Es noticia
¿Qué pasará cuando se llenen los cementerios? Hay lugares donde ya ha ocurrido
  1. Alma, Corazón, Vida
memento mori

¿Qué pasará cuando se llenen los cementerios? Hay lugares donde ya ha ocurrido

Solo hay algo seguro en esta vida: la muerte. En un mundo superpoblado y cada vez más concienciado ambientalmente, ¿qué opciones nos quedan para el descanso eterno?

Foto: Cementerio público en Hong Kong (iStock)
Cementerio público en Hong Kong (iStock)

Hace miles de años alguien murió y aquellos que habían compartido con él este pequeño parpadeo del tiempo que se llama vida no solo lloraron su pérdida, sino que por primera vez le honraron, enterrándole. Fue, probablemente, el primer signo que nos diferenció del resto de animales de la creación, la capacidad de entender que somos efímeros y de homenajear a los de nuestra manada que se han ido.

Al principio, el mundo era vasto y la gente poca. Los enterramientos eran diferentes, aunque marcaban la simbología de cada pueblo. Sus historias todavía las conocemos. Los cementerios son una forma relativamente nueva de deshacerse de los cuerpos, pues los muertos antiguos y sus ofrendas funerarios a menudo se dejaban en cuevas, en las cimas de las montañas, los árboles o en lagos y océanos, formando parte de la naturaleza y descomponiéndose para volver a la Tierra.

Los griegos fueron los primeros en construir cementerios fuera de sus ciudades y de las murallas. Tenía sentido: los muertos debían estar al margen de los vivos, apartados de su mundo

Después, las cosas se fueron perfeccionando, no hay más que ver las momias egipcias. Los griegos fueron los primeros en construir cementerios fuera de sus ciudades y de las murallas. Tenía sentido: los muertos debían estar al margen de los vivos, apartados de su mundo. De hecho, en Roma estaban prohibidos en el interior de las ciudades, y podían encontrarse en otras zonas como la Vía Apia o los jardines que habían pertenecido al difunto. Sería con el paso del tiempo cuando los enterramientos se harían intramuros, en parte por la influencia del cristianismo. En la Edad Media, la prevalencia de esa religión es la que acercó los enterramientos a catedrales o iglesias para garantizar la salvación de las almas.

La cremación, en otro tiempo muy deseada, no parece ser una opción en un mundo cada vez más concienciado medioambientalmente, pues es un proceso muy tóxico

Justamente fue la proliferación de enfermedades como la peste la que volvió a poner sobre la mesa la cuestión de los enterramientos dentro o fuera de las ciudades. Con la intención de mantener los cuerpos fuera para no contagiarse, lo lógico era crear cementerios que no se encontraran cerca de puntos que pudieran provocar epidemias, en lugares donde pudieran ser permanentes. A medida que crecían las poblaciones y los cementerios se hacían más disponibles para las masas, se pasó de los grandes monumentos dedicados a todas las familias a tumbas más simples al nivel del suelo que podían facilitar el mantenimiento.

Fosas comunes o grandes sepulturas, porque ni en la muerte somos todos iguales, lo cierto es que con el paso del tiempo y el aumento de la población, el espacio parece ser un problema. En Pekín, los cementerios están llenos desde 2016, y una encuesta de la 'BBC' realizada en 2013 descubrió que casi la mitad de los cementerios de Reino Unido podían quedarse sin espacio en los próximos años. La cremación, en otro tiempo muy deseada, no parece ser una opción en un mundo cada vez más concienciado medioambientalmente, pues es un proceso muy tóxico.

Árboles y tumbas acuáticas

Reinventarse parece la única opción posible. Desde opciones poco éticas (algunos cementerios de Estados Unidos y de Londres están reutilizando tumbas, algo que ya se ha hecho muchas otras veces en el pasado) a algunas más rocambolescas, está claro que deben encontrarse alternativas para la única cosa que es segura en la vida: la muerte. Hace años en Estados Unidos se inventaron las llamadas 'Cápsulas mundi': unas cápsulas con forma de huevo hechas de material biodegradable donde se entierra a la persona. Si son cenizas, se mantienen en pequeñas urnas biodegradables, mientras que si es el cuerpo se coloca en posición fetal en una urna más grande. Después, dicha cápsula es enterrada como una semilla en la tierra para que luego surja un árbol que el muerto eligió previamente en vida. Son la familia y amigos los encargados de seguir cuidando de dicho árbol cuando crezca. Es una idea parecida a la que promueven algunos arquitectos australianos que hablan de un cinturón de enterramiento fuera de las ciudades, en espacios verdes con árboles plantados junto a los muertos.

