El nuevo trabajo no lineal que puede cambiar la productividad
La adopción masiva de patrones híbridos y remotos, con horarios cada vez más flexibles, es una buena señal para acabar estableciendo nuevos ambientes y escenarios
Hasta poco antes de la pandemia por coronavirus, parecía que las reglas del trabajo eran infranqueables. Había una sola verdad, y nuestro propio conservadurismo no nos permitía imaginar panoramas diferentes: la labor de cada uno era acudir a su centro de trabajo y pasar en él las ocho (con suerte) horas establecidas, dedicándose a lo suyo. Hasta que, con un escenario inimaginable y nuevo, muchas personas se dieron cuenta de que podían realizar el mismo trabajo, pero desde la comodidad del hogar.
Llegaron entonces las preguntas que todavía se plantean: ¿es el trabajador más productivo cuando se encuentra en casa o en la empresa? ¿Son necesarios los intercambios de sinergias o la socialización? Esto, por supuesto, depende mucho de la labor de cada uno, pero sí es cierto que ha abierto los ojos a nuevos escenarios que antes eran tan solo una quimera. En parte, todo esto se basa en darle al trabajador confianza y libertad suficiente para administrar su tiempo de la manera más eficaz.
La idea es que puedan elaborar horarios de trabajo en torno a sus vidas personales, y no al revés
Y en relación con esto, también hay novedades, como la llamada jornada laboral no lineal. Según explica un artículo publicado recientemente en 'BBC' (en Reino Unido ya ha comenzado a ponerse en práctica), esta reorganización consiste en que los trabajadores pueden hacer su trabajo fuera del tradicional bloque de nueve horas seguidas, cuando mejor les convenga. Mientras trabajan de forma asincrónica, con horarios diferentes a los de sus colegas, pueden completar tareas en ráfagas flexibles y dispersas a lo largo del día. En otras palabras: la idea es que puedan elaborar horarios de trabajo en torno a sus vidas personales, y no al revés.
¿Suena bien o quizá parece caótico? En realidad, no es tan novedoso. Como decíamos al principio, la adopción masiva de patrones híbridos y remotos, con horarios cada vez más flexibles, es una buena señal para acabar llegando al trabajo no lineal. De cualquier forma, en algunos casos los trabajadores ya lo están haciendo, aunque quizá no se hayan dado cuenta ni siquiera. Adelantar un proyecto, elegir las primeras horas de la mañana para trabajar y así dejar libres las últimas horas de la tarde o concentrar el trabajo en la noche.
Una mayor flexibilidad por lo general también se traduce en una mayor productividad
Por supuesto, por ahora no todo el mundo tiene ese grado de libertad y no sabremos si lo tendrá algún día. Pero en algunos sectores y ante el nuevo panorama laboral que se cierne ante nosotros, las jornadas no lineales podrían desempeñar un papel muy destacado. Además, según algunos expertos, existen innumerables beneficios de trabajar de forma asincrónica (siempre que se implementen ciertas medidas).
Una mayor flexibilidad, por lo general, también se traduce en una mayor productividad. En lugar del habitual "calentar la silla", y de las ocho horas seguidas, los empleados podrían dividir sus jornadas laborales en bloques que mejor se adapten a sus ritmos de trabajo naturales. Pero quien hace la ley hace la trampa, y para que un modelo así tenga éxito también debe existir algún indicador que asegure que los empleados no se están desviando demasiado de un horario viable. De la misma manera, se debe velar por el otro lado del espectro: evitar el exceso de trabajo, algo que parece haberse incrementado para algunas personas que trabajan ahora en remoto y que aseguran no poder desconectar nunca.
Al final no se trata de cuándo o dónde trabajas, sino de hacer el trabajo
Al final no se trata de cuándo o dónde trabajas, sino de hacer el trabajo. Si esas políticas de jornada laboral no lineal pudieran introducirse poco a poco de manera más formal en distintos ámbitos, podrían ayudar a prevenir el agotamiento y a restablecer cierto equilibrio. De nuevo, vuelve a basarse en la confianza y la libertad que se decida dar al empleado, y para eso la pelota está en el tejado de las empresas, que necesitan encontrar nuevos ritmos que apoyen la productividad, la eficiencia, el bienestar y la creatividad. El tiempo dirá.
Hasta poco antes de la pandemia por coronavirus, parecía que las reglas del trabajo eran infranqueables. Había una sola verdad, y nuestro propio conservadurismo no nos permitía imaginar panoramas diferentes: la labor de cada uno era acudir a su centro de trabajo y pasar en él las ocho (con suerte) horas establecidas, dedicándose a lo suyo. Hasta que, con un escenario inimaginable y nuevo, muchas personas se dieron cuenta de que podían realizar el mismo trabajo, pero desde la comodidad del hogar.