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¿Los puntos suspensivos son de 'boomers'? Qué queremos decir con este signo gramatical
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CURIOSIDADES FILOLÓGICAS

¿Los puntos suspensivos son de 'boomers'? Qué queremos decir con este signo gramatical

Si los hay es porque nos quedamos con la palabra en la boca o esperamos que el otro continúe. Hace unos años, cuando no estaban tan extendidos los emoticonos, había un grupo generacional que los usaba sin cesar

Foto: Foto: iStock.
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Dentro de lo maravilloso, retorcido y curioso que resulta a veces el lenguaje, si hay un signo de puntuación que destaca sobre los demás por su significancia (nunca mejor dicho), ese es el de los tres puntos suspensivos. Todo aquel que de pronto se haya sincerado con alguien vía chat y haya recibido un "..." como respuesta, sabe lo muy confuso que resulta. De hecho, es el icono que ilustra la impaciencia de nuestro tiempo, al ser lo que aparece cuando alguien está elaborando su respuesta en un chat instantáneo como WhatsApp.

Como diría Wittgenstein, uno de los filósofos que más se acercó a desentrañar el lenguaje, de "lo que no se puede hablar es mejor callarse" y, por tanto, esta paradoja lingüística (un signo que representa una ausencia de información u opinión, pero que a su vez tiene una gran carga de significado para el receptor dependiendo del contexto o de su estado de ánimo) representa ese 'impasse' en toda negociación o conflicto, en todo punto de vista o afirmación, en toda idea o creencia. El signo de puntuación favorito del filósofo analítico, que se atrevió también a decir que "los límites del lenguaje son los límites de nuestro mundo", y, por tanto, hay cosas que no podemos conocer, ni siquiera atisbar. O cosas que nos dan igual. También para eso están los puntos suspensivos.

Son muy expresivos, ya que si tradujésemos al lenguaje escrito nuestras conversaciones en persona, marcarían el lenguaje no verbal

Un "ya veremos si tal", un "no sé qué más decir y por ello no diré nada", un "no sé exactamente qué es lo que pienso de esto, así que mejor dímelo tú". Puede ser que quien los emite esté confuso o que quiera ocultar sus intenciones. Imagina la respuesta de un jefe, después de enviarle una tarea que acabas de terminar, plagada de puntos suspensivos. O que por accidente envías a tu madre una foto vergonzosa y esta te responde con un "...". Sí, los puntos suspensivos son también la mejor muestra de pasivo-agresividad. La mejor forma de hacer ver que muestras interés, pero a la vez desafección por el mensaje que acabas de recibir. Que sea como sea, estás en contra de algo que tiene que ver con el otro o con lo que te acaba de decir, y que no vas a ser tú el que dé explicaciones.

En el lenguaje oral, cara a cara, son tremendamente expresivos. Puedes intuir comas o puntos y seguido cuando alguien te cuenta algo, pero ¿los puntos suspensivos? Son los que marcan en el texto el lenguaje no verbal del otro, como un alzamiento de cejas que aparece de repente o una mueca de desprecio. También, y no en menor medida, pueden simbolizar una muestra de afecto o ternura que puede derivar (¿quién sabe?) en un sorpresivo beso entre dos personas que se quieren y saben que ya no hace falta decir nada más. Que llegó la hora de pasar a la acción. Y... hasta ahí podemos contar...

Los puntos suspensivos se usan en los chats para ofrecer "características extralingüísticas como gestos, entonación o contacto visual"

"Los niños no saben emplear los puntos suspensivos, ni en las redacciones infantiles que componen en el colegio, ni mucho menos en la vida diaria", escribe acertadamente Antonio Dyaz en un artículo de la revista 'Yorokobu'. "Son demasiado directos, no necesitan las elipsis para respirar ni tienen necesidad de crear suspense". Por ello, deducimos que usarlos denota madurez vital y lingüística. Sin embargo, si abusamos de ellos en un relato o en un párrafo, demuestran todo lo contrario, como indican desde algunas webs de expertos.

