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'La cámara secreta': la increíble colección erótica de la antigua Pompeya
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'La cámara secreta': la increíble colección erótica de la antigua Pompeya

Cerrada durante mucho tiempo, la polémica sala 65 tiene una gran historia detrás y todavía impacta a los curiosos. Los menores tienen que verla acompañados

Foto: Fresco de Apolo y Dafne.
Fresco de Apolo y Dafne.

Era de día en cualquier parte del mundo, pero allí la oscuridad era más oscura y espesa que cualquier otra noche. Las palabras, prestadas de Plinio el Joven, que observó la tragedia, sirven para resumir cómo el 24 de agosto del año 79 d.C (según la fecha tradicional), las poblaciones de Pompeya, Herculano y Estabia se apagaron para siempre en un cielo de ceniza. En la bahía de Nápoles, aquel día, el volcán dormido despertó y la lava bajó corriendo las laderas. La gente creyó al principio que solo se trataba de un escape de humo.

Tristemente conocidas por ello, las ciudades se separaron por unos minutos de demora en función de su cercanía al Vesubio. En Herculano muchas personas dormían, algunas corrieron hacia la playa pensando que el mar podría protegerlos. Nos han quedado sus restos, como un trágico individuo de 40 años que se aferra a un monedero con la cabeza vuelta a la playa.

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Los habitantes de Pompeya tardaron 17 minutos en morir, según los estudios, y el tormento se prolongó más: primero llegó una lluvia fina de ceniza, después comenzaron a caer piedras del volcán y la ciudad quedó envuelta en vapores de azufre. Como los famosos amantes (según los estudios, dos hombres de 18 y 20 años), casi todos murieron al sufrir una hemorragia inducida por el calor, y sus cráneos estallaron.

Pompeya fue una ciudad desarrollada, sofisticada, gobernada por un magistrado elegido anualmente y un consejo compuesto por ex magistrados

Para la eternidad ha quedado ese sufrimiento que vivieron los habitantes de Pompeya, como una maldición bíblica que un día de verano se cernió sobre ellos. Pero, antes de que las fuerzas de una naturaleza implacable terminaran con la población, la ciudad romana fue desarrollada, sofisticada, gobernada por un magistrado elegido anualmente y un consejo compuesto por ex magistrados. Como en cualquier otra parte del mundo, la pulsión entre Eros y Tánatos se enfrentaron entre sus calles, aunque con el estallido del volcán parece que fue este último el victorioso.

La sala 65

Los ciudadanos de Pompeya y Herculano seguían esa antigua tradición griega de "comer y beber, porque algún día estaréis muertos", y también se dedicaban a los placeres de la carne. Memento mori. Hoy en día, lo que en otro tiempo fueron sus vidas se exhibe para los más curiosos. El Museo Arqueológico Nacional de Nápoles muestra lo que fue Pompeya antes de que la asolasen las llamas, sin embargo, una sala estuvo cerrada durante mucho tiempo al gran público: La 65, conocida como 'La cámara secreta'. La colección prohibida y pornográfica.

La colección prohibida son dos salas que contienen 250 frescos, mosaicos, estatuas, amuletos, lámparas de aceite... la mayoría de ellos desenterrados durante los siglos XVIII y XIX

Su contenido era tan escandaloso que abrió hace tan solo 20 años, en el 2000, como recogía un artículo de ese año publicado en 'The New York Times'. Los escolares curiosos que quisieran verla necesitaban el permiso de sus padres para hacerlo. El gabinete pornográfico es, en realidad, dos salas que contienen una vasta colección de erótica antigua: 250 frescos, mosaicos, estatuas, talismanes, amuletos, lámparas de aceite, así como símbolos de fertilidad muy explícitos, la mayoría de ellos desenterrados durante los siglos XVIII y XIX.

Por supuesto, el museo de Nápoles no es el único que guarda una colección erótica, puesto que el tema de Eros fue frecuente en la época. Lo que lo hace único es su magnífica preservación, fruto justamente de la desgracia del volcán. El Vesubio consumió la civilización, pero la preservó para las generaciones futuras. Desde que las excavaciones encontraron estas piezas, han pasado por distintas manos (y ojos).

En 1827, un sacerdote anónimo escribió a Francisco I describiendo la habitación como un infierno y rogando que la cerrara

La colección, que ilustra las inclinaciones sexuales de las sociedades prerromana y romana, tiene una larga historia. En 1785, el rey Fernando de Nápoles reservó una sala de su museo real para estas obscenas antigüedades, y solo podían verse con un permiso especial. En 1819, la colección se transfirió a otro museo y se mantuvo en exhibición abierta. En 1827, un sacerdote anónimo escribió a Francisco I describiendo la habitación como un infierno y rogando que la cerrara (este decidió mantenerla solo para personas 'maduras y con moral respetada').

placeholder 'Safo'. El volcán paradójicamente preservó los frescos.
'Safo'. El volcán paradójicamente preservó los frescos.

