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Por qué las máquinas del futuro nunca podrán contar un solo chiste malo
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SIN UN ÁPICE DE SENTIDO DEL HUMOR

Por qué las máquinas del futuro nunca podrán contar un solo chiste malo

Se han puesto muchas esperanzas en las posibilidades de la inteligencia artificial con respecto a las tareas que podrá asumir. Pero que no teman los cómicos: su oficio será de los últimos en desaparecer

Foto: Foto: iStock.
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¿Cuándo fue la última vez que te reíste por un chiste contado por un ordenador? Si lo piensas, realmente nunca. Los avances en el campo de la inteligencia artificial han permitido que cada vez el lenguaje predictivo se aproxime más a lo que queremos decir. A medida que redactas un correo, por ejemplo, las opciones que la máquina te arroja se van volviendo más apropiadas, adelantándose como por arte de magia a lo que queremos expresar. Sin embargo, seguramente esa predicción arroje un resultado demasiado frío y formal, como un "Atentamente" o un "Quedo a la espera de tu respuesta".

Las herramientas de 'machine learning' están diseñadas para que de forma gradual las máquinas aprendan a emular al lenguaje humano de una forma cada vez más sofisticada, pero todavía hay grandes barreras lingüísticas que estas inteligencias artificiales no pueden sobrepasar. Una de ellas, si no la más difícil, es la del humor. No en vano, la capacidad que tenemos para fabricar y reírnos con bromas es una de las cualidades intrínsecas a nuestra naturaleza humana. De ahí que no haya una unanimidad total a la hora de saber si un chiste es bueno o malo (aunque como es obvio podemos intuirlo), pues depende de muchos factores, como pueden ser el contexto, el campo sociocultural que comparten los individuos o la inteligencia que les lleva de manera rápida a pillar la broma, entre muchos otros.

Foto: Henri Bergson, autor de ensayo 'La risa'

Así, imagina que colocas un robot creado por alta tecnología entre el público en un espectáculo de monólogos. Posiblemente, se reiría como todos los demás, pues sería capaz de deducir por el comportamiento del resto que se trata de un espectáculo de humor. Aunque no pille los chistes, el robot estaría programado para reírse como el que más. Pero ahora imagina que colocas al artefacto en el escenario. Es probable que pueda hacer chistes basándose en los últimos shows de comedia que haya presenciado, aplicando las mismas temáticas que nos hacen reír (sexo, escatología...) o haciendo variaciones sobre chistes ya contados. Pero sería muy difícil que llegar a contar un chiste auténtico y genuino, o en todo caso necesitaría muchísimo tiempo de aprendizaje no solo lingüístico (como usar la ironía y el sarcasmo de manera eficaz), sino también sociocultural. Y, por supuesto, que provocara que los espectadores torcieran el gesto, diciendo el clásico: "Qué malo".

"Hay muchos más bots que ejercen de trolls en Internet que bots que nos hagan reír"

¿Los grandes cómicos de la actualidad deben temer porque algún día una inteligencia artificial les quite el puesto? Esta es la pregunta que se hace Tony Veale, profesor de la Escuela de Ciencias Informáticas del University College de Dublín, en Irlanda, en un artículo publicado en 'Aeon' en el que argumenta que la tarea más difícil de ejecutar por una máquina programada con alta tecnología predictiva y de aprendizaje continuo viene a ser hacernos reír. "Los ordenadores todavía están en el campo de recreo en su tarea por escribir chistes nuevos", asegura. "Son bastante hábiles con los juegos de palabras, reconociendo los que nosotros usamos para producir los suyos propios, pero aún están lejos de darle forma, ya que se necesita un buen sentido del humor para distinguir los accidentes lingüísticos de la realidad".

Un ejemplo que pone Veale es reparar en los límites del humor. Hoy en día se habla mucho de que ya no se pueden contar tantos chistes como antes debido a la corrección política o que el humor negro cada vez está más devaluado. En este sentido, "hay muchos más bots que ejercen de trolls en Internet que bots que nos hagan reír, porque la ofensa es más fácil de generar, ya sea a propósito o accidentalmente". Según el experto, la inteligencia artificial sería muy buena contando chistes racistas o que ofendan a colectivos como el feminista, pues lleva mucho tiempo entrenándose para detectar dichos comentarios ofensivos en redes sociales.

¿Qué es un 'loro estocástico'?

Dejando a un lado parcialmente el tema del humor, cabe reparar en el que representa uno de los mayores desafíos y peligros del lenguaje predictivo. Se trata de la teoría de los 'loros estocásticos', la cual apareció en un 'paper' sobre alta tecnología en 2021 titulado 'Sobre los peligros de los loros estocásticos: ¿Pueden los modelos lingüísticos ser demasiado grandes?'. En él, los autores descifraban varios de los pecados de que las máquinas pudieran tener tanta legitimidad para redactar textos basándose en su lenguaje predictivo. Lo cual conecta mucho con el humor, pues un buen chiste solo hace gracia cuando viene a cuento, es decir, está enmarcado dentro de una intención concreta y un contexto.

