Los videojuegos permiten a tu hijo desarrollar habilidades muy positivas

Los videojuegos comenzaron a extenderse de forma imparable a partir de la década de los ochenta y se han hecho un hueco en la gran mayoría de los hogares españoles. De hecho, casi 16 millones de personas los eligen para pasar su tiempo de ocio, según destaca la Asociación Española del Videojuegos. Hay estadísticas recientes que aseguran que uno de cada cuatro adolescentes usa estos juegos, siendo su difusión mucho mayor entre los niños que entre las niñas.

Sin embargo, mucho se ha hablado de los efectos negativos que los videojuegos ejercen sobre los adolescentes y, sobre todo, en los niños ya que pueden desencadenar crisis convulsivas de epilepsia a causa de los destellos y cambios en la intensidad de los colores. Pero más allá de los problemas de salud, su uso incontrolado puede suponer una peligrosa dependencia que desencadenaría en un desorden grave en la vida de los niños y adolescentes.

No obstante, si son bien utilizados bajo la supervisión de los adultos, tienen importantes beneficios ya que supone una mejora de las llamadas habilidades blandas (‘soft skills’) que son aquellas competencias sociales, atributos personales, cualidades y actitudes que permiten a las personas desenvolverse adecuadamente.

Valores positivos y uso responsable

'The Good Gamer' es una iniciativa que quiere reivindicar los valores positivos de los videojuegos y fomentar su uso responsable colaborando con las administraciones, las comunidades educativas y sanitarias, así como con los padres. Y, en este sentido, ha explicado qué habilidades se potencian jugando de una forma sensata.

Todos solemos imaginarnos al jugador de videojuegos encarnado en un adolescente encerrado durante horas en su habitación. Sin embargo, esta tecnología ha potenciado la habilidad para transmitir mejor los pensamientos y los sentimientos en la vida real. Incluso, pueden dotarles de herramientas que les permiten optimizar la gestión de su tiempo y sus recursos para ejecutar tareas. Si hablamos de videojuegos en los que participa más jóvenes, esto les ayudará a fijar estrategias, intercambiar ideas y tomar decisiones en equipo, algo que resulta muy beneficioso.

Asimismo, jugar fomenta la creatividad de los más jóvenes, así como su capacidad para encontrar soluciones a los problemas que se les plantean mediante un razonamiento lógico. También mejora su capacidad para tomar decisiones rápidas y la velocidad para realizar con agilidad tareas fáciles. Tanto es así, que los videojuegos ayudan a perfeccionar la capacidad lectora y la atención visual, ya que al centrar la atención en la pantalla potencian su capacidad para examinar un espacio de forma precisa.

Al convivir con el fallo, perder la partida genera una mayor tolerancia a la frustración

Por último, los videojuegos aumentan la autoestima, la autodisciplina y la automotivación, lo que contribuye a afrontar otros retos de forma positiva. De hecho, al generar dopamina, los chavales se sienten mucho más felices y, al convivir con el fallo, perder la partida genera una mayor tolerancia a la frustración.