Durante las revoluciones de 1848 que barrieron Europa, la colección se volvió a abrir durante un año. Después de que Garibaldi derrotara a los Borbones y estableciera su propia dictadura breve en el sur de Italia en 1860, uno de sus primeros actos fue ordenar que se quitaran las hojas de parra de las estatuas públicas. También exigió la reapertura del Gabinete Secreto. Faltaba una de las tres llaves necesarias, por lo que un artesano del museo derribó la puerta. En 1860 volvió a cerrarse de nuevo. La colección se abrió otra vez en la década de 1960, pero luego se cerró nuevamente para su restauración. Se reabrió por última vez (por ahora) en 2001.

Carlos III impulsó las excavaciones de Pompeya y Herculano, aunque quedó perplejo al encontrar una estatua de mármol del dios Pan copulando con una cabra

La arqueóloga del museo, Marinella Lista, advertía cuando se abrió que "la sexualidad de los antiguos no es como la nuestra". De hecho, una de las obras más famosas de la colección (una estatua en mármol del dios mitológico Pan copulando con una cabra, que data del siglo II d.C), fue guardada en un cofre por Carlos III (fue él quien impulsó las excavaciones de Pompeya y Herculano, aunque según la leyenda decidió pararlas cuando encontró la escultura). Incluso se le prohibió verla al arqueólogo más destacado de la época, Johann Winckelmann. Y, en comparación con otras representaciones que rodean la sala, la estatua de Pan goza de crueldad pero también de ternura.

Eros

Las obras son tan explícitas que en su día el sacerdote Pietro d'Onofri pensó en excomulgar a Pompeya. Los famosos lupanares de la ciudad estaban decorados con murales tan obscenos que hace un tiempo solo podían verlos los hombres, y si las mujeres o los niños querían echar un vistazo tenían que sobornar a los guardias de seguridad del museo. Hasta escritores de mentalidad más amplia, como Stendhal, se sorprendieron con las imágenes. Era como si Pompeya, al igual que Sodoma, se hubiera consumido por la fuerza eruptiva del volcán debido a su lascivia. Una suerte de castigo divino después de tanto pecado.

Los frescos de los lupanares eran tan obscenos que durante un tiempo solo los hombres podían verlos. Las mujeres y niños tenían que sobornar a los guardias del museo

Incluso hoy los visitantes deben ser mayores de 14 o ir acompañados de sus padres o un adulto responsable. Divididas en cuatro secciones, son una plena representación de cómo era la vida en la ciudad antes de su destrucción, pero quizá nuestros ojos del presente sean los que hayan distorsionado las imágenes, dotándolas de impureza. "Los falos, por ejemplo, se colgaban en las panaderías y se encontraban por las calles. Servían como amuletos para protegerse del mal de ojo", explicaba la arqueóloga Floriana Miele en un reciente artículo en 'BBC'. En otras palabras, no tenían un significado erótico, sino que servían como talismanes e incluso los niños los llevaban colgados al cuello.

placeholder Fresco de un lupanar de Pompeya. (Wikimedia commons)
Fresco de un lupanar de Pompeya. (Wikimedia commons)

Los frescos bien conservados, en los que pueden verse representaciones eróticas y mitológicas (generalmente son dioses teniendo relaciones) se encontraron en los dormitorios de las familias adineradas de la ciudad. Más explícitos, por supuesto, eran los que, como ya señalamos, se hallaban en los lupanares. Al fin y al cabo, en la Antigua Roma la prostitución estaba legalizada (a partir de Calígula incluso tenían que pagarse impuestos). Además de los lupanares, en una zona de Pompeya cercana al puerto donde se hallaba un spa, se encontraron 24 frescos de pequeño tamaño con representaciones de diferentes posturas sexuales.

Los falos se colgaban en las panaderías y se encontraban por las calles. Servían como amuletos para protegerse del mal de ojo y no tenían un significado erótico

Según Miele, la Pompeyana era una civilización patriarcal y eso se observa en sus representaciones. "Las mujeres suelen tener la piel más clara, muestra de que son el sexo débil, y ellos más oscura por pasar más tiempo fuera. Y aunque no se han encontrado frescos al respecto, se sabe que había hombres que se dedicaban a la prostitución. Sin embargo, esta (al contrario que en la Grecia antigua) no estaba bien vista".

placeholder Fresco hallado en Pompeya. (WIkimedia commons)
Fresco hallado en Pompeya. (WIkimedia commons)

"No hay que ver en estas representaciones una obsesión de los romanos por el sexo, el placer era algo natural", insiste. Con la llegada del Cristianismo la diferencia entre amor y sexualidad se haría más patente, y muchos tabús todavía permanecen. Aunque sus descendientes se ofendieran o sorprendiesen con estas pinturas, para ellos no era más que Eros; una manera de entender la vida y la existencia.

Era de día en cualquier parte del mundo, pero allí la oscuridad era más oscura y espesa que cualquier otra noche. Las palabras, prestadas de Plinio el Joven, que observó la tragedia, sirven para resumir cómo el 24 de agosto del año 79 d.C (según la fecha tradicional), las poblaciones de Pompeya, Herculano y Estabia se apagaron para siempre en un cielo de ceniza. En la bahía de Nápoles, aquel día, el volcán dormido despertó y la lava bajó corriendo las laderas. La gente creyó al principio que solo se trataba de un escape de humo.

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