Tal Ben-Sahar: "El camino más directo a la felicidad es ser infelices"

Solo hay dos tipos de personas en el mundo que no sienten miedo, frustración, ira, ansiedad o enfado: los psicópatas y los muertos. Con esta excelente metáfora, Tal Ben-Sahar abrió su conferencia de apertura de la nueva edición del World Business Forum Madrid 2022, del que El Confidencial es media partner oficial. El profesor en Harvard de algo tan complejo y abstracto como es la felicidad individual y autor de varios best-sellers, recalcó que hoy mismo, antes de salir al escenario, se sentía nervioso (y por ello infeliz) por el hecho de salir a hablar delante de cientos de personas.

"Cuando comencé a enseñar, mi mayor reto fue hacer frente a mi profunda introversión", confesó. "Soy tímido y me pongo bastante nervioso cuando tengo a un gran público enfrente. Pero, en vez de intentar reprimir esas emociones, lo que hago es pensar en la enorme suerte que tengo. Al menos, me digo, no soy un psicópata y estoy vivo", alegó en referencia a su comentario anterior. Precisamente, Ben-Sahar cree que el mejor camino a la felicidad es la infelicidad. Y, en este sentido, tenemos que permitirnos a nosotros mismos sentirnos humanos, esa clase de seres vivos que sienten emociones, tanto positivas como negativas y que tienen miedo a la muerte, a la desaparición.

"Tenemos mucho potencial que se pierde por la falta de conocimiento, y por ello la ciencia de la felicidad a la que me dedico es tan relevante"

El profesor de la felicidad, como suelen referirse a él en los grandes círculos empresariales y académicos, apuntó que dichas emociones negativas son las que nos hacen más fuertes, al igual que cuando sometes a tensión a un músculo de forma continuada al cabo de los días este se hace más grande. Lo que no te mata te hace más fuerte, que diría un filósofo. Ben-Sahar tomó prestado el concepto de antifragilidad de Nassim Taleb para aplicar estos hallazgos en felicidad humana al mundo empresarial, pues no deja de ser uno de los más codiciados asesores y conferenciantes a líderes que dirigen grandes multinacionales de todo el mundo.

Tiempos antifrágiles y líderes vulnerables

"Resulta que tenemos sistemas de antifragilidad a nuestro alrededor y dentro de nosotros", prosiguió, un concepto que también asemejó al de resiliencia, tan de moda desde que arrancó la pandemia del coronavirus. "Todos nosotros somos un sistema antifrágil físico y psicológico" y, a continuación, pidió que los asistentes que hubieran oído hablar alguna vez sobre el trastorno postraumático levantasen la mano. Una gran parte del público obedeció la petición del profesor y, justo después, Ben-Sahar les volvió a pedir lo mismo, solo que esta vez con el término de crecimiento postraumático. Entonces, solo dos personas levantaron su brazo.

"Aceptar que soy vulnerable no significa resignarse, sino propiciar la aceptación activa de la emoción que nos hace daño"

"¿Por qué todo el mundo ha oído hablar del trastorno postraumático, pero no del crecimiento traumático?", aseveró el experto en felicidad y liderazgo. "La mayor parte de la gente no sabe que existe, tan solo tenemos que desplegar las condiciones físicas y psicológicas para que suceda. Tenemos mucho potencial que se pierde por la falta de conocimiento, y por ello la ciencia de la felicidad a la que me dedico es tan relevante, sobre todo en los momentos difíciles o de incertidumbre". Y, más aún, como remarcó después, "para personas en altos cargos de responsabilidad de sus compañías".

Darse el permiso de sentirse humano, para Ben-Sahar, es sinónimo también de admitir nuestra propia vulnerabilidad. "Aquellos que no saben llorar con todo su corazón tampoco saben reír", dijo, tomando la cita de la histórica política israelí Golda Meir. "Aceptar que soy vulnerable no significa caer en la resignación, sino propiciar la aceptación activa de la emoción que nos hace daño y más tarde escoger cuál es nuestra decisión. No hay emociones buenas ni malas, no soy una mala persona porque sienta envidia o ira. Eso lo determinará el camino que tome después de sentir esa emoción, las acciones que lleve a cabo. La valentía no implica dejar de sentir miedo, sino darnos el permiso para que las emociones fluyan libremente dentro de mí".

Crecimiento y felicidad

¿Cómo sentirnos más humanos? ¿Cómo dar rienda suelta a esa vulnerabilidad y a la vez no resignarse? El profesor se mostró taxativo: dándonos permiso para llorar, expresar nuestras emociones con los demás o compartirlas con nosotros mismos gracias a la escritura. Estas son las tres vías de hacerse fuerte a partir de la antifragilidad, pues todas ellas implican una liberación hormonal que propicia que nos sintamos mejor y más relajados. Además, "la felicidad es contagiosa, por lo que la gente que esté a nuestro alrededor se sentirá mejor y más inspirada si nosotros nos damos el permiso de sentir".

Ben-Sahar prosiguió su conferencia con ejemplos concretos y consejos sobre cómo liderar equipos en un ambiente de riesgo e incertidumbre. "Nuestras circunstancias son importantes, pero nuestra vocación y motivación pueden marcar la diferencia", agregó. Y, en este sentido, reprochó que muchos de los grandes líderes de compañías no se pueden permitir expresar emociones o sentirse humanos, ya que su puesto de responsabilidad con sus clientes y empleados les impide dar muestras de vulnerabilidad. Por ello, abogó por el valor de la recuperación física y psicológica.

¿El mejor consejo para un liderazgo fructífero y positivo? "Encontrar un espacio y un tiempo para poder ser nosotros mismos", puntualizó el experto. "Al igual que un músculo cansado que después del ejercicio necesita recuperarse, nuestras mentes también, y eso pasa por buscar momentos micro y macro de recuperación psicológica que pasan por hablar con alguien de confianza o escribir un diario todas las noches".

Además, Ben-Sahar recomendó el baile, ya que representa una conjunción entre cuerpo y mente muy positiva: "Nuestros huesos y músculos se mueven, socializamos con otras personas y lo más importante: es imposible no sonreír cuando bailamos". Por último, abogó por el cuidado personal y colectivo, no solo para crecer y ser mejores en nuestras organizaciones y en nuestra vida personal, sino para hacer de este mundo un lugar mejor y darle un significado profundo a nuestra vida que vaya más allá del yo o de la misión profesional.