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Los animales que parecen no envejecer nunca: ¿qué podemos aprender de ello?
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Los animales que parecen no envejecer nunca: ¿qué podemos aprender de ello?

Una tortuga gigante de Seychelles, llamada Jonathan, ha cumplido ahora 190 años, convirtiéndose en la tortuga más vieja de la historia y el animal terrestre más antiguo registrado

Foto: (Foto: iStock)
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Lo de la inmortalidad sigue siendo un asunto de la fantasía y la ficción. De momento, no parece posible que vivir para siempre vaya a ser posible, ni aquí ni en la Luna. Sin embargo, hay algo que se le asemeja, mirándolo de manera optimista, aunque abre aún más el misterio de la vida misma: el envejecimiento.

A priori, nadie quiere envejecer por puro gusto. No hay más opción, así que la sociedad lo afronta desde lo individual, aunque llevándolo a lo colectivo, porque la vejez nos llega a todos. A lo largo de la historia, se ha tratado de manera distinta, siempre desde el temor ingénito que nos sugiere la muerte. Así, basta decir que evitarla ha sido un objetivo más o menos revelado en nuestros días.

Foto: La ciencia descubre cuatro patrones de envejecimiento. (El Confidencial)

Actualmente, sectores como la industria cosmética, la industria alimentaria e, incluso, la propia industria cultural generalizada a través de la mecánica del sistema capitalista ha formulado su negocio en torno a este sentimiento: acercarse a la muerte natural no está bien visto. Pero esto solo es un problema humano, porque existen otras especies animales que parecen no envejecer nunca.

Cómo cumplir 190 años

A ver, envejecer, envejecen, solo que a un ritmo mucho más pausado que las personas. Dos nuevos estudios, uno de ellos dirigido por la bióloga Rita da Silva y otro por la bióloga Beth Reinke y el ecólogo David Milles, y publicados ambos recientemente en la revista 'Science', han encontrado que las tortugas terrestres tienen tasas de envejecimiento notablemente lentas. De hecho, si se encuentran en cautiverio, sin el estrés de encontrar comida y evitar a los depredadores, es posible que algunos no envejezcan en absoluto.

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Los científicos llevan mucho tiempo notando este fenómeno, incluso analizándolo, pero hasta ahora no habían encontrado respuestas concisas sobre por qué hay especies de tortugas con vidas increíblemente largas. Este mismo año, por ejemplo, una tortuga gigante de Seychelles (Aldabrachelys gigantea hololissa) llamada Jonathan ha cumplido 190 años, lo que la convierte en la tortuga más vieja de la historia y el animal terrestre más antiguo registrado.

No obstante, tantos años de investigación sobre la biología de las tortugas ha ido uniendo algunas piezas de este puzle. Se sabe así que las tortugas pueden matar rápidamente las células dañadas y que son resistentes al daño del ADN que se acumula con el tiempo a medida que las células se dividen. ¿Esto quiere decir que su organismo no sufre nunca el envejecimiento natural que conocemos?

La clave de la sangre fría

Ese envejecimiento se conoce como senescencia, y es muy fácil de observar en humanos: un sistema inmunológico fallando, huesos que se vuelven quebradizos, problemas en la sangre, niveles de energía decayendo... Hay un sinfín de síntomas que nadie puede ni sabe pasar por alto. Además, señala Stephanie Pappas en 'Live Sciece', la muerte se vuelve estadísticamente más probable con cada año de edad. "Por ejemplo, según las tablas actuariales de la Administración del Seguro Social, un hombre de 50 años en los Estados Unidos tiene una probabilidad del 0,48% de morir en el próximo año. Un hombre de 80 años tiene un 5,6% de posibilidades de morir en un año. Para un hombre centenario, hay casi un 35% de posibilidades de que no supere su próximo año".

Lo que la nueva investigación revela es que este proceso del riesgo en alza es mucho, mucho más lenta en las tortugas. En algunos casos, de hecho, puede no existir en absoluto. Vamos, que muchas mueren jóvenes (de espíritu y de físico), porque la edad no les aumenta el riesgo de muerte. Claro que en algún momento las tortugas también mueren, pero esa probabilidad de muerte puede ser la misma, tengan 5 o 25 años, o en el caso de algunas especies longevas, tal vez incluso 125 años.

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Algunas claves para esta supervivencia están en sus caparazones, estos evitan que las tortugas se puedan comer, lo que significa que sus tasas de mortalidad debido a fuentes externas son más bajas que las de otros muchos animales. Además, tienen la sangre fría y todos los animales con esta cualidad envejecen más lentamente, pero es que también poseen las defensas más sólidas para protegerse de los depredadores. Vamos, el kit de supervivencia perfecto lo han heredado ellas.

Esto ahora se quiere llevar al escenario humano. "La biología de las tortugas podría ayudar a descubrir los secretos contra la senescencia para los humanos, pero se requiere mucha más investigación para llegar allí", apunta Reinke. En general, se necesita más trabajo para comprender la evolución del envejecimiento en otros animales. Lo cierto es que, en cualquier caso, las personas ya envejecen de forma lenta en comparación con otras especies.

Lo de la inmortalidad sigue siendo un asunto de la fantasía y la ficción. De momento, no parece posible que vivir para siempre vaya a ser posible, ni aquí ni en la Luna. Sin embargo, hay algo que se le asemeja, mirándolo de manera optimista, aunque abre aún más el misterio de la vida misma: el envejecimiento.

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