Es noticia
¿Triste o motivado? Etiqueta tus emociones para hacerles frente o cambiarlas
  1. Alma, Corazón, Vida
PONLO EN PRÁCTICA

¿Triste o motivado? Etiqueta tus emociones para hacerles frente o cambiarlas

Aunque parezca difícil, expresar con palabras cómo te sientes tanto cuando estás bien como cuando estás mal es el primer paso para poder controlar tus estados de ánimo, sobre todo si son cambiantes

Foto: Fuente: iStock
Fuente: iStock

No podemos elegir cómo nos sentimos. Esta es una de las particularidades que determina nuestra existencia cotidiana. Y, en ocasiones, por mucho empeño que le pongamos, si hemos dormido mal, nos sentimos de bajón o hemos experimentado alguna que otra decepción reciente, hacer frente al día a día resulta una tarea titánica. Generalmente, tendemos a etiquetar nuestras emociones de una forma vaga y recurrente, usando los típicos adjetivos de "triste" o "melancólico". Las palabras no funcionan del todo bien a la hora de transmitir lo que sentimos. Y si no podemos poner un nombre a nuestras sensaciones, se hace más difícil llegar a comprenderlas.

Por ello, si tienes muchos bajones últimamente o te encuentras procesando un suceso negativo que te ha afectado mucho a nivel emocional, lo mejor es acudir a un psicólogo, profesionales que ayudan a poner palabras en la boca para poder comprender nuestros sentimientos y así saber gestionarlos para superar esos estados de ánimo erráticos. En casos más leves, tal vez pueda ayudarte lo que los psicólogos llaman "etiquetado emocional", un mecanismo que te ayuda a identificar no solo tus propias sensaciones, sino también las de los demás, para saber gestionarlas mejor.

"Las personas que etiquetan sus experiencias emocionales positivas también tienden a ser más capaces de lidiar con el estrés"

Como su propio nombre indica y veníamos diciendo ya, el etiquetado emocional consiste en poner palabras a ese gran torrente de sentimientos que irrumpe en nosotros en distintos momentos. Seguro que más de una vez te ha pasado que, tras verbalizar un problema que te preocupa mucho a otra persona, este pierde cierto grado de importancia. Evidentemente, no desaparece así como así, pero el hecho de exteriorizarlo ya reduce el desasosiego que vienes soportando, incluso aunque no recibas un buen consejo del otro como respuesta. De ahí que también sea útil hablar con nosotros mismos en soledad, soltar las palabras que nos vienen a la mente cuando nos encontremos mal.

La importancia de expresar emociones

Pero no solo para las emociones negativas, sino que también nuestra coraza psicológica aumentará si regamos nuestra comunicación verbal al reconocer sensaciones positivas. Así lo cree Cristian Waugh, profesor de psicología en la Universidad de Wake Forest en Carolina del Norte y uno de los mayores expertos internacionales en regulación de emociones. "Cuando te sientes bien, no hay nada que hacer", asevera en un artículo de la revista 'Aeon'. "Por ello, las emociones positivas acaban pareciéndonos tan fugaces. Siempre hay algo de lo que preocuparse, por lo que fácilmente pasan por nosotros sin que las hagamos mucho caso".

Foto: ¿De dónde viene esa voz?. (iStock)

En este sentido, Waugh aboga por etiquetar no solo las sensaciones negativas, sino también las positivas. Y no se refiere al típico consejo de mirar el lado bueno a lo malo, el cual es un completo cliché, sino en saber identificar esos momentos en los que nos sentimos bien por alguna razón o simplemente porque sí. Él y su equipo han realizado varias investigaciones en las que dan fe de los efectos positivos que tiene esta expresión emocional positiva, pero solamente en los casos en los que nos sentimos bien de verdad, no en los que estamos estables o tirando a mal.

"Distintos estudios confirman que las personas que etiquetan sus experiencias emocionales positivas de forma concreta también tienden a ser más capaces de lidiar con el estrés", prosigue el psicólogo. "La razón es que proporciona una visión más clara para identificar y percibir ese tipo de experiencias. Por otro lado, aquellos que tienen problemas para definir sus emociones, sean negativas o positivas, tienen más probabilidades de sufrir depresión, lo que se conoce como alexitimia", término del que ya hablamos en otra ocasión.

Y también contra los miedos

El etiquetado emocional no solo sirve para regular lo que sentimos, sino también por lo que sentimos un gran miedo. Así lo corrobora un estudio de 2012 publicado en la revista 'Psychological Science' en el que se reunió a un grupo de personas con aracnofobia para someterles a una exposición de su estímulo aversivo. Se dividieron dos grupos. En uno de ellos, se les pidió que tradujeran con palabras las emociones que sentían cuando veían a una araña y con el otro no se hizo absolutamente nada. Tras una semana, los científicos corroboraron que no había una diferencia significativa en los niveles de pánico que sentían los participantes.

Foto: Foto: iStock.

Pero lo que sí notaron en el grupo que realizó una tarea de etiquetación emocional previa es una menor respuesta fisiológica a las arañas, lo que se tradujo en una menor respuesta nerviosa a la exposición. También se demostró que estos eran capaces de acercarse más a las arañas que aquellos que no habían utilizado el lenguaje para expresar sus sentimientos durante la fase de tratamiento, como recoge un artículo de 'Psicología y Mente'. Al haber utilizado palabras para describir su miedo, pudieron trabajar mentalmente con él, sabiendo a lo que se exponían.

No podemos elegir cómo nos sentimos. Esta es una de las particularidades que determina nuestra existencia cotidiana. Y, en ocasiones, por mucho empeño que le pongamos, si hemos dormido mal, nos sentimos de bajón o hemos experimentado alguna que otra decepción reciente, hacer frente al día a día resulta una tarea titánica. Generalmente, tendemos a etiquetar nuestras emociones de una forma vaga y recurrente, usando los típicos adjetivos de "triste" o "melancólico". Las palabras no funcionan del todo bien a la hora de transmitir lo que sentimos. Y si no podemos poner un nombre a nuestras sensaciones, se hace más difícil llegar a comprenderlas.

Psicología Psicología social
El redactor recomienda