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¿Podría la Tierra ser colonizada por otras civilizaciones estelares? La respuesta está en nuestro Sol
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SOBRE LA ECUACIÓN DE DRAKE

¿Podría la Tierra ser colonizada por otras civilizaciones estelares? La respuesta está en nuestro Sol

Un nuevo estudio ofrece pistas sobre por qué todavía ninguna forma de vida inteligente extraterrestre ha enviado señales de su existencia: nuestra estrella no les parecería "demasiado interesante"

Foto: Foto: iStock.
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Cuando surge el debate sobre si estamos solos en el Universo o realmente hay algún tipo de vida inteligente ahí arriba, se suele recurrir a la paradoja de Fermi, tal vez la más valiosa para posicionarse en el no. Esta viene a criticar la llamada ecuación de Drake, la cual postula que debido al gran tamaño del Universo, sería más descabellado pensar que solo hay una civilización desarrollada como la nuestra que el hecho que no la haya. Según dicha ecuación, si solo en nuestra galaxia hay entre 200 y 400 millones de estrellas, al menos diez estarían en algún tipo de sistema que permitiera la vida inteligente y que, de alguna forma, podría comunicarse con nosotros.

Pero Enrico Fermi vio una contradicción en esta suposición lógica y matemática. Si realmente existieran civilizaciones inteligentes en nuestra Vía Láctea, habrían encontrado alguna forma de llegar hasta nosotros o de darnos algún tipo de señal. Al menos, suponemos, de radio, como nuestra civilización hizo en el año 1936 con la inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín por el mismísimo Adolf Hitler. En este sentido, como no hemos tenido ninguna prueba fehaciente de esas hipotéticas civilizaciones o una mínima señal que dé fe de su existencia (más allá de las suposiciones o relatos ufológicos), eso quiere decir que no hay vida inteligente más allá del Sistema Solar o, al menos, no disponemos de los instrumentos adecuados de observación para detectarla.

Nuestro Sol no llamaría la atención de otras formas de vida más avanzadas, ya que le queda poco tiempo de vida en comparación a otras estrellas de nuestra galaxia

Pero ahora un nuevo estudio, publicado en la revista Astronomical Journal ha tomado desde otra perspectiva la ecuación de Drake para llegar a una conclusión parecida, solo que esta vez poniendo el punto de mira en el Sol. La clave está en que nuestro Sistema Solar no llamaría demasiado la atención a esas hipotéticas formas de vida extraterrestres debido a la edad de su estrella. La ecuación de Drake pone el acento también en las estrellas, ya que a partir de ellas se podría saber si los sistemas de planetas en los que están reúnen las condiciones mínimas para albergar vida.

En este sentido, Drake establece tres variables para que haya vida inteligente: en primer lugar, cuántos de esos planetas dentro de sistemas estelares podrían desarrollar vida biológica (aunque fuera microscópica); en segundo lugar, cuántos de esos sistemas biológicos podrían convertirse en civilizaciones tecnológicas desarrolladas; y, por último, cuántas de esas civilizaciones intentarían ponerse en contacto con otras desconocidas, es decir, cuántas querrían y podrían revelar su presencia en el Universo mediante la emisión de señales al espacio, tal y como hicimos nosotros.

Las enanas naranjas o rojas

En esta nueva investigación, titulada 'Asentamiento galáctico de estrellas de baja masa como solución a la paradoja de Fermi', los autores concluyen que la respuesta está en observar la edad de la estrella de los sistemas observados. En este sentido, razonan que los mejores motivos para emigrar en civilizaciones longevas (incluso mucho más desarrolladas tecnológicamente que la nuestra) sería dar con una estrella de baja masa, como las enanas naranjas o rojas, es decir, las más longevas. Amparándose en un análisis de la paradoja de Fermi realizado por el astrofísico Michael Hart en 1975, adujeron que nuestro Sol no llamaría la atención de otras formas de vida más avanzadas, ya que le queda poco tiempo de vida en comparación a otras estrellas de nuestra galaxia, por lo que el tiempo de colonización de nuestro sistema rebosaría el tiempo de vida que le queda, apenas unos 1.000 millones de años.