'Boomers' y 'millennials' intentando explicar lo inexplicable

¿Tienen, por tanto, un componente generacional? ¿Las personas maduras tienden a usarlos más que las jóvenes? Si pensamos un poco, con la explosión de Internet y las redes sociales, los puntos suspensivos eran un recurso gramatical muy explotado por los adultos para dar forma a sus mensajes. Esto puede parecer un prejuicio, pero en realidad lo único que sucedía era que todavía no estaban tan hechos al uso de los emoticonos en la redacción 'online', algo que no sucedía con los jóvenes, que desde el primer momento que entraron en una red social empezaron a plagar sus mensajes y nombres de usuario con gramática barroca. Cualquiera que haya sido adolescente en la década de los 2000 recordará los 'nicknames' de plataformas como Messenger llenos de mayúsculas, signos de puntuación y emoticonos por todas partes.

Foto: Imagen: Laura Martín

Los jóvenes tenían necesidad de expresar emociones con un simple vistazo. Los adultos, en cambio, en aquella época eran ajenos a esa expresión cotidiana, por lo que luego adoptaron la rumia de los tres puntos suspensivos en sus textos para añadirle ese componente emocional y de contexto a sus textos. Así lo cree el escritor estadounidense Franklin Schneider, quien en un inspirado artículo en la revista 'Gawker' analiza cómo este rasgo distintivo de la expresión textual de los 'boomers', cuando aún no eran muy duchos en la comunicación directa e instantánea con otros usuarios, en realidad estaba más que justificado. "En mi época no tomábamos antidepresivos... simplemente nos suicidábamos... música rap... música de mierda...", escribe a modo de parodia en referencia a los típicos comentarios 'boomer' de aquellos años.

El emoticono representa la muerte de los tres puntos, su némesis. Y en los primeros chats, los 'millennials' fueron sus verdugos

Schneider cita un estudio de 2006 (en los albores del uso generalizado de Internet y de la Web 2.0) de una plataforma de mensajes de textos de la época que percibió este hecho entre los más mayores. Así, se descubrió que los puntos suspensivos eran usados en los chats "para modelar el discurso después de las interacciones habladas" y para ofrecer "características extralingüísticas como gestos, entonación o contacto visual" que no se dan en la comunicación telemática. Por ello, el escritor concluye que sí, a pesar de lo molesto que es encontrar un texto plagado de puntos suspensivos, los 'boomers' los estaban usando de manera adecuada. Esto quiere decir que, efectivamente, el emoticono representa la muerte de los tres puntos, su némesis. Y en los primeros chats, los 'millennials' fueron sus verdugos.

Pero volviendo a Wittgenstein, hay cosas que nunca podremos explicar y, por tanto, lo mejor es enmudecer. Aunque los emoticonos sean la expresión más directa y visual de tu estado de ánimo actual, nunca podrán sustituir al cara a cara para obtener toda la información no verbal de una conversación y poder discernir las intenciones, la veracidad o el contexto de lo que siente alguien cuando hablas con él. Los efectos que producen las palabras y los gestos en su cuerpo solo se dan en el plano real y físico. Y tal vez, muchos de los conflictos de nuestra época, con nuestras parejas, amigos o familiares, junto a algún que otro encontronazo 'hater' en redes sociales, vengan originados por la misma naturaleza de la comunicación digital, tan esquiva, tan confusa, que... como para meter varios puntos suspensivos...

Dentro de lo maravilloso, retorcido y curioso que resulta a veces el lenguaje, si hay un signo de puntuación que destaca sobre los demás por su significancia (nunca mejor dicho), ese es el de los tres puntos suspensivos. Todo aquel que de pronto se haya sincerado con alguien vía chat y haya recibido un "..." como respuesta, sabe lo muy confuso que resulta. De hecho, es el icono que ilustra la impaciencia de nuestro tiempo, al ser lo que aparece cuando alguien está elaborando su respuesta en un chat instantáneo como WhatsApp.

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