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Los extraterrestres pasarían de largo: por qué la Tierra desde fuera no parece tener mucha vida
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¿QUIÉN NOS OBSERVA AHÍ FUERA?

Los extraterrestres pasarían de largo: por qué la Tierra desde fuera no parece tener mucha vida

Un nuevo estudio indaga en cómo una hipotética inteligencia fuera de nuestro planeta nos vería desde otros puntos del Universo y si apreciaría que hay vida. La respuesta es que, efectivamente, no

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Nuestra vida biológica es un sistema abierto. Como vimos en otro artículo, esta es la razón por la que envejecemos y tenemos una sensación del paso del tiempo lineal: las estructuras celulares de las que estamos compuestos se van desgastando progresivamente debido a la influencia erosiva de los elementos naturales. Como una roca golpeada por las olas en un malecón, nos hacemos viejos. Nuestros órganos se van deteriorando y la gente de nuestro alrededor, que nació antes o en la misma época que nosotros, va desapareciendo.

Puede parecer un pensamiento muy pesimista, pero como sucede en otros sistemas vivos más ínfimos o más grandes (desde la muerte de una célula a la caída otoñal de las hojas en los parques), nuestro planeta algún día también se desintegrará, quedando reducido a meros restos de materia inorgánica en lo profundo del espacio. De hecho, dado lo grandes que son las distancias ahí arriba, si hubiera alguien observándonos a varios miles de años de luz, vería nuestro pasado evolutivo desde su telescopio; pero, si se propusiera llegar hasta nosotros, cuando lo hiciera no encontraría nada.

Si una vida extraterrestre decidiera investigar si hay vida en nuestro planeta, los espectros de emisiones térmicas que obtendría serían contradictorios

Como nuestra existencia es finita, y dada la cantidad de riesgos existenciales que amenazan a la especie humana en el presente, una de las mayores obsesiones del mundo científico pasa por descubrir otros planetas con vida. Incluso, en los últimos años han despuntado doctrinas intelectuales y tecnológicas que abogan por mirar a muy largo plazo para salvaguardar el futuro de la humanidad, entre las que se incluye seguir aumentando el presupuesto en investigación espacial. Pero, si hay otra civilización ahí fuera, es posible que se vea en las mismas que nosotros. Corremos el riesgo de pensar solo desde el punto de vista antropocéntrico, y ello nos lleva a intuir que puede que otras formas de vida hayan evolucionado mucho más rápido que nosotros, hasta el punto de poseer una tecnología más desarrollada que la nuestra que les permitiera vernos desde donde están.

Emisiones térmicas y geometrías de observación

Esta es una de las hipótesis de un nuevo estudio publicado por un grupo de investigación de la Universidad de Cornell en la revista ''Arxiv'', el cual lleva el sugerente título de 'La Tierra como exoplaneta'. Los autores se propusieron adivinar no solo cómo de visibles somos para otros planetas, sino cómo de intensas podrían ser las señales que certifican que hay vida, es decir, nuestros biomarcadores cósmicos. En concreto, Jean-Noel Mettler, doctorando en el Departamento de Física de la ETH de Zúrich, y su equipo analizaron el espectro de emisión de rayos infrarrojos de la Tierra, el efecto de las distintas geometrías de observación de esos mismos espectros y cómo se vería nuestro planeta desde un lugar distante del espacio.

"En la Tierra, ocurren demasiados eventos, y este estudio no ahondó por ejemplo en las nubes y en cómo podría afectar a esa observación"

Una de los aspectos a tener en cuenta fue que el espectro infrarrojo no es el mismo dependiendo del punto en el que la Tierra se encuentre con respecto al Sol, es decir, de la temporada del año. Así, "hay una variabilidad estacional en el espectro de emisión térmica de la Tierra" que modifica los biomarcadores de las moléculas de óxido nitroso o de dióxido de carbono. Por ello, los científicos se decantaron por analizar cuatro 'geometrías de observación diferentes' o cuatro zonas del planeta más estables independientemente de la posición de la Tierra respecto al Sol: los polos norte y sur, África ecuatorial y el Pacífico, también en torno a una latitud ecuatorial.

