Es noticia
Churruca, mucho más que un héroe
  1. Alma, Corazón, Vida
En alta mar

Churruca, mucho más que un héroe

A cargo del San Juan Nepomuceno durante la Batalla de Trafalgar, al joven Cosme Damián Churruca una bala de cañón le arrancó de cuajo la parte inferior de la pierna diestra en pleno combate

Foto: Retrato del marino español Cosme Damián Churruca. Fuente: Wikipedia.
Retrato del marino español Cosme Damián Churruca. Fuente: Wikipedia.

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.

Nicolás de Maquiavelo.

A veces, la realidad da escalofríos. La arrogante condición de un inexperto militar en temas navales y su resistencia a asumir su incompetencia en los asuntos del mar, llevó a miles de hombres al valle de las sombras. La noche anterior, un almirante de pacotilla se las tuvo que ver con, probablemente, los mejores marinos españoles de la época. Para colmo, él, ya sabía que estaba fuera del circuito, pues había perdido el mando y la confianza del pequeño Bonaparte. A uña de caballo venían varios jinetes para advertirle que volviera inmediatamente a Francia a rendir cuentas. Tenía un balance de derrotas que lo convertían en un masoquista de manual.

La noche anterior se había producido una agria discusión entre los mandos de la combinada franco-española. La información meteorológica avisaba de una caída barométrica radical, lo cual significaba en boca del ilustre Churruca que bastaba con ver los toros desde la barrera para que los ingleses naufragaran tranquilamente, pues no les daba, por mucho trapo que metieran, llegar a Gibraltar a tiempo.

Foto: El navío español Pelayo acudiendo en auxilio del navío de cuatro puentes Santísima Trinidad durante la batalla del Cabo de San Vicente, que se libró el 14 de febrero de 1797

Bajo la luz de las lámparas de sebo de ballena y ante una cena frugal, el tono de la conversación entre los convocados subía de decibelios sin parar. Con toda la información a favor de las tesis de los españoles, el pálido, macilento y estirado Villeneuve acusó de cobardes a Churruca, Alcalá Galiano y Gravina. Aquello era demasiado.

Todo un imperio tambaleándose

Curiosamente, Napoleón dijo en su momento delante de un centenar de oficiales que el marino ideal para dirigir la flota combinada era, sin duda alguna, Gravina. Este enorme marino intentó durante la famosa batalla dar un giro copernicano a la estrategia propuesta por el arrogante francés, sin resultado alguno. Obediencia obliga.

Pues bien, la durísima y trágica batalla de Trafalgar, famosa por diferentes razones, entre ellas la muerte del mejor marino inglés que ha dado la historia de su armada, Horacio Nelson, fue la tumba de la crema de la oficialidad española y de varios millares de desgraciados cogidos a lazo en las semanas anteriores. Era una triste tradición que habida cuenta la bancarrota del reino y la falta de entrenamiento adecuado de las tripulaciones por falta de recursos; los altos oficiales tuvieran que financiar desde el trapo hasta el calafateado, desde las reservas de condumio hasta la munición; sin duda el escenario era de pronóstico reservado con aquellos mimbres.

placeholder Pintura que representa una escena de la batalla de Trafalgar. Por Auguste Mayer en 1836. Fuente: Wikipedia.
Pintura que representa una escena de la batalla de Trafalgar. Por Auguste Mayer en 1836. Fuente: Wikipedia.

Acaecida un ventoso día de octubre, recién embocaba el otoño, un error de maniobra por parte de un marino de bañera, la batalla de Trafalgar hacía tambalearse las estructuras de un imperio de cerca de 22.000.0000 de km². A partir de ahí todo fue cuesta abajo.

El navío San Juan Nepomuceno

El dedo acusador de la historia disimuló la marcada ineptitud del francés, imputándosela a la mar arbolada y vientos de categoría 6 en la escala Beaufort, condiciones en que los navíos de línea de la armada (los más pesados) y no así las marineras fragatas, tenían verdaderas dificultades de maniobra. Otros historiadores son más directos y apuntan a la diana de aquel desaguisado, que no era otro que el mencionado Pierre-Charles-Jean-Baptiste-Silvestre de Villeneuve, nombre maratoniano de pronunciar cargando sobre él las secuelas del desastre. Marinos profesionales y estudiosos del tema hacen responsable a la cuestionada virada que como gol en propia puerta puso a la formación aliada contra las cuerdas. No se puede obviar el mérito de los británicos que conducidos por su ilustre almirante (por cierto, derrotado con anterioridad en tres ocasiones por los españoles) firmaron para ellos una victoria quizás no tan brillante como en su historiografía la han magnificado.

placeholder Maqueta del barco español San Juan Nepomuceno. Fuente: Wikimedia.
Maqueta del barco español San Juan Nepomuceno. Fuente: Wikimedia.

