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De Víctor a Kaspar: el mito del buen salvaje y por qué nos sigue afectando
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¿el hombre no es un lobo para el hombre?

De Víctor a Kaspar: el mito del buen salvaje y por qué nos sigue afectando

De los hombres que descubrieron el Nuevo Mundo a Rousseau pasando por James Cameron, los occidentales parecen tener una visión un tanto racista y romantizada de lo 'exótico' y diferente

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Un 26 de mayo de 1828, un joven andrajoso y asalvajado, de unos 16 años, aparece en la ciudad de Núremberg, en Alemania. Es llevado a la comisaría debido a sus extraños modales y su aspecto descuidado, y ahí le apuntarán con un nombre que pasará a formar parte de la historia del país: Kaspar Hauser. Pronto, una mezcla de juristas, teólogos y pedagogos decidieron estudiar al chaval para enseñarle a hablar, leer y escribir, sin poder comprender de dónde había salido. Su representante legal (el criminalista Anselm von Feuerbach) aseguró que solo se alimentaba de pan y agua y que la carne y la leche le daban asco.

Poco se pudo descubrir sobre el muchacho, y desde luego jamás el secreto de su procedencia, aunque se llegó a la conclusión de que se había mantenido cautivo durante mucho tiempo. El hecho de que su fallecimiento fuera tan misterioso como su propia vuelta al mundo civilizado o su existencia (apareció muerto, con unas heridas que de ningún modo podía haberse infligido él mismo, y con una carta al lado que no revelaba nada), ayudaron a potenciar la leyenda en torno a su figura: quizás había pasado los primeros años de su vida en palacios, porque podría haber sido un hijo ilegítimo de Napoleón Bonaparte.

Sorprendentemente, no fue Kaspar el único niño salvaje de la época, sino que ya a finales del siglo XVIII en la región francesa de Aveyron había aparecido otro misterioso muchacho que, como el alemán, parecía no haber tenido contacto con el mundo civilizado nunca y haberse criado entre salvajes. Era Víctor de Aveyron, y en la Francia recién salida de la Revolución francesa, su caso dio lugar a un sinfín de conjeturas y leyendas. Dos cazadores le habían encontrado en un bosque cerca de los Pirineos, completamente desnudo, recogiendo bellotas y tubérculos con los que alimentarse.

Era más bien bajito y delgado, y le atravesaban el rostro varias cicatrices y marcas de viruela. Aunque su tutor legal (el doctor Jean Itard) intentó elaborar un tratamiento psicológico para su readaptación, los avances en el chico fueron escasos, y al principio luchaba continuamente por escaparse. En la actualidad se plantea la duda de si podría haber sido Víctor, en realidad, un niño con autismo, que sirvió para luchar contra esa imagen que se había instaurado con éxito en el imaginario colectivo: la del buen salvaje.

Al haber crecido Víctor privado del contacto social, ¿estaba desprovisto de toda moralidad o más bien tenía una bondad 'original'?

Aunque los orígenes del mito del buen salvaje se deben ver en nuestro país y no en Francia, sí es cierto que las ideas de Rousseau sobre que el hombre nace bueno y es la sociedad la que le corrompe calaron hondo a la hora de construir dicho mito. En 1755 escribió: "Algunos se han apresurado a concluir que el hombre es naturalmente cruel y que hay necesidad de organización para dulcificarlo, cuando nada hay tan dulce como él en su estado primitivo". Básicamente, creía que era la civilización la que volvía abyectos a los individuos y de una manera un poco condescendiente concluía que, en su salvajismo más ancestral, era como se mantenían puros y bondadosos.

placeholder Retrato de Víctor.
Retrato de Víctor.

La supuesta candidez original del individuo frente a la idea de que el hombre es un lobo para el hombre y, por tanto, malo por naturaleza, fue una discusión frecuente durante los siglos posteriores y sigue siendo un debate actual. Con la aparición de Víctor, surgieron dos interrogantes: al haber crecido privado del contacto social, ¿estaba en consecuencia desprovisto de toda moralidad o más bien tenía una bondad original, que es lo que habría sostenido Rousseau? Hay que tener en cuenta, además, que, como decíamos antes, la leyenda negra española sirvió para amplificar por toda Europa la visión positiva de los indígenas americanos: seres humanos amables, ingenuos y confiados, frente a los conquistadores sanguinarios y torturadores, lo que definiría muy bien la degeneración del hombre civilizado.

