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“Deja de quejarte”: Lamentarse en exceso empeora tu estado de ánimo
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OPTIMISMO INTELIGENTE

“Deja de quejarte”: Lamentarse en exceso empeora tu estado de ánimo

El cerebro aprende las cosas si se las repetimos muchas veces, pero también asimila los estados de ánimo si nos regodeamos en ellos

Foto: Quejarse en exceso afecta a nuestra salud mental (Afif Ramdhasuma para Unsplash)
Quejarse en exceso afecta a nuestra salud mental (Afif Ramdhasuma para Unsplash)

Cuando algo nos frustra o nos sale mal, nos quejamos. Cuando un servicio o un producto no cumple nuestras expectativas, nos quejamos y ponemos una reclamación. Cuando algo nos duele, también nos lamentamos. Parece que los seres humanos somos expertos en protestar cuando algo no nos gusta o nos hace sentir incómodos.

Sin embargo, quejarse demasiado puede convertirse en un mal hábito del que es difícil desprenderse, con todos los puntos negativos que esto conlleva. En un estudio de la Universidad de Alabama, publicado en la revista Psychology Today, se intentó esclarecer cuánto era ‘quejarse mucho’ y cómo esto aumentaba nuestros niveles de estrés. Y es que, un estado de descontento continuo puede afectarnos negativamente, elevando nuestros niveles de cortisol, la presión arterial, y debilitando nuestro sistema inmune.

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Ya lo dijo, salvando la ironía, Stephen Hawking en una entrevista: “Quejarse es inútil y una pérdida de tiempo. No lo pienso hacer nunca”. Sin embargo, hay personas que no pueden evitarlo. Son pesimistas por naturaleza y, al estar constantemente quejándose, acaban entrando en un estado de victimismo del que es muy complicado salir y que no trae nada bueno.

Pero quejarse también es necesario

No estamos hablando de dejar de quejarse para siempre, porque esto sería contraproducente para nuestra salud mental. A veces, es bueno desahogarse en voz alta con otra persona. El hecho de verbalizar nuestros problemas y ser escuchado es algo muy importante y es un acto social que nos es innato. El problema viene cuando hacemos de las quejas y reclamos, un hábito sin la intención de ser constructivos y buscar el camino hacia una solución.

placeholder Quejarse es bueno en su justa medida (Julien L para Unsplash)
Quejarse es bueno en su justa medida (Julien L para Unsplash)

El asunto se agrava si, a la vez que nos quejamos, más allá de criticar a otros por nuestros errores o problemas, acabamos culpándonos a nosotros mismos sin descanso. Esto termina mermando la autoestima y, de tanto repetirlo, el cerebro lo asimila y nos lo acabamos creyendo. Esta situación nos impide avanzar y construirnos como personas. Ya lo dice el refrán: “Una mentira repetida cien veces se convierte en verdad”.

Encontrar el equilibrio entre desahogarse y “quejarse por todo a todas horas” es la clave para no acabar en una espiral destructiva. La técnica psicológica llamada optimismo inteligente puede ayudarnos a desarrollar una mentalidad más constructiva y optimista. No se trata de estar siempre felices sin importar las circunstancias o de mantener una actitud optimista sin fundamento.

Con el optimismo inteligente nos convertimos en personas proactivas

El optimismo inteligente es la capacidad de cada persona para observar su realidad y localizar lo que no funciona, lo que le frustra. Una vez detectado aquello que no va bien, el siguiente paso es abordar el problema con actitud positiva y buscando la manera de afrontar las dificultades y mejorar la situación.

La persona que vive la vida con optimismo inteligente no trata de negar la realidad o de minimizar los problemas, sino que busca los puntos de vista que le ayudan a afrontar esa situación y, cuando algo va bien, sabe también apreciar el momento. Todo es cuestión de práctica y de intentar ver las piedras en el camino con otro filtro.

Cuando algo nos frustra o nos sale mal, nos quejamos. Cuando un servicio o un producto no cumple nuestras expectativas, nos quejamos y ponemos una reclamación. Cuando algo nos duele, también nos lamentamos. Parece que los seres humanos somos expertos en protestar cuando algo no nos gusta o nos hace sentir incómodos.

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