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¿Puede de verdad un susto acabar con el hipo? Esto dice la ciencia
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¿Hip-Hip... Hurra?

¿Puede de verdad un susto acabar con el hipo? Esto dice la ciencia

Hasta ahora, no ha habido manera de librarse de él, pero ya existe toda una serie de razones por las que el valor del remedio casero contra el hipo podría ir más allá del efecto placebo

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Cuando llega, nadie puede escapar del hipo. Tan gracioso como molesto, esta repetición acelerada de espasmos en el diafragma se nos sigue escapando a nuestro control. Es difícil dar con la clave para detenerlo, tanto que los siglos han depositado en nosotros una especie de creencia paralela a la ciencia que reúne toda una serie de posibilidades como remedios: que si sorber agua muy poco a poco y aguantarla, que si aguantar la respiración misma, que si esperar a que alguien nos de un buen susto.

La opción del susto, para qué mentir, siempre resulta la más entretenida. Porque puestos a soportar el fastidio que resulta el hipo, qué mejor que tratar de hacerlo desde la diversión, a fin de cuentas estamos hablando de impulsos de nuestro organismo que, a priori, no deben causar dolor.

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La mayoría de las curas populares comunes para el hipo parecen tratar de enfrentar este fenómeno de dos maneras: desviando los recursos del cerebro de los nervios responsables de aquel o interfiriendo/estimulando directamente las partes del cuerpo involucradas. La cuestión es: ¿Sirven de verdad para algo?

No siempre es gracioso

Hasta la fecha, no existen pruebas científicas sólidas que se asemejen a los siglos de anécdotas que respaldan la cura para el rechazo que nos produce, pero hay una serie de razones por las que el valor del remedio casero podría ir más allá del efecto placebo, según explican desde Live Science.

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Para empezar habría que dejar claro qué es el hipo. Sin embargo, no es que se tenga del todo claro: su mecanismo se comprende bien, pero su propósito sigue siendo incierto. Ocurre, eso sí, cuando una serie de espasmos rítmicos en el diafragma dan como resultado una contracción ruidosa de las cuerdas vocales, y entonces surgen esos sonidos característicos que tanta gracia nos hace.

No obstante, el hipo no siempre es gracioso. Si has pasado más de algunos minutos subyugado a él, sabrás de lo que estamos hablando, o aún peor: si lo has padecido durante días. En el mundo, existen personas que han convivido con este como constante durante nada más y nada menos que años. Viéndolo así, frenarlo no parece nada más que cuestión de suerte... Aunque quizás no.

Opciones para frenarlo

Algunas supuestas curas lo intentan incluso por doble vía, como la opción de aguantar la respiración que interrumpe el movimiento normal del diafragma y al mismo tiempo aumenta el nivel de dióxido de carbono en el cuerpo, lo que puede hacer que el cerebro descuide el mantenimiento del hipo y se concentre en el asunto apremiante de reanudar el suministro de oxígeno, según explican desde el Departamento de Otorrinolaringología del Centro Médico de la Universidad de Nueva York.

Pero nos sigue gustando más el susto repentino. Este gesto, capaz de reactivar el patrón de respiración, proporciona al mismo tiempo un estímulo primordial al sistema nervioso simpático, que activa la respuesta de estrés de lucha o huida.

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En un informe de caso publicado en la revista Canadian Family Physician en el año 2000, los investigadores Aya Peleg y Roni Peleg explican el caso de un hombre de 40 años que se curó repentinamente de un caso de hipo que arrastraba desde hacía cuatro días cuando eyaculó durante el coito con su esposa.

Los autores especularon que la cura inesperada funcionó por la misma razón que el método del miedo: "Un mecanismo similar a este ocurre cuando alguien se sobresalta, lo que teóricamente resulta en una estimulación simpática que podría conducir a un cese del hipo", escribieron los autores del artículo.

Concluyeron el informe agregando otro remedio potencial al archivo: "En circunstancias en las que las relaciones sexuales con una pareja no son posibles, la masturbación podría probarse como un medio para detener el hipo intratable".

Cuando llega, nadie puede escapar del hipo. Tan gracioso como molesto, esta repetición acelerada de espasmos en el diafragma se nos sigue escapando a nuestro control. Es difícil dar con la clave para detenerlo, tanto que los siglos han depositado en nosotros una especie de creencia paralela a la ciencia que reúne toda una serie de posibilidades como remedios: que si sorber agua muy poco a poco y aguantarla, que si aguantar la respiración misma, que si esperar a que alguien nos de un buen susto.

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