5 métodos para enseñar a tu hijo a ser agradecido, avalados por una psicóloga clínica

La educación infantil no es solamente aprender a andar, a ir en bici, a hacer pipí en el baño, a leer, a escribir y a sumar. Es muchísimo más que eso. Los niños se van a enfrentar a situaciones nuevas para ellos, mientras crecen y aprenden. Van a experimentar sentimientos que no entienden y que pueden superarles. Incluso, a veces, van a parecer indiferentes a su entorno o incluso, a ojos de un adulto, egoístas o desagradecidos. Todavía se están desarrollando y sus capacidades sociales son primitivas.

Si no enseñamos desde bien temprano a nuestros hijos a ser agradecidos y dar las gracias a los demás, reconociendo su mérito y esfuerzo, de adultos será muy difícil que tengan una buena relación con la gratitud. Eileen Kennedy-Moore, psicóloga clínica colaboradora en la revista Psychology Today explica que los niños necesitan entender el cuándo y el por qué de ser agradecidos. Necesitan ver ejemplos en su día a día y es importante encontrar diferentes métodos para ayudarlos a entender los sentimientos, tanto propios como ajenos, a la hora de dar las gracias. Mostrarles que dar las gracias hace que los demás se sientan felices y que ellos mismos también sentirán esa felicidad. Eileen nos enseña cinco ejercicios para enseñar a los niños a dar las gracias de manera natural.

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A los niños les encanta explorar, les ayuda a aprender más rápido y a entender mejor cómo funcionan las cosas. Involucrar a tus hijos en su aprendizaje con reflexiones y preguntas puede ser muy beneficioso a la hora de enseñarles a expresar gratitud, a decir “gracias”, ya que ellos sientan que su opinión cuenta. Por ejemplo, pregunta a tu hijo: “¿por qué crees que es valioso dar las gracias a los demás por las cosas buenas que hacen por ti?”, “¿cómo se sienten si no les das las gracias?”, “¿cómo te sientes tú al dar las gracias?”, “¿y si te las dan?”, “dar las gracias es gratis, no tiene precio, ¿por qué?”.

Los niños imitan lo que ven

Un básico en la educación infantil es mostrar a los hijos qué comportamientos son buenos haciéndolos nosotros mismos. Si ellos ven que nosotros somos agradecidos y damos las gracias, nos imitarán. Por eso es tan importante que sean testigos de esos gestos de gratitud, de un “gracias” sincero cuando hay un intercambio o un favor. Darles a los niños también las gracias cuando hacen algo por nosotros o hacen algo bien es otra forma indirecta, pero natural, de mostrarles cómo hacerlo y de que sientan la acción como positiva.

Mostrar a los niños en qué situaciones se puede ser agradecido es algo positivo, les enseña a asociar acciones con gratitud. Por ejemplo, cuando van a comer a casa de los abuelos y la comida está rica. Puedes explicarles que, como los abuelos se han esforzado mucho por hacer la comida, se les puede dar las gracias. Explicar las situaciones hará que las entiendan y que ser agradecidos surja de manera natural. Incluso puedes asociar un gesto o movimiento secreto que solo conozcáis los dos para ayudarle y avisarle de cuándo tiene que dar las gracias, sin “hacerle quedar mal”.

Los niños y no tan niños aprenden mediante juegos y ejercicios. Puedes diseñar un juego en el que, cada vez que estén agradecidos por algo, escriban una nota o hagan un dibujo. Es una buena forma de dar las gracias y asociar una acción positiva (nota o dibujo) a un hecho positivo. Si los niños son más grandecitos, pueden enviar un mensaje de correo o chat a quien quieran dar las gracias (por un cumpleaños, por un regalo, por una tarde de paseo, etc.).

Ejercicios, juegos y humor son la clave para que los niños vean natural agradecer

Usar las indirectas en forma de humor puede ayudar a los niños a, con amabilidad, acordarse de dar las gracias por un suceso o acción. Por ejemplo, cuando preparas la merienda, en tono divertido comentar “al aire” y en voz infantil algo como: “muchas gracias mamá bonita por hacernos esta merienda tan rica” y que los niños se sientan invitados a copiar ese agradecimiento. Que aprendan en qué situaciones pueden y deben ser agradecidos, incluso con sus progenitores.

Por último, como padres, tenemos que evitar el resentimiento con nuestros hijos. No siempre van a darnos las gracias o se van a dar cuenta de las cosas que hacemos por ellos. Todavía están aprendiendo su camino de vida y no han estado nunca en el rol de “padre y madre” o de “adulto”. Enseñar a ser agradecidos a nuestros hijos no debe convertirse en una búsqueda de reconocimiento o de méritos paternales, debe ser algo altruista y de todo corazón.