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No podrás dejar de pensar en estas paradojas que harán que te explote la mente
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PARADOJAS MENTALES

No podrás dejar de pensar en estas paradojas que harán que te explote la mente

A veces hay que darle algún desafío a nuestro cerebro para que salga de su rutina y se mantenga en forma, las paradojas son enigmas que nos hacen pensar intensamente

Foto: Con estas paradojas te va a explotar el cerebro (cookie_studio para Freepik)
Con estas paradojas te va a explotar el cerebro (cookie_studio para Freepik)

Tenemos la mente llena de ruido, de ideas desordenadas, de problemas invasivos, de prejuicios, de sesgos y de expresiones automáticas que decimos sin pensar. Es un hervidero y el día a día nos obliga a tomar decisiones rápidamente, sin dudar mucho. Hemos acostumbrado a nuestro cerebro a una rutina y a un entorno que ya se conoce, y se ahorra mecanismos de pensamiento.

Por eso, cuando se nos presenta la oportunidad de ser analíticos y meticulosos, nos tropezamos. Las paradojas son un claro ejemplo de pensar “fuera de la caja”, algo que nos saca de nuestra zona de confort. Es como hacer un crucigrama, la mente se vuelve más activa y se ejercita, porque una paradoja encierra en sí misma una idea completamente opuesta a la inicial. A la larga, intentar dar respuesta a estas contradicciones nos da la habilidad de pensar de manera más amplia, crítica y objetiva.

Foto: Fuente: iStock.

Como cuentan los psicólogos de La Mente es Maravillosa, la vida en sí es una extraña contradicción, en la que gastamos nuestro tiempo trabajando para vivir bien y hacer cosas, pero luego no tenemos tiempo para nada más que para trabajar. La felicidad entraña otra curiosa paradoja, como decía el psiquiatra Viktor Frankl, “la mejor manera de ser feliz es olvidarse de tratar de ser feliz, y simplemente dejar que la felicidad ocurra (aparezca) por sí sola”.

Las paradojas son contradicciones que tienen sentido

Los agujeros negros llevaron de cabeza a Stephen Hawking durante gran parte de su vida. ¿Cómo era posible que dentro de un agujero negro no haya nada, pero todo lo que entra en su interior desaparece? Si la materia no se crea ni se destruye, sino que se transforma, entonces, ¿dónde está todo lo que atraviesa un agujero negro? Este enigma, de momento, no tiene respuesta, pero da para una tarde de diálogo.

placeholder La paradoja de la mariposa social es toda una contradicción (Samantha Gades para Unsplash)
La paradoja de la mariposa social es toda una contradicción (Samantha Gades para Unsplash)

Existe una figura en nuestra sociedad llamada “mariposa social”. Esto es, en sí, una paradoja de la amistad, que afirma que “tus amigos tienen más amigos que tú e incluso se divierten más”. Dejando a un lado la percepción subjetiva que tengamos de nuestras amistades, siempre hay uno que triunfa en las fiestas, que conoce a todo el mundo y que se divierte más. Si pensamos “fuera de la caja”, veremos que nosotros mismos somos la “mariposa social” de alguien, y entonces entramos en un bucle de pensamiento que no lleva a ninguna conclusión.

Otra curiosa historia, extraída de la novela de Joseph Heller, titulada Catch-22, cuenta que un joven aviador de la II Guerra Mundial quería salir del ejército. Se le ocurrió la idea de comportarse de manera extraña, para que en la evaluación psiquiátrica lo tacharan de “loco” y así ser despedido de la militancia. Sin embargo, el psiquiatra le explicó que solo los aviadores que están locos son aptos para ser pilotos de combate. El joven tuvo que quedarse en el ejército a pesar de todos sus esfuerzos. Es una contradicción parecida a lo que ocurre actualmente con los jóvenes que buscan empleo, les piden experiencia para trabajar, pero necesitan trabajo para ganar experiencia. Una pescadilla que se muerde la cola.

Las contradicciones nos rodean día a día, de nosotros depende aprender de ellas

Por último, la paradoja más curiosa de la lista es la de la tolerancia. Es contradictorio que ser tolerante signifique tolerarlo todo, menos la intolerancia. Entonces, “un tolerante es intolerante a la tolerancia, a no ser que se convierta en tolerante a la intolerancia también”. Aquí es cuando los circuitos del cerebro se han quemado. Al final, Sócrates tenía razón, “solo sé que no sé nada”.

Tenemos la mente llena de ruido, de ideas desordenadas, de problemas invasivos, de prejuicios, de sesgos y de expresiones automáticas que decimos sin pensar. Es un hervidero y el día a día nos obliga a tomar decisiones rápidamente, sin dudar mucho. Hemos acostumbrado a nuestro cerebro a una rutina y a un entorno que ya se conoce, y se ahorra mecanismos de pensamiento.

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