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Existe un sistema mucho mejor y más rápido para embarcar un avión (pero ninguna aerolínea lo usa)
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Existe un sistema mucho mejor y más rápido para embarcar un avión (pero ninguna aerolínea lo usa)

Meternos en un avión puede ser un proceso desquiciante por su lentitud. Por suerte, existen soluciones, aunque se haya decidido adoptar las peores, que son incluso menos efectivas que no hacer absolutamente nada

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

De entre todas las formas que tenemos de clasificar a la gente, una de las que mejor reflejan la verdadera personalidad y el estado de ánimo es cómo afronta el embarque de un avión. Los hay que esperan sentados hasta que se abren las puertas, los hay que hacen cola incluso horas antes para ser de los primeros en entrar, otros (absolutos enfermos) llegan lo más tarde posible a la sala de la terminal para entrar directamente cuando ya ha pasado casi todo el mundo; por último, están los que han pagado un extra por tener un embarque preferente.

Seamos del grupo que seamos, lo que no nos quita nadie es tener absolutamente claro que el sistema que utilizan las aerolíneas (y da exactamente igual cuál elijamos, desde Emirates a Ryanair) es terriblemente malo. La opción más habitual es: los primeros son los que tengan embarque preferente, seguidos del resto del pasaje ordenado de una forma arbitraria, normalmente en 3 grupos para aviones de fuselaje estrecho (los más comunes) como el A320 de Airbus, que puede transportar hasta a 180 pasajeros.

Dejar que cada cual entre en el orden que quiera es más rápido que organizar grupos que empiecen a llenar el avión desde la cola

La mayor parte de las compañías mete primero al tercer grupo, el que se sienta en las últimas filas del avión, siendo los que se sientan delante (excluyendo primera clase, que entra antes que nadie) los últimos en sentarse. Desde luego, este método es mejor que el sálvese quien pueda basado en que cada cual entre como le dé la gana, que es un despropósito absoluto (sí, te miro a ti Ryanair). ¿O no? La ciencia de meter a los pasajeros dentro de un avión se ha estudiado con ahínco. Una de las más grandes revelaciones llegó de la mano del investigador J. H. Steffen en 2008, que publicó en Air Transport Management y que emplea un método ingenioso (que discutiremos más adelante).

En su análisis, el investigador descubrió que la aleatoriedad (que cada pasajero entre según llegue, sin grupo de embarque alguno) consigue, con enorme consistencia, tiempos de embarque menores que llenar el avión empezando por la cola. Esto se debe a que compactar a las personas de zonas concretas, implica que las probabilidades de que unos se estorben a los otros es mucho mayor, con lo que, a pesar de no impedir el paso a los que van mucho más atrás, el resultado es peor que el caos más absoluto, porque dentro de ese proceso aleatorio, hay bloqueos, sí, pero también situaciones en las que nadie se estorba, con lo que colocar la maleta en los compartimentos superiores y sentarse no implica una pérdida de tiempo para nadie.

En todas las simulaciones, el caos obtiene mejores resultados que llenar el avión empezando por la cola, lo que habla muy mal de las compañías que eligen este método (al final te salvas, Ryanair), pues no hacer absolutamente nada habría sido mejor que lo que habéis elegido.

placeholder Os toca esperar, grupo 2. (iStock)
Os toca esperar, grupo 2. (iStock)

A esto debemos añadir que, si nuestro objetivo al diseñar un método de embarque fuese hacerlo lo más perjudicial posible, empezaríamos a llenarlo por delante en vez de por la cola, por lo que técnicamente permitir el acceso prioritario de la primera clase, que siempre se sienta delante, es, en efecto, la elección del peor sistema posible para llenar un avión.

