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El requisito número uno para convertirse en un buen amigo de alguien
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El requisito número uno para convertirse en un buen amigo de alguien

Son muchos los atributos que definen a esa clase de persona, pero realmente no se necesita tanto para afianzar un vínculo y que este se haga profundo e íntimo

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En las relaciones de amistad, hay pocas reglas establecidas más que las principales que caracterizan lo mínimamente exigible en una persona a la hora de tratar con ella: confianza, respeto, afecto y cordialidad. Cada relación afectiva es un mundo cuando entran en juego otros detalles no menos importantes: qué hacéis juntos, cómo lo hacéis y qué esperáis del uno del otro.

Al concertar una quedada con un amigo o amiga, existe una motivación implícita que responde a unas expectativas que necesitan ser satisfechas. Y, seguramente, las mejores amistades sean aquellas en las que no solo se colman estas necesidades y expectativas, sino que se acrecientan conforme va pasando el tiempo sin ser directamente exigidas.

"Dos personas que no se involucran al mismo nivel en una amistad no pueden ser del todo amigas"

Por otro lado, a estas alturas de la vida es posible que hayas perdido más de una amistad. Ya sea por asuntos mayores o menores, las relaciones cambian, crecen o desaparecen, pero en ningún caso se mantienen iguales. En ciertos casos, la obsesión porque estas se mantengan como siempre es lo que provoca que se dañen o deterioren. Pero a la hora de la verdad, ¿cuáles son los requisitos o atributos que más buscamos en un amigo o amiga?

El equilibrio

En primer lugar, debe existir una relación de igual a igual, no en el sentido de entrar en una situación de privilegio o discriminación, sino más bien en el hecho de que lo que esperamos de ellos encaja bastante con lo que nosotros les damos. Esto es lo que cree Justin Larkin, psicólogo estadounidense, quien ha situado este como uno de los principios para una buena amistad en un reciente artículo de la revista 'Best Life'. "Dos personas que no se involucran al mismo nivel en una amistad no pueden ser del todo amigas", asegura. "En ocasiones una persona puede esforzarse más que la otra, lo que resulta problemático". Por ello, podríamos decir que ante todo debe existir un equilibro entre nuestras demandas y nuestras ofertas.

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Más allá de esta relación de iguales, en lo que la mayoría de los expertos está de acuerdo es que lo principal es prestar tu oreja a la otra persona. Si sabes escuchar y te preocupas por lo que te cuenta, ganarás muchos puntos de cara al otro. "El rasgo principal que enciende y sostiene las amistades es la capacidad de escucharse unos a otros", opina Randi Levin, experta en relaciones. Esto agrega profundidad a la relación, y con ello, intensidad.

"Una escucha atenta es la raíz de la conexión", sostiene Levin. "Nada más valioso hay en el mundo que sentirte conectado a alguien. Y las redes sociales han diluido este factor, por lo que es aún más importante seleccionar y cultivar amistades sólidas y continuas que tengan una sustancia genuina, un significado y una conversación continuada en el tiempo".

Buenos consejos, que no malos juicios

Pero no solo basta con escuchar. Hay muchas maneras de prestar atención, y la incorrecta pasa por juzgar demasiado. Es lo que cree Heidi McBain, quien piensa que los mejores amigos son aquellos que se preocupan pero a la vez no juzgan con dureza los actos de los demás, a no ser que, evidentemente, estos sean muy malos. "Demostrar que puedes estar ahí sin juzgar cómo vive su vida hace que alguien se sienta comprendido", asevera. "Las personas se sienten seguras cuando existe un espacio en el que son comprendidas, y a menudo es difícil encontrar amigos que te acepten y no te juzguen".

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"La capacidad de escuchar sin interrumpir y sin la necesidad de tener que compartir demasiado tus pensamientos en primer lugar es un conjunto de habilidades básico para una amistad", agrega McBain. "Esto hace que dos personas se sientan a gusto, entendidas y abiertas cuando interactúan entre sí". Pero esto no quiere decir que, obviamente, haya que estar de acuerdo con cada una de las decisiones que toma el otro. "No siempre hay que estar de acuerdo, sino dar un espacio para que sean ellos mismos", asegura por su parte Levin.

En cualquier caso, cada uno debe hacerse responsable de sus actos y decisiones. Y, en este sentido, todos somos libres de equivocarnos. Pero no por ello hay que juzgar duramente la posición de alguien cuando no estamos de acuerdo. Lo mejor es tener la capacidad de ofrecer buenos consejos e intentar, en la medida de lo posible, saber que estarás ahí para apoyarle, tanto en las buenas como en las malas situaciones que se puedan presentar.

En las relaciones de amistad, hay pocas reglas establecidas más que las principales que caracterizan lo mínimamente exigible en una persona a la hora de tratar con ella: confianza, respeto, afecto y cordialidad. Cada relación afectiva es un mundo cuando entran en juego otros detalles no menos importantes: qué hacéis juntos, cómo lo hacéis y qué esperáis del uno del otro.

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