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¿Por qué nos gustan tanto los finales felices? La ciencia ya tiene una explicación
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DESCUBRIENDO EL CEREBRO

¿Por qué nos gustan tanto los finales felices? La ciencia ya tiene una explicación

No nos gusta que la pareja de la ficción termine separada, que en el último día de nuestras vacaciones el tiempo no acompañe. Es lógico o, al menos, eso dice nuestra lógica

Foto: Imagen de la película 'Mamma Mia! Here We Go Again' (Fuente: EFE)
Imagen de la película 'Mamma Mia! Here We Go Again' (Fuente: EFE)

Es una ley no escrita, un deseo universal: Que las cosas acaben bien nos encanta, porque ¿a quién no le va a gustar la felicidad? Un final feliz es lo que esperamos de cualquier libro, película o serie, de nuestras vacaciones, de un día cualquiera. De hecho, solemos planear nuestra vida a corto y largo plazo en base a esta premisa, esperando que los contratiempos no sacudan un buen cierre de etapa.

Que el día acabe con lluvia es una especie de enemigo interno en este sentido. Que en el último capítulo de tu serie favorita los protagonistas mueran es otro enemigo interno. No nos gusta que la pareja de la ficción termine separada, que en el último día de nuestras vacaciones el tiempo no acompañe. Es lógico o, al menos, eso dice nuestra lógica.

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Según un estudio publicado en 2020 en 'The Journal of Neuroscience', a nivel psicológico, un final feliz es clave para considerar una experiencia como enteramente positiva. En cambio, un final no deseable tiende a eclipsar el resto de la experiencia. ¿Tiene algún tipo de explicación? La tiene.

A través del juego

Para descubrirla, los investigadores Martin Vestergaard y Wolfram Schultz, neurocientíficos de la Universidad de Cambridge, crearon un juego virtual empleando tecnología de realidad aumentada. Invitaron a probarlo a 27 participantes: todos ellos veían dos ollas sobre las cuales caían monedas, una tras otra, pero no todas eran del mismo tamaño.

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Al final de la simulación, preguntaron a cada uno cuánto dinero creían que se había acumulado en las ollas. A los que dieran una respuesta aproximada, se les regalaría el equivalente en efectivo. Ahí estaba el deseo.

Lo que los investigadores detectaron es que quienes acertaron en el resultado, registraron una mayor actividad neuronal en la amígdala cerebral, ubicada en ambos hemisferios de nuestro cerebro. Cuando esta zona está activa, es capaz de ver “el todo”, o lo que es lo mismo: los participantes que ganaron pudieron apreciar mejor la experiencia completa del juego.

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Un área determinante

Como explican desde la Fundación Dacer, expertos en tratamientos neurológicos, desde la década de 1930, la investigación ha avanzado en el rol modulador que juega esta zona cerebral con respecto a la noción del miedo. De esta forma, recuerdan que "la información sensorial sobre estímulos aterradores puede llegar a la amígdala antes de que la corteza cerebral la procese de manera consciente".

"Se ha observado que está involucrada en la formación de recuerdos positivos, y que un daño en esta área puede afectar la capacidad de formarlos"

Sin embargo, es mucho más reciente el conocimiento acerca del papel de la amígdala con respecto a nuestra noción de felicidad. "Se ha observado que está involucrada en la formación de recuerdos positivos, así como que un daño en esta área puede afectar la capacidad de formar este tipo de recuerdos", apuntan.

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Esto coincide con otra observación en el juego propuesto por Vestergaard y Schultz: Quienes calcularon mal su respuesta, mostraron poca o nula actividad en esta zona del cerebro. En estos casos, la parte que más se activó fue la ínsula anterior (localizada entre los lóbulos parietal y frontal y encargada de “sancionar” a la mente).

No importa tu personalidad

Los investigadores concluyeron entonces que en este grupo de personas, el no haber ganado provocó que “castigaran” su cerebro, lo que les llevó a no permitirse disfrutar del resto de la experiencia.

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Lo sorprendente es que esto mismo sucede con cualquier cosa, y a cualquier persona, sin importar otras características de personalidad, como por ejemplo lo alternativa o disruptiva que sea esta. A tu cerebro siempre le van a gustar más los finales felices.

Existen actualmente muchas investigaciones en curso para seguir conociendo esta pequeña zona de nuestra cabeza que, solo con la hasta ahora sabido de ella, resulta tan imprescindible para nuestro funcionamiento como fascinante. Se está analizando si podría estar involucrada en la evaluación de cosas en el entorno para determinar su importancia.

Es una ley no escrita, un deseo universal: Que las cosas acaben bien nos encanta, porque ¿a quién no le va a gustar la felicidad? Un final feliz es lo que esperamos de cualquier libro, película o serie, de nuestras vacaciones, de un día cualquiera. De hecho, solemos planear nuestra vida a corto y largo plazo en base a esta premisa, esperando que los contratiempos no sacudan un buen cierre de etapa.

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