Pero existen soluciones. La primera es mantener los tres grupos de embarque, pero en vez de clasificarlos por cola, medio y frente, hacerlo por su asiento: ventanilla, medio y pasillo. Esta solución tiene en cuenta que, cuando un pasajero que tiene ventanilla llega a su fila y en su hilera, el asiento del pasillo y el del medio ya están llenos, en muchas ocasiones esos pasajeros tienen que salir para dejar paso o, como mínimo, levantarse. Esto suma a la pérdida de tiempo. El sistema de los 3 grupos, ventanilla-medio-pasillo es, técnicamente, igual que el sistema caos o aleatorio, pero evitando el juego de las sillas. Esta simple solución, de las que hemos mencionado, es la más rápida para llenar un avión.

Pero J. H. Steffen no escribió su artículo solo para analizar la eficiencia de los métodos existentes, sino que propuso su propia solución, que, en un mundo ideal, sería eso: ideal. La idea es empezar a llenar, desde la cola, las ventanillas de un lateral a filas alternas, llegando hasta la primera fila, después, pasar al lado simétrico, y otra vez al mismo lateral (ventanilla) para llenar los huecos. Después de eso, hacer lo mismo con los asientos intermedios y, por último, con los del pasillo.

El problema de este método es que implicaría, en un avión con, pongamos, 180 pasajeros, 180 diferentes grupos de embarque (o lo que es lo mismo, que todos tuvieran que entrar en un orden exactamente predeterminado), en el que cualquier error comprometería la eficiencia del sistema. Este método (probado en la práctica) es, según los datos proporcionados por J. H. Steffen, el mejor de todos, reduciendo considerablemente el tiempo de embarque.

El problema es que la percepción del tiempo que tienen los pasajeros no es lógica. Ellos, lo que ven, es que son el grupo de embarque 114, y que deben hacer una cola exacta y perfecta, lejos de las personas junto a las que viajan, con lo que, aunque realmente se tarde menos, para los viajeros parece menos eficiente.

placeholder Espero que tengas pasillo. (iStock)
Espero que tengas pasillo. (iStock)

Pero ese, por perfecto que sea, podría no ser el mejor método. El que se postula como su gran contrincante es el propuesto por los investigadores Alexander R. Kelly y R. John Milne, de la Clarkson University School of Business en EEUU. Su interpretación del problema se basa en que, lo que verdaderamente hace perder tiempo a los pasajeros es el hecho de colocar las maletas en los compartimentos superiores. En el caso de que no hubiera equipaje de mano, colocarnos en nuestros respectivos asientos sería coser y cantar. Es por esto que lo que sugieren los investigadores es un nuevo sistema de grupos que en lo que se centre sea en separar lo máximo posible entre sí a los pasajeros que entran, lo que hace que dispongan del máximo espacio posible para guardar su maleta para que puedan, como ellos mismos explican, "levantar y guardar".

Foto: Pasajeros en un avión. (Unsplash)

El sistema (de aplicación improbable) que sugieren se centra en repartir los asientos en función de la cantidad de equipaje de mano que llevemos, quedándose en los asientos de las ventanillas de babor (izquierda) los que lleven dos bultos, en los asientos centrales a ambos lados del pasillo los que lleven un solo bulto y en las ventanillas de la derecha los que no lleven maleta.

A pesar de que existen sistemas mucho mejores que los que usamos, la ciencia de entrar en un avión siempre será ensombrecida por esa persona que se hace un lío y no encuentra su fila o por aquel que ha conseguido colar una maleta excesivamente grande que, bajo ningún concepto, podría entrar en el reducido espacio que queda en el compartimento superior. Por último, nuestro embarque siempre será arruinado por ese monstruo que, una vez colocada la maleta, decide que quiere sacar los cascos y una revista, o el ordenador, o una bufanda, y que nos amarga vuelo sí y vuelo también. Quitárnoslo de encima sí que aceleraría el proceso.

De entre todas las formas que tenemos de clasificar a la gente, una de las que mejor reflejan la verdadera personalidad y el estado de ánimo es cómo afronta el embarque de un avión. Los hay que esperan sentados hasta que se abren las puertas, los hay que hacen cola incluso horas antes para ser de los primeros en entrar, otros (absolutos enfermos) llegan lo más tarde posible a la sala de la terminal para entrar directamente cuando ya ha pasado casi todo el mundo; por último, están los que han pagado un extra por tener un embarque preferente.

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