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El síndrome de París, uno de los más curiosos del mundo
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El síndrome de París, uno de los más curiosos del mundo

Determinados turistas (especialmente los japoneses) pueden sufrir una extraña afección cuando viajan a la ciudad del amor, muy parecida a un ataque de ansiedad

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados (...) me latía el corazón, la vista estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme", fue el escritor Stendhal quien relató dicha sensación cuando se paseaba en 1817 por la basílica de la Santa Cruz en Florencia y quedó impresionado por ver las tumbas de hombres tan importantes como Galileo, Miguel Ángel o Maquiavelo. Aquello, sumado a la belleza de la basílica, le hizo sentir palpitaciones, vértigo y confusión. Tuvo que dejar de admirar el monumento para poder recuperarse.

Lo sorprendente es que, después de él, otras personas sufrieron algo parecido mientras visitaban el arte de Florencia (especialmente la Galería degli Uffizi), desde el siglo XIX en adelante. Fue en los años 70 cuando la psiquiatra italiana Graziella Magherini acabaría dándole un nombre porque el escritor fue el primero en sentirlo. Llegó a describir más de 100 casos similares, todos en la ciudad cuna del Renacimiento, por lo que podríamos decir que el sorprendente síndrome de Stendhal va ligado a la historia de esta ciudad y su no menos sorprendente arte.

Es una condición psicológica con síntomas que incluyen náuseas, vómitos, alucinaciones y aumento del ritmo cardíaco

Y aunque es el más famoso, no es el único síndrome sorprendente que existe en el mundo. Otra ciudad de la geografía europea que también tiene un síndrome asociado, aunque es menos conocido, es París. La llamada ciudad de la luz y también ciudad del amor, suele apasionar a todo el que la visita, tanto por su estilo arquitectónico como la historia que se respira por sus calles, o simplemente por aquello a lo que llaman 'encanto francés'. Sin embargo, no todo el mundo puede disfrutarla por igual: un pequeño porcentaje de quienes se aventuran a visitar la ciudad experimentan el "síndrome de París", una condición psicológica con síntomas que incluyen náuseas, vómitos, alucinaciones y aumento del ritmo cardíaco.

Foto: 'Stendhal en un cuento de amor'. (iStock)

Y, sorprendentemente, le sucede más a los japoneses que a ningún otro grupo de la población mundial, advierten los estudios al respecto. Según explica Matthieu Deflem (profesor de sociología) en 'Live Science', podría tener mucho que ver con las diferencias culturales. "Esto, junto con las expectativas románticas probablemente no satisfechas, podría explicar por qué lo sufren con más frecuencia", cuenta. "El choque cultural puede, en casos particularmente severos, hacer que las personas se sientan desorientadas, deprimidas, irritables y físicamente enfermas". De hecho, los síntomas asociados con este choque cultural son similares a los que experimenta alguien con ansiedad.

El choque cultural puede, en casos particularmente severos, hacer que las personas se sientan desorientadas, deprimidas, irritables y físicamente enfermas

Y no solo tiene que ver con que películas como 'Amèlie', 'Medianoche en París' o 'Antes del atardecer' magnifiquen y romanticen con la idea de lo que es la capital de Francia, que poco tiene que ver con la realidad, sino en las diferencias muy sutiles con respecto a las normas culturales o expectativas sociales, que pueden causar confusión, sobre todo en los japoneses, con una cultura más ordenada.

¿Significa eso que solo puede suceder puntualmente en París y con japoneses de por medio o puede suceder lo mismo en otros países? Algunos expertos lo consideran un fenómeno psíquico muy complejo, que tiene que ver con la decepción o incluso con la desesperación de que algo no coincida con nuestras expectativas románticas. También es probable que el síndrome sea un fenómeno generacional, pues las generaciones más jóvenes tienden a ser más trotamundos y, por lo tanto, es probable que estén más preparados para lo que experimentarán en un destino.

De cualquier manera, aunque sin sentir alucinaciones o vómitos porque parece muy extremo, todos hemos sentido choque cultural alguna vez. Pueden suceder siempre, incluso cuando volvemos a un sitio en el que estuvimos hace tiempo y del que guardábamos, sin embargo, una imagen bien diferente. Al fin y al cabo, citando a Proust, el recordar una determinada imagen no es sino recordar un determinado instante, y las casas, los caminos, los paseos, desgraciadamente, son tan fugitivos como los años.

"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados (...) me latía el corazón, la vista estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme", fue el escritor Stendhal quien relató dicha sensación cuando se paseaba en 1817 por la basílica de la Santa Cruz en Florencia y quedó impresionado por ver las tumbas de hombres tan importantes como Galileo, Miguel Ángel o Maquiavelo. Aquello, sumado a la belleza de la basílica, le hizo sentir palpitaciones, vértigo y confusión. Tuvo que dejar de admirar el monumento para poder recuperarse.

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