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El 'rey del caucho': la increíble historia del hombre que inspiró Fitzcarraldo
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una epopeya sorprendente

El 'rey del caucho': la increíble historia del hombre que inspiró Fitzcarraldo

En el siglo XIX, un hombre se introdujo en la selva peruana pobre y solitario y salió siendo millonario gracias al comercio de un material. Después, viviría más aventuras

Foto: Carlos Fermín Fitzcarrald. (Wikimedia commons)
Carlos Fermín Fitzcarrald. (Wikimedia commons)

Probablemente, el rodaje de 'Fitzcarraldo' (1982), la película de Werner Herzog sobre un soñador megalómano que decide subir un barco por una montaña del Amazonas, con la idea de construir una ópera en plena selva, siempre se recordará como uno de los más enrevesados de la historia. El mismo Herzog lo cuenta en su novela 'La conquista de lo inútil', donde asegura que el equipo tuvo que lidiar durante dos años en plena selva con toda clase de accidentes, problemas y locuras de Klaus Kinski, el actor principal de la película.

Pero aunque 'Fitzcarraldo' ha pasado a ser una película de culto, sumamente famosa, no muchas personas conocen al personaje en quien se basó Herzog para la misma: Carlos Fermín Fitzcarrald, también conocido como 'el rey del caucho', comerciante cauchero y explorador peruano, que descubrió además el itsmo que lleva su nombre en la selva del sur de Perú, el que es (según muchos historiadores) el hallazgo más importante del país en el siglo XIX.

Descubridor de un itsmo

Cuando era joven, Carlos Fermín (bautizado como Isaías Fermín, siendo el primogénito de siete hermanos), estudió en el Liceo Peruano de Lima, pues su padre quería que se preparase como marino. Había nacido en un día de verano de 1862 en un pequeño poblado al oeste de Perú, según cuenta la leyenda, de padre irlandés y madre sanluisiana. Padre e hijo emprendían constantemente viajes juntos a Huánuco, para así aprender sobre la venta de mercadería en lo alto de los ríos.

Tras la Guerra del Pacífico decidió adentrarse en la selva amazónica y convivir con los nativos, conociendo así los secretos del caucho

De hecho, en una ocasión, al regresar de uno de esos viajes, fue apuñalado en el estómago por un bandolero, (saliendo con vida del incidente, claro). La muerte de su padre truncó su destino y se vio obligado a emigrar al oriente peruano en busca de fortuna. Después de luchar en la Guerra del Pacífico, viajó a Loreto y con la idea de ocultarse porque había sido acusado de espía chileno, cambió su nombre por el que todos conocemos. Fue condenado a muerte, pero por cosas del destino el párroco que le iba a dar la extremaunción lo reconoció de otros tiempos, y eso le salvó la vida.

Y, como Fitzcarraldo aunque sin ópera, decidió adentrarse en la selva amazónica y convivir con los nativos, conociendo así los secretos del caucho. Este material, excepcionalmente fuerte e impermeable (con él se fabrican neumáticos, ropa de deporte, pelotas y mucho más), era originario de la selva brasileña (su árbol es el Hevea brasiliensis), aunque ya no se cultiva comercialmente en el país debido a la prevalencia del tizón en Sudamérica, patógeno que minó la industria de este material en la década de 1930. Pero mucho antes de que esto sucediera, el material se encontraba en pleno apogeo, y aunque Fitzcarrald entró en la selva pobre y solo, salió de ella millonario, años después.

Este material, excepcionalmente fuerte e impermeable (con él se fabrican neumáticos, ropa de deporte, pelotas y mucho más), era originario de la selva brasileña

Fitzcarrald supo ver la importancia del caucho frente a otros materiales como el látex, y se convirtió pronto en uno de los hombres más ricos de Perú, construyendo una mansión en torno a la que después surgió un poblado. El problema de su negocio, aunque prolífero, fue que necesitaba una vía directa para trasladar el caucho hacia los principales puertos, para lo que era necesario un paso que comunicara dos ríos para facilitar la circulación. Igual que Fitzcarraldo se empeñó en la imposible epopeya de subir un barco a través de una montaña, su homólogo en la realidad se propuso una gesta muy parecida y no menos difícil.

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Movilizó a centenares de nativos para localizar el varadero. Su propósito era unir ese vasto y rico sector de la selva, en peligro por las excursiones de caucheros bolivianos y brasileros, con la parte norte, ya recorrida intensamente por comerciantes y pobladores peruanos. En 1985, tras tres años de exploración, descubrió lo que hoy se conoce como el Istmo de Fitzcarrald, un paso de unos once kilómetros por tierra que unía el río Cashpajali con el Manu y el Madre de Dios, facilitando con ello el comercio del caucho. E, igual que en la película de Herzog, arrastró una barca a lo largo de esos once kilómetros que separaban las dos cuencas.

Su propósito era unir ese vasto y rico sector de la selva e, igual que en la película de Herzog, arrastró una barca a lo largo de esos once kilómetros que separaban las dos cuencas

Estaba en la cumbre del mundo cuando murió. El 9 de julio de 1897, mientras atravesaba uno de los rápidos del río Urubamba en barco, este se estrelló contra las rocas y el rey del caucho falleció inmediatamente. Atrás dejaba un imperio que los biógrafos de su figura han cuestionado debido a las repercusiones negativas que tuvo entre la población nativa de la selva, sacrificando vidas en la consecución de su hazaña y de la búsqueda del caucho. Herzog se encargó de retratar esa megalomanía en su obra, que tiene dos lecturas: la de aquel que no se rinde jamás ante las dificultades (como el propio Herzog durante el rodaje) o la del que, por conseguir lo que quiere, está dispuesto a inmolar todo cuanto hay a su paso.

En cuanto al rey del caucho, recordado así, no le sobrevivió un imperio que se quedó huérfano tras su muerte, pues ninguno de sus hijos lo continuó. Lo que había conseguido en diez años desapareció en tan solo unas horas, aunque la estela de su triunfo quedó para siempre, hasta el punto de que la leyenda en torno a su vida no solo sirvió para inspirar una película, sino para convertirle, con sus luces y sombras, en algo así como un héroe en la historia de Perú.

Probablemente, el rodaje de 'Fitzcarraldo' (1982), la película de Werner Herzog sobre un soñador megalómano que decide subir un barco por una montaña del Amazonas, con la idea de construir una ópera en plena selva, siempre se recordará como uno de los más enrevesados de la historia. El mismo Herzog lo cuenta en su novela 'La conquista de lo inútil', donde asegura que el equipo tuvo que lidiar durante dos años en plena selva con toda clase de accidentes, problemas y locuras de Klaus Kinski, el actor principal de la película.

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