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El rapto de la novia: la tradición más brutal (que todavía existe en algunos países)
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El rapto de la novia: la tradición más brutal (que todavía existe en algunos países)

Un hombre secuestra a una mujer con la intención de casarse con ella, provocando embarazos no deseados y abusos físicos

Foto: Retrato de un posible secuestro a la novia en Asia central. Hacia 1840. (Wikimedia commons)
Retrato de un posible secuestro a la novia en Asia central. Hacia 1840. (Wikimedia commons)

Una de las guerras más cruentas de la historia, la de Troya, comenzó cuando el príncipe troyano Paris decidió secuestrar en Esparta a Helena, la mujer más bella del mundo, casada con Menelao. Nada muy grave, pues Hades también secuestró a Perséfone. Y Apolo también decidió perseguir a Dafne. Y también se secuestró a las sabinas. Y una de las imágenes más típicas que nos han quedado de los vikingos los visualiza llegando a una aldea, quemándola por completo, y secuestrando a sus mujeres.

Pero no nos vayamos tan atrás en el tiempo: el rapto de la novia (diferente a esos secuestros mitológicos) es una práctica tradicional que se ha ido repitiendo a lo largo de la historia del ser humano y que todavía se mantiene en algunos países. Consiste en que un hombre secuestra a una mujer con la intención de casarse con ella, perpetuando la llamada cultura de la violación y provocando embarazos no deseados y abusos físicos contra la mujer, que se convierte en una esclava para el que la secuestra.

Como son violadas tras el rapto, muchas de ellas no pueden volver con sus familias porque se consideraría una deshonra, y tienen que aceptar su destino, casándose con quien las ha secuestrado

En algunos países de África se sigue llevando a cabo este crimen. De hecho, en Ruanda, Etiopía, Sudán del sur o Somalia es bastante frecuente, y según informó en el pasado Human Rights Watch, una gran cantidad de estas mujeres secuestradas son abandonadas y utilizadas después como concubinas. Como son violadas tras el rapto, muchas de ellas no pueden volver con sus familias porque se consideraría una deshonra, y tienen que aceptar su destino, casándose con quien las ha secuestrado. Además, en muchas ocasiones se trata de niñas, debido a la creencia de que al ser vírgenes estarán libres de enfermedades.

placeholder  Secuestro de un vikingo. Pintado por Évariste Vital Luminais en el siglo XIX.
Secuestro de un vikingo. Pintado por Évariste Vital Luminais en el siglo XIX.

También es algo común en algunas tribus del Amazonas, con historias como la de Helena Valero, recogida en el 97: la mujer en cuestión fue raptada en 1932 cuando tenía 13 años. Un grupo de indios ionomamis atacaron la canoa en la que viajaba con sus padres por la Amazonía brasileña y fue tomada como trofeo de guerra en contra de su voluntad, obligada a casarse en dos ocasiones. Fue hallada por dos periodistas 65 años después de su rapto, y había intentado volver en el pasado con sus hermanos, pero la rechazaron al conocer su historia. Volvió a la selva con sus hijos para no ser discriminada.

Atrápala y corre

Pese a ello, el país que más ha copado los titulares en los últimos tiempos por continuar con esta práctica ha sido Kirguistán. Inexpugnable y joven (consiguió su independencia en el 91, tras la disolución de la Unión Soviética) el país se encuentra en el punto de mira debido a que el llamado 'Ala-kachuu' (algo así como 'atrápala y corre') es algo bastante normalizado en el país.

placeholder Montañas del Cáucaso.
Montañas del Cáucaso.

En el pasado, curiosamente, cuando los pueblos del Cáucaso eran nómadas, esta 'tradición' era diferente. El rapto estaba profundamente relacionado con la incapacidad de una pareja enamorada para casarse, debido a que pertenecían a clanes diferentes o quizá el joven era de una posición inferior. En la práctica generalmente era la pareja la que, de mutuo acuerdo, decidía fugarse debido a que el novio quizá no tenía capacidad para pagar la dote. También podía darse el hecho de que la hermana pequeña se enamorase de un hombre antes que la mayor y como, según la tradición, no estaba permitido que se casase antes, los novios podían fingir un secuestro. Pasado un tiempo, la pareja iba a pedir perdón al padre de la novia, que debía 'maldecirlos' hasta que tuvieran un hijo, y entonces acababa perdonándolos.

En la práctica generalmente era la pareja la que, de mutuo acuerdo, decidía fugarse debido a que el novio quizá no tenía capacidad para pagar la dote

Ahora, sin embargo, algunos defienden estos secuestros como una parte de la "identidad nacional".

Según un estudio de Russell Kleinbach, este tipo de matrimonios por secuestro suponen el 50% de las bodas de Kirguistán, y como sucede en África, la mayor parte de las novias deciden permanecer con los hombres que las secuestraron, puesto que corren el riesgo de acabar relegadas al ostracismo y deshonradas, pese a que en el código penal del país el secuestro o rapto a la novia está estipulado como delito. Y a pesar de ello, una chica puede caminar por la calle y que un grupo de hombres la introduzcan en un coche (antes se hacía a caballo) y la lleven a una casa desconocida, donde los familiares del futuro novio tratarán de convencerla de que acepte el matrimonio y se coloque en la cabeza el llamado jooluk, pañuelo ceremonial de boda. Y eso con suerte, pues se han dado ocasiones en las que la mujer en concreto ha acabado muriendo a manos del novio tras el secuestro, mientras intentaba 'deshonrarla' (como eufemismo):

placeholder Anna Ulukhanova (izquierda), esposa del imán Shamil (derecha).
Anna Ulukhanova (izquierda), esposa del imán Shamil (derecha).

Aunque Kirguistán sea el ejemplo más famoso y comentado en la actualidad, la práctica sigue siendo relativamente corriente en otras ex repúblicas soviéticas. Desde Daguestán a Chechenia, pasando por Georgia o Azerbaiyán. Un caso muy famoso en el Cáucaso fue el de la adolescente armenia cristiana Anna Ulukhanova, que fue secuestrada por rebeldes musulmanes a principios de 1840 y obligada a casarse con el imán Shamil en Daguestán. Durante su cautiverio se convirtió al islam y adoptó el nombre de Shuanet, manteniéndose fiel al imán incluso después de su captura y deportación a Rusia. Una historia feliz y edulcorada entre miles, como una gota en un océano, pues las supervivientes que han contado sus dolorosas experiencias poco se parecen a Ulukhanova: "Nunca te recuperas del todo, es algo que te persigue siempre. Vivir con ello es un estigma de por vida".

Según informa Unicef, una de cada 11 niñas de entre 15 y 19 años en Kirguistán está casada.

Una de las guerras más cruentas de la historia, la de Troya, comenzó cuando el príncipe troyano Paris decidió secuestrar en Esparta a Helena, la mujer más bella del mundo, casada con Menelao. Nada muy grave, pues Hades también secuestró a Perséfone. Y Apolo también decidió perseguir a Dafne. Y también se secuestró a las sabinas. Y una de las imágenes más típicas que nos han quedado de los vikingos los visualiza llegando a una aldea, quemándola por completo, y secuestrando a sus mujeres.

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