Foto: Rudolf Clausius (Fuente: Wikimedia)

En este sentido, Michael Hart resolvió que la colonización de nuestro Sistema Solar o de la Tierra solo habría tenido sentido si hubiera comenzado hace más de dos millones de años, de ahí que refutara la tesis de la ecuación de Drake como Fermi, concluyendo que al no haber tenido pruebas demostrables de vida inteligente fuera de nuestro planeta en todo este tiempo, eso quiere decir que evidentemente no hay tal inteligencia fuera de nuestro Sistema Solar, como recoge un artículo de Science Direct que se ha hecho eco del nuevo estudio.

La habitabilidad de nuestro planeta y el hecho de que haya vida en el Sistema Solar (al menos en la Tierra hasta que se demuestre lo contrario) se romperá, como decíamos en 1.000 millones de años, cuando el Sol reviente y se expanda, creando una radiación cósmica que afectará a todos los cuerpos celestes que orbitan alrededor de él. Pero su vida durará mucho más, cerca de 10.000 millones de años solo que, evidentemente, ya será imposible que germine o perdure la vida en los planetas que lo rodean. En cambio, una estrella de tipo K o enana naranja, el período hasta que sucede su expansión es mucho más largo, entre 25 y 80.000 millones de años. Por tanto, si un tipo de vida extraterrestre buscara colonizar otros sistemas planetarios, se fijaría en aquellos que tienen una estrella mucho más longeva. O, al menos, como asegura la paradoja de Fermi, mandarían algún tipo de señal de que nos están buscando.

Las estrellas enanas rojas o naranjas pueden favorecer más años de vida a los planetas que las circundan en su zona habitable

Imagina que nuestra civilización está buscando desesperadamente otro lugar en el que residir porque se le acaba el tiempo, algo no tan descabellado si nos paramos a pensar en todos los problemas, sobre todo climáticos, que amenazan la supervivencia de nuestra especie o como mínimo el mantenimiento de nuestro sistema socioeconómico. No todas las civilizaciones que puede haber ahí fuera están en la misma fase de desarrollo que nosotros. El tiempo en el espacio es muy relativo y, sobre todo, muy grande, lo que está directamente relacionado con la distancia que nos separa de otros sistemas planetarios. En este sentido, de haber otra civilización con vida inteligente, podría ser una mucho más desarrollada que la nuestra. Y, en su afán por colonizar otro planeta, buscaría uno que fuera habitable durante el máximo tiempo posible, y eso en última instancia no depende tanto del planeta en sí, sino de la estrella alrededor de la que orbita.

Por tanto, nuestro Sistema Solar no llamaría la atención debido al Sol, una estrella de tipo espectral G2 que, al igual que las naranjas o rojas (las cuales son mucho menos luminosas), pueden brindar una buena zona de habitabilidad. Sin embargo, las enanas rojas o naranjas pueden favorecer más años de vida a los planetas que las circundan en su zona habitable. De hecho, una de las variables que más se maneja a la hora de intentar dar con un planeta habitable es que orbite en torno a una estrella enana naranja o roja debido a que permanecen estables durante mucho más tiempo que la nuestra.

Cuando surge el debate sobre si estamos solos en el Universo o realmente hay algún tipo de vida inteligente ahí arriba, se suele recurrir a la paradoja de Fermi, tal vez la más valiosa para posicionarse en el no. Esta viene a criticar la llamada ecuación de Drake, la cual postula que debido al gran tamaño del Universo, sería más descabellado pensar que solo hay una civilización desarrollada como la nuestra que el hecho que no la haya. Según dicha ecuación, si solo en nuestra galaxia hay entre 200 y 400 millones de estrellas, al menos diez estarían en algún tipo de sistema que permitiera la vida inteligente y que, de alguna forma, podría comunicarse con nosotros.

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