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La cárcel de tus sueños: cómo ha evolucionado la arquitectura de las prisiones
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La cárcel de tus sueños: cómo ha evolucionado la arquitectura de las prisiones

Los espacios de segregación que tienen como idea reformar no tienen tanto tiempo como podíamos pensar, pero han cambiado mucho

Foto: La cárcel con estructura circular de Mataró, a modo de panóptico de Foucault.
La cárcel con estructura circular de Mataró, a modo de panóptico de Foucault.

Algo descubrieron las primeras personas que vivieron de manera gregaria y actuando como sociedad que ha llegado hasta nosotros: el hecho de que, para poder funcionar correctamente, debían imponerse castigos. Aquellos individuos díscolos que no encajaban con las normas de la sociedad podían ser peligrosos para la misma y, por tanto, debía pensarse un sistema que mantuviese al resto del grupo a salvo. Sin entrar en temas filosóficos o moralizantes, está claro que hubo un momento en que en el horizonte comenzaron a perfilarse las preguntas que todavía nos competen: ¿sirve más el castigo que la enseñanza? ¿Funciona la reinserción? ¿Hay individuos malos por naturaleza?

Y, en algún momento de la historia, comenzaron a concebirse las cárceles para separar a (como diría Cortázar) 'los del lado de acá' de 'los del lado de allá'. Antes, los castigos eran otros: podías ser condenado al ostracismo o golpeado con un bastón, pero la idea de la prisión llegaría bastante después. Aunque en la Edad Media el encierro existía como medida preventiva, fue el paso del tiempo el que llevó a Europa a utilizarla como una pena represiva (combinándola con castigos corporales). A partir del siglo XVIII se pueden encontrar en nuestro continente los orígenes de los establecimientos penitenciarios (aunque un siglo antes ya existían las denominadas casas de corrección en Gran Bretaña): espacios de segregación para el tratamiento de las desviaciones con la idea de reformar al individuo.

Las cárceles diseñadas por Piranesi unían la arquitectura romana con la etrusca y la egipcia

Pero, si hay algo que define nuestra capacidad para sentirnos más o menos felices en este mundo despiadado, es justamente el lugar que habitamos. Desde que el ser humano se tumbaba a mirar las estrellas sin un techo de por medio hasta los conglomerados de edificios superpoblados que encontramos en las ciudades hoy en día, o las llamadas casas ataúd de Hong Kong, pruebas mudas del capitalismo acérrimo, ha pasado mucho tiempo. Con las cárceles ha sucedido igual. La arquitectura ha evolucionado en función de las necesidades de los individuos, con la diferencia de que, en este caso, la vigilancia es constante y debe ser efectiva.

Es inevitable pensar en las oníricas cárceles de Piranesi cuando pensamos en prisiones. Sus Carceri (espacios imaginarios laberínticos y claustrofóbicos, con puentes y escaleras que no conducían a ningún lugar) han quedado para el imaginario colectivo como ejemplos de lo que podría ser una cárcel psicológica. "Combinaba la arquitectura romana con la etrusca y la egipcia, anticipándose a lo que serían las cárceles de su siglo, pues dibujaba también grandes vestíbulos, pasillos oscuros, ventanas con rejas, cadenas, poleas y máquinas de tortura", me cuenta la arquitecta Alba Godoy Ferrer, de Arquitectura y Empresa. "Pero, sobre todo, anticipa esa sensación de melancolía y angustia que se respiraba en estos lugares en los que la exposición punitiva del recluso era el principal objetivo, creando una doctrina que sirvió de reflexión arquitectónica hasta ya adentrada la modernidad".

placeholder Las fantasías carcelarias de Giovanni Piranesi.
Las fantasías carcelarias de Giovanni Piranesi.

Aparentemente, se ve una diferencia entre las cárceles del siglo XIX que trataban de aislar a la gente frente a las de ahora, que tenemos la idea de que están concebidas para que los presos vivan dignamente. Le pregunto a Alba si la arquitectura puede influir en todo esto: "Ciertamente, la arquitectura influye y mucho en la calidad de vida de los reclusos y, por ende, en sus posibilidades de reinserción en la sociedad. En las cárceles antiguas, el preso pasaba mucho tiempo en su celda, mientras que hoy en día se les proporciona un trabajo y muchos centros penitenciarios cuentan ya con pabellones de deporte, zonas de lectura y aulas de estudio. Ha habido un gran avance en cuanto a la habitabilidad de los espacios que, al igual que todas las edificaciones, ahora se conciben desde el principio para tener unas buenas condiciones de ventilación natural e iluminación, soleamiento y aislamiento acústico y térmico", explica.