'El señor de las moscas' nos lleva al otro lado del espectro: cuando a los seres humanos se les priva de normas, su faceta más salvaje no es piadosa

Pero si creías que en la actualidad el mito del buen salvaje no te afecta, estás equivocado. El tema sobre la bondad de los pueblos exóticos ha sido recurrente en muchas obras que siguen teniendo gran importancia hoy. El libro de la selva o Tarzán justamente reafirman la imagen de Rousseau del buen salvaje, mientras que El señor de las moscas, de William Golding, nos lleva al otro lado del espectro, más cercano a Hobbes: cuando a los seres humanos se les priva de normas y vuelven a un estado más primitivo, su faceta más salvaje no es en absoluto piadosa.

placeholder Jack Champion hace de Spider Socorro en la nueva película de 'Avatar', un Kaspar Hausen de un planeta muy lejano.
Jack Champion hace de Spider Socorro en la nueva película de 'Avatar', un Kaspar Hausen de un planeta muy lejano.

Y en realidad no hace falta irse tan lejos. Hace tan solo una semana se estrenó la esperada secuela de Avatar, de James Cameron, que ha tardado más de 13 años en rodarse. Dejando a un lado la calidad o el interés de la película, su premisa es conocida por todos y bastante sencilla: Bailando con lobos o Pocahontas, pero ambientado en Pandora, un planeta verde y muy, muy lejano. En Avatar, los buenos (los Na'vi) son muy buenos y los malos (los seres humanos) son muy malos, y la moraleja es sencilla: debemos cuidar nuestro planeta antes de que sea demasiado tarde.

Intriga que aquellos que nos recuerdan que hay que alejarse del consumismo estén siempre muy acomodados en el sistema capitalista

Las críticas a Pandora y los Na'vi, sin embargo, suelen ser siempre parecidas: es intrigante cuando menos que aquellos que nos recuerdan continuamente que tenemos que alejarnos del consumismo y aprender a vivir en la naturaleza como le gustaría a Thoreau sean siempre figuras acomodadas en el sistema capitalista, sin ningún interés por moverse de ahí (como el propio Cameron). La representación de estos indígenas buenos y puros, que todavía no han sufrido en sus carnes el pecado original, es, por lo tanto, un poco condescendiente.

Foto: La pareja protagonista de 'Avatar 2: el sentido del agua'. (Disney)

Ya sea Cameron, Rousseau o fray Bartolomé de las Casas intentando aportar una nueva visión del Nuevo Mundo, esas ideas del buen salvaje se cimientan sobre algo común: la crítica a una sociedad donde todo falla. Puede que sea porque en esas utopías salvajes se respeta a la naturaleza o la aparente ausencia de jerarquías hace que el trabajo común sea más efectivo, pero al final la representación eurocentrista de esas tribus pacíficas no es más que un autotirón de orejas.

"Retengan en sus mentes la memoria de la Tierra tal y como se la entregamos. Y con todas sus fuerzas, consérvenla para sus hijos"

Como decía la carta del jefe indio Seattle (probablemente ficticia y escrita por un blanco): "Retengan en sus mentes la memoria de la Tierra tal y como se la entregamos. Y con todas sus fuerzas, con todas sus ganas, consérvenla para sus hijos, ámenla, así como Dios nos ama a todos. Una cosa sabemos: nuestro Dios es el mismo Dios de ustedes, esta tierra es preciosa para él. Y el hombre blanco no puede estar excluido de un destino común".

Un 26 de mayo de 1828, un joven andrajoso y asalvajado, de unos 16 años, aparece en la ciudad de Núremberg, en Alemania. Es llevado a la comisaría debido a sus extraños modales y su aspecto descuidado, y ahí le apuntarán con un nombre que pasará a formar parte de la historia del país: Kaspar Hauser. Pronto, una mezcla de juristas, teólogos y pedagogos decidieron estudiar al chaval para enseñarle a hablar, leer y escribir, sin poder comprender de dónde había salido. Su representante legal (el criminalista Anselm von Feuerbach) aseguró que solo se alimentaba de pan y agua y que la carne y la leche le daban asco.

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