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Cuatro señales de que eres demasiado perfeccionista
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NADIE ES PERFECTO

Cuatro señales de que eres demasiado perfeccionista

Un psicólogo explica los detalles y rasgos que caracterizan este tipo de personalidad y advierte de cuándo podría llegar a convertirse en un problema

Foto: Foto: iStock.
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Nadie es perfecto, pero a todo el mundo le gustaría serlo. Al menos es el pensamiento básico que asoma cuando nos vemos atrapados en situaciones en las que nos sentimos unos desastres. Sea en la esfera laboral, personal o social, la perfección es un principio inalcanzable pero deseable. Y, por ello, muchas personas pueden acabar obsesionándose con rozar lo ideal.

¿Cómo se define una persona perfeccionista? Se trata de un rasgo de personalidad del individuo que intenta a toda costa hacerlo todo de manera extraordinaria, desde lo más difícil y complejo (como estudiar para un examen o tener una vida cómoda y lujosa) a lo más pequeño y concreto (limpiar la casa de manera muy precisa o hasta limarse las uñas para que queden perfectas). Lo que mejor define a la personalidad del perfeccionista es su frustración permanente de no alcanzar la perfección con metas inalcanzables u objetivos vitales, profesionales o académicos nada realizables. Por ello, genera una importante fuente de sufrimiento y frustración que hace que en muchos casos todo se tuerza, o al menos genera la impresión de absoluto descontrol cuando a simple vista todo está en orden.

"Una rutina perfecta y rígida ayuda a saber qué esperar y, por tanto, hace que uno sienta que tiene el control"

Uno de los síntomas más comunes en los que se presenta la personalidad perfeccionista es en el síndrome del TOC o trastorno obsesivo compulsivo. Aunque son diferentes, tienen aspectos en común, como es el sentimiento de tener todo bajo control o que nada se salga de los planes. Incluso, tener la ilusión de que hay algo mal cuando en realidad todo está bien (como por ejemplo revisar compulsivamente si hemos cerrado bien la puerta al salir de casa).

Anthony D. Smith, psicólogo estadounidense, ha enumerado en 'Psychology Today' los rasgos más comunes que representan la personalidad perfeccionista y no solo eso, sino cuándo puede ser preocupante y el individuo debería pedir ayuda profesional. Algunos de ellos son positivos, pues nos permiten tener una vida ordenada y controlada, pero otros son realmente negativos y van mermando la relación de la persona con su entorno y consigo mismo.

Rutinas y horarios muy fijos

No poder salir de una rutina concreta puede denotar un rasgo perfeccionista si parte de una obsesión previa del individuo por conseguir algo. Esto, como es lógico, no es negativo, pero si de pronto un día se interrumpe esa rutina y la persona se desespera o colapsa, ahí puede haber un problema. No es el hecho de no poder salirse de un esquema diario, sino los problemas que se crean frente a la imposibilidad de seguirlo al pie de la letra en una ocasión determinada.

Foto: Las manías de los niños suelen desaparecer a los 5 o 6 años (EFE)

"Una rutina perfecta y rígida ayuda a saber qué esperar y, por tanto, hace que uno sienta que tiene el control", observa Smith. "Cualquier desviación de la rutina fomenta una sensación de completo desorden, que engendra una angustia intolerable porque la seguridad de saber qué esperar se ha disuelto. Una rutina estricta también se percibe como una señal de disciplina y dedicación".

Atención excesiva a los detalles

Esto no solo afecta a las tareas o deberes, sino también a los momentos de goce o esparcimiento. Esto conecta con el TOC en el sentido de que todo tiene que estar colocado en su justa posición (por ejemplo a la hora de ordenar la casa). En el momento de tener que desenvolverse en grupo, el perfeccionismo se manifiesta y es preocupante cuando el proyecto en conjunto acaba de la manera más desastrosa después de que alguno de ellos no tolere los fallos de los demás.

Un estricto cumplimiento de las reglas

Llevar una actitud moralmente perfecta o cumplir estrictamente las normas puede ser otra señal de un comportamiento perfeccionista. Con el motivo de buscar buenos resultados para reducir la angustia que supone la imperfección, cumplir a rajatabla las normas se muestra como la mejor garantía de seguridad a la que aferrarse. Evidentemente, es positivo cumplir con las obligaciones, pero si se hace desde un punto de vista obsesivo y neurótico, es posible que la persona finalmente sienta que todo el esfuerzo para llegar a la meta haya sido en vano.

Sobreanalizar mucho las cosas

"Las personas perfeccionistas tienen muy poca capacidad para tomar decisiones por temor a que esta sea equivocada", recalca Smith. En este sentido, viven en la comparación constante a la hora de tener que elegir entre distintas alternativas, por lo que deben asegurarse constantemente de que la decisión es la acertada. Esto les lleva a la parálisis, ya que de tanto comerse la cabeza nada les contentará, viviendo en la frustración al no poder alcanzar ese estado ideal de las cosas que les transmita de que sí, efectivamente, hicieron lo correcto.

Nadie es perfecto, pero a todo el mundo le gustaría serlo. Al menos es el pensamiento básico que asoma cuando nos vemos atrapados en situaciones en las que nos sentimos unos desastres. Sea en la esfera laboral, personal o social, la perfección es un principio inalcanzable pero deseable. Y, por ello, muchas personas pueden acabar obsesionándose con rozar lo ideal.

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