Hace años en Estados Unidos se inventaron las llamadas 'Cápsulas mundi': unas cápsulas con forma de huevo hechas de material biodegradable donde se entierra a la persona

Hong Kong también se enfrenta a una escasez inmediata de espacio en los cementerios, y durante años han tenido que reinventarse para poder continuar enterrando a sus muertos dentro del espacio montañoso en el que se encuentran. Hace unos años, una consultora de diseño con sede en Londres propuso una curiosa alternativa: 'Floating Eterinity' (o 'Eternidad Flotante'), un cementerio suspendido en el mar de la China Meridional. Algo así como un barco (para algunos es una idea demasiado costosa) en medio del océano donde descansarían para siempre los muertos. Según la consultora que promueve el proyecto, sería una forma perfecta de recuperar viejas tradiciones perdidas. Los chinos suelen llevar comida durante sus visitas a los cementerios, y de hecho es un ritual bastante común el comer después de honrar a sus seres queridos fallecidos. Sin embargo, la mayoría de cementerios de Hong Kong carecen de espacio o instalaciones suficientes para poder hacerlo, por lo que aseguran que gracias a 'Floating Eternity' podría volver a hacerse.

placeholder Cementerio de la Almudena
Cementerio de la Almudena

Las prácticas sostenibles parecen estar a la orden del día, en lo que parece una vuelta al pasado y una simbiosis entre los muertos antiguos y los que nos iremos en el futuro. En algunas zonas de África o en el Tíbet se siguen practicando los llamados entierros celestiales (de hecho en el Tíbet es la práctica más común), los cuales consisten en dejar el cuerpo del difunto en la cima de una colina a la espera de que los carroñeros se sirvan de él. Nada muy diferente de las nuevas ideas 'verdes', pensadas justamente para cuidar el planeta en pos de aquellos que se quedan en él.

Foto: Imagen: iStock

¿Y el espacio?

¿Podrá ser el espacio otra opción, cuando este mundo se nos quede pequeño y tengamos que conquistar las estrellas? Si no tenemos en cuenta la variable de que jamás podremos honrar a nuestros muertos yendo a visitarlos parece plausible. Aunque, si nos ponemos así, tampoco podemos visitar las cenizas de aquel que decide esparcirse por la Gran Vía (práctica prohibida en España). De hecho, la abogada española Andrea Santos propuso hace poco una proyecto que querría hacer realidad en 2023: una empresa que ofrezca la posibilidad de enviar las cenizas de una persona fallecida al espacio. Una idea un tanto de Elon Musk, pero según ella bastante viable en los tiempos que corren.

La abogada española Andrea Santos propuso hace poco una proyecto que querría hacer realidad en 2023: una empresa que ofrezca la posibilidad de enviar las cenizas al espacio

Quizá sea el destino que nos depara la vida en un mundo superpoblado. Pasar la eternidad muy lejos del lugar que nos vio nacer. ¿Qué es lo que nos separa emocionalmente de los muertos antiguos? Puede que el irremediable paso del tiempo, el hecho de que todos aquellos que le quisieron y compartieron la vida con él hace mucho tiempo que se fueron también, lo que nos permite observar el hecho con la óptica del paso del tiempo sin tragedia y casi con aires de leyenda. Lo descorazonador es cerciorarnos de que, irremediablemente, algún día esos muertos antiguos seremos nosotros.

Hace miles de años alguien murió y aquellos que habían compartido con él este pequeño parpadeo del tiempo que se llama vida no solo lloraron su pérdida, sino que por primera vez le honraron, enterrándole. Fue, probablemente, el primer signo que nos diferenció del resto de animales de la creación, la capacidad de entender que somos efímeros y de homenajear a los de nuestra manada que se han ido.

Noticias Curiosas
El redactor recomienda