Alpes, toda una hazaña. Fue el propio el que comandó en persona la primera expedición en 1567 formada por 9.000 soldados a pie (lanceros, alabarderos y mosqueteros), 300 oficiales, 1.000 unidades de caballería y 40 cañones (ambos procedentes de Croacia), 4.000 civiles (familiares de las tropas, mercaderes, banqueros, prostitutas...) y 2.000 caballos, mulas y burros, tirando de aproximadamente 100 carros.

La columna, claro está, no podía ir toda junta, sino que se repartía por una extensión de 50 kilómetros. La idea de esto era facilitar la más que complicada logística necesaria para alimentar a esas decenas de miles de personas de forma apropiada. ¿La solución? Tener preparado un sistema de paradas y refugios cada 3 días en posadas, casas y mesones en el camino que eran ampliamente recompensados por sus esfuerzos. En cada uno de esos puestos, a los soldados se les da agua, sal, aceite para las armas y vinagre, así como 226 g de carne (por día), 115 g de bacalao seco, 290 gramos de pan, un litro de vino (por cabeza), así como fruta y verduras. A los animales, en cambio, se les proporcionan 20 kilos de paja y grano.

La moral de los soldados es esencial y la comida y el vino son esenciales para lograrlo, por lo que el Duque de Alba compensaba copiosamente a los mercadores y proveedores para que fortalecieran sus rutas de suministro y no faltase nunca de nada.

Foto: El Gran Duque de Alba fue uno de los personajes más sanguinarios de la historia. (Corbis)

La columna de aproximadamente 16.000 hombres, mujeres y niños, se divide en compañías de 700 hombres, que se suceden cada 24 horas a lo largo del camino. El precio de todo esto, explica el hispanista Geoffrey Parker en su libro 'Logistics of Spanish Victory and Defeat in the Low Countries' Wars' (La Logística de la Victoria y Derrota Española en las Guerras de los Países Bajos), son solo 8 escudos por soldado, que es lo mismo que habría costado transportar a las tropas por mar, pero sin los peligros que esto conllevaba.

El Camino Español (que debido a cambios políticos, como la alianza de Saboya con Francia, tuvo que cambiar su ruta en diferentes momentos) vio pasar por él 30 camapañas diferentes que, en total, supusieron 160.000 tropas durante 70 años, hasta que en 1648 la Paz de Westfalia puso fin al dominio español en Flandes y a la Guerra de los Ochenta Años. A pesar de eso, el Camino Español sigue siendo un ejemplo (hasta hoy en día) de cómo llevar a cabo una logística militar perfecta.

En el siglo XVI, justo antes de que las cosas empezasen a ir regular, el Imperio Español se encontraba en un momento dorado, con la mayor expansión de su historia. Se trataba del reinado de Felipe II, que consiguió que el Imperio alcanzase su apogeo. Pero en la política europea nunca hay tranquilidad (y no son para nada escasos los ejemplos de esto) y pronto empezaron a aparecer problemas, siendo uno de los más graves (teniendo en cuenta la mentalidad católica y absolutista de la época) los levantamientos protestantes a lo largo y ancho de Europa, siendo el que más nos afectaba el de Flandes.

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