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¿El mejor consejo para afrontar el síndrome posvacacional? Hacer como que no existe
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ADIÓS A LAS VACACIONES

¿El mejor consejo para afrontar el síndrome posvacacional? Hacer como que no existe

Llega la sensación de tristeza, pereza y aburrimiento de todos los años por estas fechas. Un psicólogo nos da su opinión de por qué deberíamos dejar de darle importancia

Foto: ¿El mejor consejo para afrontar el síndrome posvacacional? Hacer como que no existe. (iStock)
¿El mejor consejo para afrontar el síndrome posvacacional? Hacer como que no existe. (iStock)

Como todos los años, la vuelta de las vacaciones trae consigo esa sensación amarga por el tiempo ocioso que ya no volverá, al menos hasta dentro de unos meses o del año que viene. Entonces, las redes sociales y los medios de comunicación se llenan de mensajes sobre el tema psicológico de la temporada: el síndrome posvacacional, también llamado depresión posvacacional. Que si mucha, que si poca, que si mejor dar las gracias por tener alguien que te espere, aunque sea tu jefe... y también deseos de abolir el trabajo asalariado o las propias vacaciones para así no tener que pasar el mal trago de volver a la rutina. Los excesos nunca son buenos, ni tampoco las exageraciones.

"Es una lata el trabajar", que cantaba Luis Aguilé. Lo cierto es que muchas veces se buscan causas psicológicas para problemas que poco tienen de psicológico, sino de estructural. La doctrina individualista de nuestros días nos hace creer que todo depende de nosotros, de nuestro esfuerzo y voluntad y, por tanto, si sufres es porque hay algo mal contigo. Tampoco hay que caer en el dogma de echarle la culpa al sistema capitalista, el sustantivo comodín al que se recurre para aglutinar todo lo malo que hay en este mundo.

"El bajón posvacacional es la punta del iceberg que esconde unas disfunciones profesionales muy significativas"

Posiblemente, la respuesta se encuentre en los dos argumentos, aunque coge especial relevancia la razón de que seguramente seas más propenso a sentir un mayor bajón si crees que tu empleo no está todo lo bien retribuido que debería estar. "Volver a una vida que no te gusta cuesta... y cada vez cuesta más", afirma Rafael San Román, psicólogo de la plataforma de atención psicológica, ifeel. "Hay muchos trabajadores quemados y desmotivados, que no están comprometidos con lo que hacen. Y lo peor es que si no te gusta tu empleo no te queda otra, porque es muy difícil cambiarlo por otro, ya que no es fácil encontrar trabajo. El bajón y el lamento posvacacional en muchos casos es la punta del iceberg que esconde unas disfunciones profesionales muy significativas en cuanto a bienestar psicológico".

Vacaciones vs. rutina

San Román admite que uno de los picos del año en la actividad de los psicólogos es, precisamente, la temporada del final del verano y comienzo del otoño. Durante las vacaciones, nos entregamos al ocio y a pasar tiempo con nuestros seres queridos, lo que también puede generar un quebradero de cabeza para muchos al tener que convivir con aquellas personas con las que no se ha pasado demasiado tiempo el resto del año por la rutina. Esto hace preguntarnos en si se siente mucho menos intensa la depresión posvacacional si tampoco hemos disfrutado tanto del verano o, al contrario, haberlo pasado muy bien durante la temporada estival produce que notemos más la diferencia entre ambos mundos.

"A nadie le apetece sustituir sus vacaciones por el trabajo, debemos normalizar el bajón y naturalizar las emociones que nos sobrevienen"

Aquí, entraría la personalidad de cada uno. "Si alguien es muy pesimista, da igual la época del año en la que estemos", asevera el psicólogo, quien también remarca que en ningún caso el síndrome posvacacional debe verse como una enfermedad o un trastorno, sino algo totalmente normal en nuestra vida emocional. Y que, por ello, hay que diferenciarlo de un trastorno mental propiamente dicho, como la depresión, o de una sintomatología que indica poco bienestar psicológico, como un aumento de la ansiedad.

"A la mayoría de las personas no les apetece sustituir sus vacaciones por el trabajo, debemos normalizar el bajón y naturalizar las emociones que nos sobrevienen de pereza, aburrimiento, nostalgia o melancolía por aquellos meses de asueto...", prosigue San Román. "La vuelta al empleo puede ser muy costosa, ya que hay puestos en los que apenas te dan un tiempo para asimilarlo. Pero no hay que dramatizar: estar decaído no es estar deprimido, tenemos que llamar a las cosas por su nombre, y la depresión es algo muy serio como para trivializar con ello".

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Por otro lado, cabe preguntarse si, al haber sido el primer verano sin restricciones desde que comenzó la pandemia, hemos disfrutado más y, por ello, el choque con la realidad sea más notorio. "Sí, puede que hayamos vivido más tranquilos este verano al no haber restricciones y hemos podido planear nuestro viaje más a gusto, sin tener que hacernos tests cada dos por tres o cancelar viajes y reuniones a última hora, pero tampoco puedo afirmar que eso produzca la vuelta al trabajo más dolorosa", recalca el psicólogo.

Consejos finales

Por tanto, lo mejor para afrontar la depresión posvacacional es procurar hacer como si esta no existiera, ya que no arreglamos nada sobredimensionando el conflicto con nuestra vida cotidiana o pensando que tenemos un problema que no nos va a dejar vivir con normalidad. En todo caso, como aconseja San Román, este tiempo debe servirnos para reflexionar sobre nosotros mismos y nuestra vida. "Siempre hay que hacerse la pregunta sobre qué está pasando", y más en los tiempos en los que no nos sentimos tan bien. "Escúchate a ti mismo, obsérvate y piensa en qué fuera y dentro del trabajo, cotéjalo con lo que puedes hacer o está en tu mano. Recuerda que cada año aparece esta sensación y luego se va, así que no pasa nada".

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Otros consejos que pueden venir muy bien es mantenerse cerca de los seres queridos o de la gente con la que convivimos. Que el trabajo no separe lo que unió las vacaciones. Tal vez hayamos conocido a gente nueva durante la pausa estival y, en este sentido, está en nuestra mano conseguir que no se quede solo en un buen recuerdo. Afianzar las relaciones sanas con las que contamos en nuestra vida, aquellas que nos hacen sentir bien sin exigir nada a cambio, siempre es la mejor herramienta para prevenir dolencias emocionales. Y, en último término, procurar que no sea muy intenso el regreso: reservar tiempo para descansar y no exigirse mucho a uno mismo nada más aterrizar también son dos buenas formas de paliar esta amarga sensación.

Como todos los años, la vuelta de las vacaciones trae consigo esa sensación amarga por el tiempo ocioso que ya no volverá, al menos hasta dentro de unos meses o del año que viene. Entonces, las redes sociales y los medios de comunicación se llenan de mensajes sobre el tema psicológico de la temporada: el síndrome posvacacional, también llamado depresión posvacacional. Que si mucha, que si poca, que si mejor dar las gracias por tener alguien que te espere, aunque sea tu jefe... y también deseos de abolir el trabajo asalariado o las propias vacaciones para así no tener que pasar el mal trago de volver a la rutina. Los excesos nunca son buenos, ni tampoco las exageraciones.

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