“A veces las cosas viejas son las mejores”: una maestra da una lección a sus alumnos

Lola Cabrillana es consciente de que, al ser maestra de infantil, va a llevarse a casa cientos de anécdotas dignas de contar. En su cuenta de Twitter (@de_infantil) las va recopilando para que el resto de usuarios podamos disfrutarlas. En esta ocasión, se encontró en una situación algo complicada que requirió de imaginación para solventarla.

Una de sus alumnas estaba cabizbaja y la profesora le preguntó qué le pasaba. La niña, visiblemente dolida, respondió que "un compañero le había dicho que su bolsita del desayuno estaba vieja". Lola no se lo pensó dos veces, tenía un plan, y reunió a toda su clase de infantil. Lo primero que hizo fue agrupar todos los juguetes del aula en dos montones, los nuevos y los viejos. Allí había juguetes que habían ido pasando de generación en generación y estaban muy gastados.

Llegó el momento de reflexionar. A los niños les gustan muchos de los juguetes del montón viejo, les tienen cariño. Se dan cuenta de que las cosas viejas también sirven. La maestra pone el ejemplo de la bolsita desgastada de su alumna, el objeto de la discordia. La bolsita sirve perfectamente para llevar su contenido, aunque sea una cosa vieja.

Los niños son muy sinceros, para bien y para mal

La guinda del pastel es cuando uno de los alumnos de Lola, con toda la inocencia de un niño, suelta una frase que da perfectamente en el clavo: "su abuelo es viejo y lo quiere mucho". Ahí los niños comienzan a entender y a empatizar con su compañera. Todos tienen a alguien que es “viejo” y que quieren mucho. Incluso su propia profesora, por mucho que le pese como ha admitido ella, entraría en ese grupo.

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Lola termina el tweet con una gran reflexión: "Hay que apreciar lo que tenemos. Y eso también se puede enseñar en las escuelas". Muchos lectores de Twitter han quedado encantados con el método y admiten que ojalá hubiese más profesoras como ella, con una visión más amplia de lo que es la educación para niños.

Esta maestra de infantil ha conseguido en unos minutos dar a estos alumnos una lección de vida doble que nunca van a olvidar. Primero, los niños han aprendido a apreciar las cosas gastadas y viejas, a reconocer su valía y a admitir el cariño que desprenden. Y por último, han aprendido a empatizar con su compañera, que ha pasado a tener la bolsa de desayuno más “molona” de toda la clase.