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¿Cómo puedo saber si tengo el síndrome de las piernas inquietas?
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¿Cómo puedo saber si tengo el síndrome de las piernas inquietas?

Sus síntomas, muy similares a los de otras patologías, pueden dar lugar a confusión. Un diagnóstico correcto de este trastorno es la clave para encontrar el tratamiento adecuado

Foto: Foto: Freepik.
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Es fácil que alguna vez hayas oído hablar del síndrome de piernas inquietas (SPI), un trastorno que afecta al 5-10% de la población adulta y al 2-4% de los niños y adolescentes europeos, y que puede tener consecuencias significativas sobre la salud y la calidad de vida. Aun así, se estima que solo se diagnostican correctamente uno de cada diez casos (en niños incluso menos).

Este problema, explica el doctor José Luis Fernández Plaza, neurofisiólogo del Hospital Quirónsalud Sur en Alcorcón, “es un trastorno neurológico, clasificado entre las enfermedades del sueño, que se produce por una alteración en el funcionamiento de determinadas partes del sistema nervioso central que se encargan del control del movimiento”.

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Se caracteriza por una necesidad imperiosa de moverse —especialmente centrada en los miembros inferiores— cuando se está en reposo, y que mejora o desaparece con el movimiento. Este síntoma, continúa el doctor, “se presenta con un marcado carácter periódico, vespertino (última hora de la tarde) y sobre todo nocturno, mientras dormimos o intentamos hacerlo; de ahí que se considere una enfermedad del sueño. Además, tiene un componente familiar o hereditario, que a veces no es fácil de rastrear”.

El diagnóstico se realiza basándose en estos síntomas y es, por tanto, básicamente clínico. “No obstante”, aclara el especialista, “aparte de la utilidad de una prueba de sueño y otras relacionadas, que pueden ayudar a confirmar el diagnóstico, así como a valorar cómo está interfiriendo la alteración en la calidad del sueño, existen otras pruebas que muchas veces es necesario realizar”.

Un diagnóstico diferencial

El electromiograma (EMG) es una de ellas y se hace necesaria para valorar la posible existencia de una polineuropatía. “Este trastorno consiste en una afectación generalizada de los nervios —continúa el doctor Fernández Plaza—. Y, en especial, en sus fases iniciales o si se afecta solo al componente sensitivo, produce síntomas muy parecidos. Así, muchas polineuropatías inicialmente se manifiestan como una sensación de parestesias, hormigueo o entumecimiento de los pies, y a veces también de manos, que se presentan en el silencio de la noche, mientras descansamos”.

Esto es debido a que las terminales sensitivas de los pies, al estar estos en reposo y desconectados del suelo, dejan de trabajar al mismo nivel que cuando estamos de pie o andando. La actividad de estas terminales es indispensable para valorar el suelo que pisamos, nuestra posición y el control de la marcha. En la situación de reposo, sin embargo, es cuando el cerebro "tiene más tiempo para enterarse de que algo no va bien", lo que produce los síntomas descritos.

Por tanto, para hacer un diagnóstico correcto de un SPI, en muchas ocasiones se necesita confirmar la ausencia de polineuropatía; para ello, un estudio de los nervios mediante EMG debe dar un resultado normal.

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Esta prueba “consiste realmente en una electroneurografía (ENG), que se basa en recibir calambres recogiendo la respuesta mediante electrodos adhesivos en diferentes partes de las extremidades, normalmente sin necesidad de recurrir a pinchazos. Sin embargo, hay que comentar que también la patología lumbosacra, que afecta a las raíces inferiores, que forman los nervios que van a las piernas y pies, puede ser un factor de confusión en el diagnóstico del SPI. En este caso, una imagen mediante RMI y a veces un EMG, esta vez sí, con el uso de agujas, pueden estar indicados en el proceso diagnóstico”.

En los últimos años, se ha producido un gran avance en el tratamiento de las piernas inquietas. Las formas menos severas requieren simples medidas conservadoras, como podrían ser hábitos de sueño más saludables (horarios regulares, no comer antes de dormir...), la práctica de ejercicio físico moderado al atardecer y evitar las bebidas con cafeína.

“En otras situaciones puede requerirse un tratamiento de sustitución de hierro, pero los casos más graves”, concluye el doctor Fernández, “cuando hay una pérdida severa del sueño, muchas veces requieren tratamiento farmacológico”.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para practicar deporte que mejore nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con el Hospital Quirónsalud Sur Alcorcón​.

Es fácil que alguna vez hayas oído hablar del síndrome de piernas inquietas (SPI), un trastorno que afecta al 5-10% de la población adulta y al 2-4% de los niños y adolescentes europeos, y que puede tener consecuencias significativas sobre la salud y la calidad de vida. Aun así, se estima que solo se diagnostican correctamente uno de cada diez casos (en niños incluso menos).

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