"Todos los chistes requieren que primero nos convirtamos en maestros de las expectativas"

"La comunicación humana tiene como finalidad dar sentido a lo que otros dicen o escriben, por lo que tenemos una fuerte tendencia a encontrar coherencia y significado, incluso cuando no está ahí", aseveran Esther Sánchez García y Michael Gasser, en una entrada de la web 'Science for the People' en la que comentan los resultados del estudio. Un texto producido por un modelo lingüístico está fabricado a partir de información probabilística sobre secuencias de palabras que hay en el 'corpus' con el que fue entrenado. Pero "no hay un objetivo comunicativo, ningún significado genuino detrás del texto que producen: son loros estocásticos que en manos equivocadas podrían ser bastante peligrosos".

"Va Timón y... ¡Pumba!"

Esto tiene mucho que ver con el humor. Por ejemplo, un chiste rematadamente malo pero que viene a la perfección para ejemplificar esta barrera que se presenta ante la inteligencia artificial a la hora de diseñar buenas chanzas: "Va Timón y... ¡Pumba!". Este chiste, que hace una referencia directa a los dos personajes de 'El Rey León' y a la onomatopeya lingüística de un golpe, sería imposible que algún día lo pudiera contar o crear una IA. Básicamente, porque como seres humanos y como bien apuntan Sánchez García y Gasser, una buena parte del humor tiene que ver con buscar un sentido que a simple vista no aparece en una oración. La máquina, como mucho, asociaría esta frase con los personajes de la película de Disney pero nunca sería capaz de crearlo o reírse con él, ya que la onomatopeya de 'pumba' aparece muy pocas veces (pura probabilidad estadística) en los modelos lingüísticos que previamente ha analizado y aprendido.

Foto: El 'bebé Trump', un símbolo de las protestas de nuestra época. (EFE)

Y esto, como exponen los autores, podría ser peligroso si salimos del marco del humor y nos adentramos en temas más serios. "Por ejemplo, podríamos producir grandes cantidades de texto aparentemente coherente sobre cualquier tema, haciendo que parezca que hay un gran interés entre el público por hablar de ello o generar innumerables páginas de comentarios sobre una noticia falsa, apoyando la información y convirtiéndolo en una realidad social", esgrimen.

Esta vez sí que tienes que reírte

Por último, el argumento de peso para pensar que el humor será la última barrera lingüística y cultural que traspase la inteligencia artificial, el cual tiene que ver con todo lo anteriormente expuesto: la gestión de las expectativas. Cuando contamos un chiste, se supone que nos tiene que hacer gracia. Es un razonamiento similar al expuesto por Sánchez García y Gasser, ya que subyace una intención comunicativa que la máquina no puede gestionar. Las expectativas difieren mucho de la capacidad predictiva, aunque tienen elementos de significado comunes. Las dos intentan anticiparse a lo que va a ocurrir, pero una de ellas está condicionada por el sentido común y el contexto (las expectativas), mientras que la otra obedece a un mero proceso lógico complejo a partir de estadísticas y probabilidades.

"Los chistes hacen que lo que esperamos vuelva a parecer nuevo otra vez"

"Todos los chistes requieren que primero nos convirtamos en maestros de las expectativas", recalca Veale de nuevo, en el artículo inicialmente citado. "Intuir lo que otros esperarán en un entorno determinado, y a qué tipo de conclusiones más probables llegarán, es la clave para construir esas expectativas antes de derribarlas, de ahí que tantos chistes estén basados en clichés y estereotipos. Un cliché suele ser el camino más corto entre dos ideas que nos suenan familiares, pero las chanzas nos llevan por el más largo, ya que hacen que lo esperado vuelva a aparecer nuevo otra vez".

Por ello, siempre va a ser más fácil hacernos llorar que reír. Lo dramático requiere una suma de elementos ya de por sí tristes o negativos, mientras que los chistes abundan en el ingenio y el contexto en el que se encuentran los individuos. Es difícil desentrañar cómo será el futuro de aquí adelante y cómo revolucionará el mundo del mañana la tecnología, pero lo que está claro es que los cómicos pueden estar tranquilos: su oficio será uno de los últimos en desaparecer.

¿Cuándo fue la última vez que te reíste por un chiste contado por un ordenador? Si lo piensas, realmente nunca. Los avances en el campo de la inteligencia artificial han permitido que cada vez el lenguaje predictivo se aproxime más a lo que queremos decir. A medida que redactas un correo, por ejemplo, las opciones que la máquina te arroja se van volviendo más apropiadas, adelantándose como por arte de magia a lo que queremos expresar. Sin embargo, seguramente esa predicción arroje un resultado demasiado frío y formal, como un "Atentamente" o un "Quedo a la espera de tu respuesta".

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