Pero más allá de las bajas con mayor eco (por ejemplo, el mastodóntico Santísima Trinidad), quizás donde se escenifica el valor a raudales y la tragedia más heroica fuera la del marino vasco que se opuso frontalmente a Villeneuve. El San Juan Nepomuceno era un navío de línea a cargo del brigadier Cosme Damián Churruca y construido en los astilleros de Guarnizo (Cantabria) hacia el año 1766 junto con otros cinco de similares características.

Sucedió que, en medio de la batalla, se colaba aviesa una bala de cañón y entre una granizada de munición en régimen de fuego a discreción, esta, le arrancó de cuajo la parte inferior de la pierna diestra en pleno combate cuando era asediado por seis navíos británicos. Tras una cura de urgencia hecha por los galenos en medio del fuego cruzado, se negó a retirarse de la cubierta, aún a sabiendas de que le quedaba un suspiro para visitar la eternidad. Sentado en una silla de fortuna y con el muñón inserto en un balde de harina para mitigar la sangría, continuó la defensa de la nave en una atmosfera irreal de pólvora y griterío, mientras su mente se desvanecía en medio de aquella locura.

Un "chaval" de 30 años

De su propio pecunio, este vasco de Motrico, con la ayuda de comprometidos amigos ferrolanos que sentían devoción por este increíble marino, financió la instrucción adiestrando magistralmente a toda la tripulación, municionándola al completo y sobradamente, comprando las vituallas y pagando los atrasos de cuatro meses a la marinería. Esta costumbre, lamentablemente estaba muy arraigada entre los altos oficiales del rey, pues la Corona solo tenía dineros para otros dispendios más mundanos pues era obvio que los monarcas vivían en un mundo paralelo.

Churruca era un "chaval" de 30 años perfectamente consciente de que se dirigía a una muerte segura: Su navío perforado por más de 300 impactos daba fe de la brutalidad exhibida por las circunstancias del lance

Cosme Damián Churruca y Elorza era un "chaval" de 30 años perfectamente consciente de que se dirigía a una muerte segura en base a la información que manejaba. Su premonitoria intuición le acompañó hasta que exhaló el postrer aliento en su viaje hacia la frontera sagrada. Su navío perforado por más de 300 impactos daba fe de la brutalidad exhibida por las circunstancias del lance.

Destrozada la amura de babor, con media docena de impactos en la línea de flotación que habían generado sendas vías de agua, más de un centenar de cadáveres en la sobrecubierta, doscientos heridos y sin los oficiales de mayor rango presentes, no le quedó otra al teniente de navío Don Joaquín Núñez Falcón que arriar bandera para rendir la nave. A la entrega de la misma acudieron los seis comandantes que se habían batido contra el marino español. Falcón tuvo que dividir en seis partes la espada para contentar a los que reclamaban ese honor.

La muerte de Churruca

Remolcados los restos del San Juan Nepomuceno hasta Gibraltar, durante años fue expuesto a contados visitantes a los que se les exigía se descubrieran al entrar en la nave. Los ingleses tendrán sus cosas, pero sus marinos están hechos de otra pasta. Sabían perfectamente que Churruca era el comandante a batir. Por voluntad del almirante Nelson, muerto a poca distancia al tiempo que expiraba Churruca, sus subordinados materializaron su voluntad que no era otra que la de rendir honores a los altos oficiales españoles caídos en combate. Asimismo, dejó registrado antes de la batalla que todos los marinos capturados fueran devueltos sin dilación con una moneda que les permitiera solventar ya en tierra firme las primeras necesidades básicas.

placeholder Muerte de Cosme de Churruca, por Eugenio Álvarez Dumont. Fuente: Wikimedia.
Muerte de Cosme de Churruca, por Eugenio Álvarez Dumont. Fuente: Wikimedia.

La cámara del comandante Churruca fue sellada tras su muerte y el almirante Collingwood, la mano derecha de Nelson, siguiendo las instrucciones de su compañero de armas y primer mando, encargó un epitafio para honrar el nombre de Churruca que quedó registrado con letras bañadas en pan de oro en la puerta de su cabina.

Almirante a título póstumo, su mujer Dolores Ruiz de Apodaca quedó a expensas de la misericordia de sus grandes amigos que jamás le fallaron durante su existencia. La Corona y su valido Godoy es cierto que le adjudicaron una pensión, pero su ingreso era intermitente y con el tiempo se suspendió por la bancarrota generada por la Guerra de la Independencia. El que probablemente sea el mejor escritor tras Cervantes, Benito Pérez Galdós, hace una mención épica y emocionante en Trafalgar, primer título de sus Episodios Nacionales.

A España hay que venir llorado.

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.

Historia Historia de España
El redactor recomienda