"En las cárceles antiguas, el preso pasaba mucho tiempo en su celda, mientras que hoy en día se les proporciona un trabajo"

Imaginemos desde un punto de vista arquitectónico (y un poco polémico, no vamos a engañarnos) cómo sería la cárcel perfecta. Alba y yo no seríamos las primeras en imaginar algo así, por supuesto, pues no hay más que echar un vistazo al panóptico de Foucault. "Sin duda es el subtipo más famoso dentro de los sistemas de inspección central, en el que plasma la idea de Jeremy Bentham (pensador inglés del siglo XVIII) de una estructura carcelaria similar a la torre del panóptico. Su fin era controlar por completo a los presos situándola en el centro del recinto y disponiendo las celdas de manera circular a su alrededor, aunque los reclusos no sabían cuándo estaban siendo vigilados. La esencia, que todavía se conserva hoy en día no solo en cárceles, sino en la sociedad en general, es la imposición de una conducta a un grupo partiendo de la idea de estar vigilados. Esto asegura un mejor comportamiento del recluso, aunque no implica su reintegración en la sociedad, pues nadie puede garantizar que, cuando no exista vigilancia, el individuo seguirá teniendo una conducta adecuada", cuenta Alba.

placeholder Alcatraz en una ilustración antigua. (iStock)
Alcatraz en una ilustración antigua. (iStock)

Alcatraz también es otro ejemplo de cárcel que ha quedado en el imaginario colectivo por su fama, pero ¿es la cárcel ideal? "Según lo que estemos buscando, como siempre", apunta Alba. "Alcatraz no perseguía la reeducación de sus presos, pues allí destinaban a los más peligrosos de Estados Unidos. En cierta manera, era pionera en términos de segregación por condena. El objetivo, en este caso, era que nadie escapase de allí, y no se conoce a nadie que lo consiguiese (con vida), pues, además de máxima seguridad dentro de sus paredes, contaba con una fortaleza alrededor del recinto, situado en una pequeña isla de California rodeada en su totalidad por agua helada con fuertes corrientes".

La vigilancia constante asegura un mejor comportamiento del recluso, aunque no implica su reintegración en la sociedad

Entonces, ¿cuál es la cárcel perfecta? (Si algo así es posible). "La segregación es muy importante y la arquitectura penitenciaria debería reflejar una distinción entre las diferentes categorías de delitos que hayan cometido los que allí se alojan, pues, con el sistema actual, un preso puede ser influido por la conducta o pensamiento de otro mucho más peligroso, impidiendo así una mejor reinserción. Es importante que las prisiones tengan pabellones completamente independientes, pero también que existan distintos tipos de centros penitenciarios, de convivencia más controlada y reducida, a los que se adapte la rutina según las necesidades", indica Alba.

La vigilancia es, por tanto, uno de los puntos pendientes a la hora de concebir una cárcel, aunque las nuevas tecnologías podrían estar cambiando ese escenario. "Por supuesto, la tecnología ha facilitado mucho la operabilidad de los centros penitenciarios, pues cuentan con sistemas de detección perimetral para reducir el riesgo de fuga y controlar las personas que entran y salen del recinto mediante sistemas biométricos (que identifican a cada persona por la huella o lectura facial) con el fin de controlar el robo de identidades, al igual que existen múltiples cámaras de videovigilancia situadas estratégicamente en el recinto. También las tecnologías de la información y comunicación (TIC) nos permiten medidas de control telemático mediante vigilancia electrónica para que el recluso pueda salir del centro con el dispositivo mediante el cual se le geolocaliza, y luego volver a él pasadas unas horas, garantizando una reinserción más progresiva".

Foto: Uno de los accesos a 'Black Dolphin', una de las prisiones más peligrosas (Fuente: iStock)

¿Se podría construir una cárcel tan perfecta que no necesitara vigilancia? "Si combinamos una buena arquitectura con módulos y celda independientes, y damos uso a la tecnología de la que disponemos hoy en día, se puede llegar a tener centros penitenciarios mucho más seguros que requieran de poca vigilancia, pero, aun así, siempre se necesitará alguna figura de control, por ejemplo en el patio o zonas comunes donde los reclusos conviven unos con otros", indica la arquitecta.

"Sería importante paliar la angustia y la melancolía. Las puertas con barrotes hacen que una persona se sienta enjaulada"

Otro punto fundamental es el evitar suicidios, lo que quizá también podría plantearse desde un punto de vista arquitectónico. "Podría convertirse en una barrera física [la arquitectura] si se contempla desde el principio", apunta Alba. "Por ejemplo, a menudo se diseñan las celdas con mobiliario fijo, de hormigón, para que no se pueda arrancar una parte y utilizarlo para hacer o hacerse daño. Hay que tener en cuenta cada detalle, pero sin duda sería más interesante profundizar en paliar la angustia y melancolía mediante la creación de espacios más humanizados. Las puertas con barrotes hacen que una persona se sienta enjaulada, es mejor poner puertas opacas con una pequeña ventilación que sirva como vigilancia. También son importantes los materiales empleados, la iluminación natural y la gama cromática escogida en cada espacio, pues los colores producen emociones y conductas en las personas y tenerlo en cuenta desde el principio hace que los espacios sean más habitables".

Algo descubrieron las primeras personas que vivieron de manera gregaria y actuando como sociedad que ha llegado hasta nosotros: el hecho de que, para poder funcionar correctamente, debían imponerse castigos. Aquellos individuos díscolos que no encajaban con las normas de la sociedad podían ser peligrosos para la misma y, por tanto, debía pensarse un sistema que mantuviese al resto del grupo a salvo. Sin entrar en temas filosóficos o moralizantes, está claro que hubo un momento en que en el horizonte comenzaron a perfilarse las preguntas que todavía nos competen: ¿sirve más el castigo que la enseñanza? ¿Funciona la reinserción? ¿Hay individuos malos por naturaleza?

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