Los espectros observables se obtuvieron a partir de la sonda infrarroja atmosférica del satélite Aqua de la NASA. Así, llegaron a una conclusión: no hay una muestra única y representativa del espectro de emisiones térmicas de la Tierra, ya que los cambios estacionales lo hacen imposible. Por tanto, esto significa que si una vida extraterrestre decidiera investigar si hay vida en nuestro planeta con nuestros mismos instrumentos, los espectros de emisiones térmicas que obtendrían serían contradictorios.

Las conclusiones

"Existe una gran variación estación en el espectro de emisiones térmicas terrestre", aseveran Mettler y su equipo. "Y la intensidad de los elementos de absorción de bioseñales depende en gran medida tanto de la estación como de la geometría de observación". Asimismo, las zonas que menos variaciones registraban según la estación se correspondían con las masas terrestres, por lo que quiere decir que los biomarcadores emitidos a través de infrarrojos al espacio exterior desde los océanos son más fiables que las zonas donde se asienta la mayor parte de la población mundial, es decir, la propia 'tierra'.

"Utilizando la Tierra como banco de pruebas, aprendimos que un planeta no puede ser descritos por un único espectro de emisión térmica"

"La estabilidad térmica de los océanos registra menos variaciones", sostienen. De esta forma, los físicos concluyeron que un planeta tan vivo y dinámico como la Tierra es mucho más fácil de estudiar o analizar desde largas distancias espaciales, ya que no desprende un único registro de emisiones térmicas. "En la Tierra, ocurren demasiados eventos, y este estudio no ahondó por ejemplo en las nubes y en cómo podría afectar a esa observación", comentan desde 'Science Alert', revista que se ha hecho eco del estudio. "En el futuro habrá que estudiar cómo la fracción de las nubes, la estacionalidad y sus propiedades termodinámicas afectan a la detección y al resultado de la estacionalidad atmosférica", remarcan.

Por tanto, sería muy difícil que otros planetas 'nos dieran con vida'. "La complejidad de la Tierra hace que la observación remota de características propias de la vida en ella por parte de otros entornos planetarios sea muy desafiante", aseguran. Esto también se traduce en que comprobar si hay vida o no en un exoplaneta a distancias muy lejanas o tomando su espectro infrarrojo de emisión térmica como referencia es bastante complicado. Sobre todo si dicho planeta tiene variaciones térmicas y estacionales tan pronunciadas como el nuestro. "Utilizando la Tierra como banco de pruebas, aprendimos que un planeta y sus características no pueden ser descritos por un único espectro de emisión térmica, sino que se requieren mediciones multiepocales, preferiblemente tanto en luz reflejada como en la emisión térmica".

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Podemos quedarnos tranquilos. No podemos descartar que estemos solos en el Universo, pero sí podemos afirmar que sería muy difícil que otras civilizaciones lejanas con una tecnología de observación un tanto similar a la nuestra pudiera localizarnos y descubrir que en este lugar hay vida. Esto, evidentemente, solo en caso de que contaran con un desarrollo tecnológico y astronómico similar al nuestro. Si algunas hipótesis (más filosóficas que físicas), como la de que somos producto de algún tipo de inteligencia informática o astronómica mucho más poderosa que nosotros y que en su día estableció la Tierra como su campo de experimentos, es cierta... eso ya sería otra historia, pues ya saben mucho más de nosotros y de nuestro origen que nosotros mismos...

Nuestra vida biológica es un sistema abierto. Como vimos en otro artículo, esta es la razón por la que envejecemos y tenemos una sensación del paso del tiempo lineal: las estructuras celulares de las que estamos compuestos se van desgastando progresivamente debido a la influencia erosiva de los elementos naturales. Como una roca golpeada por las olas en un malecón, nos hacemos viejos. Nuestros órganos se van deteriorando y la gente de nuestro alrededor, que nació antes o en la misma época que nosotros, va desapareciendo.

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