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Un estudio demuestra que la pérdida de sueño puede alterar la forma en que vemos a los demás
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Un estudio demuestra que la pérdida de sueño puede alterar la forma en que vemos a los demás

Investigadores de la Universidad de Uppsala han examinado a hombres y mujeres jóvenes para captar cómo la pérdida aguda del sueño afecta a la hora de percibir la felicidad en rostros ajenos

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Está claro que el camino hacia la felicidad no es un camino fácil, pero lo cierto es que hay algunas pautas imprescindibles para llevar mejor la ruta de la vida. Dormir es una de ellas, pero dormir bien. Esto incluye que el cuerpo atraviese un proceso de desconexión que, una vez despiertos, nos devuelve a la realidad a través del sueño. Es decir, gracias a este nos activamos, o lo que es lo mismo: sin descansar de forma adecuada no podremos estar despiertos el resto del tiempo, y viceversa, en una espiral continua y delicada que requiere cuidados constantes.

Todos conocemos las consecuencias más leves de no dormir bien una noche, dos, tres, incluso durante semanas y meses. Sin embargo, las consecuencias más graves o profundas que pueden llegar a experimentar personas, por ejemplo, con patologías diagnosticadas, parecen quedar en otro plano. Como vivimos en sociedad, y asuntos tan íntimos repercuten más allá de nosotros mismos (y también porque más vale prevenir que sufrir), ¿Cuáles son estas consecuencias y por qué resultan importantes para todos?

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Un nuevo estudio de la Universidad de Uppsala en Suecia ha encontrado que cuando los adultos jóvenes no duermen bien evalúan las caras de enfado como menos confiables, pero consideran el aspecto saludable y atractivo. Al mismo tiempo, los rostros neutrales o que denotan miedo les parecen menos atractivos.

A través de los ojos

Los hallazgos de esta investigación, publicados en la revista científica 'Nature and Science of Sleep', son el resultado de un largo proceso de observación y análisis basado en el seguimiento ocular, una tecnología de sensores que puede detectar lo que una persona está mirando en tiempo real.

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Siguiendo este mecanismo, los investigadores realizaron un experimento en 45 hombres y mujeres jóvenes para examinar cómo la pérdida aguda del sueño afecta la forma en que los humanos exploran y evalúan la idea de felicidad en rostros ajenos. Los participantes pasaron para ello una noche sin dormir, nada de nada, y otra noche con la oportunidad de dormir ocho horas. Tras cada una de ellas, se medían sus movimientos oculares.

"Cuando no dormían, los sujetos de nuestra investigación pasaban menos tiempo fijándose en las caras. Dado que las expresiones faciales son cruciales para comprender el estado emocional de los demás, pasar menos tiempo fijándose en las caras después de una pérdida aguda del sueño puede aumentar el riesgo de que interprete el estado emocional de los demás de manera inexacta", apunta Lieve van Egmond, autora del estudio.

Sin motivación para interactuar

Por su parte, el profesor de neurociencia y también autor del estudio Christian Benedict, asegura que los resultados sugieren que la pérdida de sueño se asocia con impresiones sociales más negativas de los demás, lo que podría resultar en una menor motivación para interactuar socialmente.

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No obstante, se trata de un primer paso, pues para extender los resultados requerirán de una muestra más amplia. "Nuestros participantes eran adultos jóvenes. Por lo tanto, no sabemos si nuestros resultados son generalizables a otros grupos de edad. Además, aún desconocemos si se verían resultados similares en personas que sufren de pérdida crónica del sueño", señala Van Egmond.

Está claro que el camino hacia la felicidad no es un camino fácil, pero lo cierto es que hay algunas pautas imprescindibles para llevar mejor la ruta de la vida. Dormir es una de ellas, pero dormir bien. Esto incluye que el cuerpo atraviese un proceso de desconexión que, una vez despiertos, nos devuelve a la realidad a través del sueño. Es decir, gracias a este nos activamos, o lo que es lo mismo: sin descansar de forma adecuada no podremos estar despiertos el resto del tiempo, y viceversa, en una espiral continua y delicada que requiere cuidados constantes.

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