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¿Cómo pueden las boas constrictoras asfixiar a sus presas sin ahogarse?
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¿Cómo pueden las boas constrictoras asfixiar a sus presas sin ahogarse?

Estos reptiles sofocan a sus víctimas para después devorarlas en un movimiento físico sin parangón en el reino animal. ¿Cómo es posible que siga entrando y saliendo oxígeno de sus pulmones?

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Las boas constrictoras pueden llegar a medir cinco metros de largo y habitan en países latinoamericanos como México, Venezuela o Colombia. Sin duda, es uno de los animales más temidos, pues a pesar de no ser venenosa, sofocan a sus víctimas hasta dejarlas sin el más mínimo aliento. Al igual que sus primas, las anacondas, son excelentes nadadoras, pero suelen quedarse guarecidas en los árboles, el suelo o las madrigueras de pequeños mamíferos, donde tienden emboscadas a sus presas.

Pueden alimentarse de cualquier animal sin importar el tamaño. Basta con realizar una búsqueda en Google para quedar sorprendido por la extrema habilidad con la que agranda su mandíbula para tragar desde jabalíes hasta ciervos, pasando por monos. Tan solo basta con morder y atrapar a sus víctimas, rodeándolas con toda la fuerza de su organismo, en una proeza natural que asombra por su vileza. En concreto, atrapan y asfixian a otros animales con el tercio superior de su cuerpo, donde también se localizan los pulmones por los que respira.

"La técnica de la constricción es un comportamiento increíblemente agotador si lo medimos en gasto de energía"

Por ello, ¿cómo es posible que apriete tanto su caja torácica para matar a sus víctimas saliendo ilesa? Un nuevo estudio publicado en el 'Journal of Experimental Biology' ha descubierto que al atrapar a una ardilla o a una rata (sus presas más típicas), la serpiente ajusta y encoge sus costillas inferiores para poder seguir respirando mientras sofoca al animal. Y, del mismo modo, las costillas más superiores podrán ejercer fuerza en caso de que el animal se resista, aunque evidentemente no tanta para no quedarse sin oxígeno.

"La técnica de la constricción es un comportamiento increíblemente agotador si lo medimos en gasto de energía y casi con certeza requiere de una gran cantidad de oxígeno para realizarse", asegura David Penning, profesor de biología de la Universidad Estatal del Sur de Missouri, a 'Live Science'. "Esta nueva investigación ayuda a aclarar parte de lo que se confunde sobre cómo se produce la ingesta de oxígeno durante este proceso tan arduo".

Foto: El reptil mide más de dos metros, pero no es peligroso. (EFE)

Gracias al estudio, los investigadores y zoólogos creen que pueden conocer más aún de la biología excepcional de estos animales y sus procesos metabólicos. "No solo sabemos muy poco todavía sobre cómo funcionan a nivel fisiológico las serpientes, sino también sobre las demandas metabólicas reales de la mayoría de sus actividades biológicas", asegura el profesor.

Parte de su evolución

Esta capacidad de poder ajustar la caja torácica cuando están asfixiando a sus presas es parte del proceso evolutivo de las boas constrictoras, como reconoce John Capano, investigador del Departamento de Ecología, Evolución y Biología de Organismos en la Universidad de Brown. "No parece que puedas desarrollar una constricción para matar cosas realmente grandes si está poniendo en riesgo su ventilación pulmonar", admitió. Esta habilidad también interviene a la hora de devorar a sus presas, pues el hecho de que coma animales de gran tamaño requiere una mayor flexibilidad de su caja torácica.

"Parecen tener un gran control sobre los segmentos musculares de su cuerpo, de ahí que puedan usar su caja torácica para asfixiar a otros animales"

A diferencia de los seres humanos, las serpientes carecen de diafragma, el músculo que permite que nuestros pulmones se llenen y expulsen aire, contrayéndose y expandiéndose para producir el fenómeno de la respiración. En vez de diafragma, las boas disponen de músculos adheridos a las costillas que alteran el volumen de la caja torácica. "Cuando los animales respiran, por lo general usan pequeños músculos llamados intercostales apostados alrededor de las costillas", explica Capano. Así, consiguen mover bloques enteros de costillas a la vez, en lugar de tener un control independiente e individual de las mismas.

Un movimiento muscular deliberado

"Parecen tener un gran control sobre los segmentos musculares de su cuerpo, de ahí que puedan usar su caja torácica para asfixiar la caja torácica de otros animales", asegura el profesor. Al observar cómo asfixiaba a sus víctimas el animal con tecnología de rayos X, él y su equipo descubrió que dividen la actividad pulmonar en dos, dejando una vacía e inactiva y otra operativa. "Cuando las costillas superiores no estaban constreñidas, las otras permanecían inmóviles", concluye.

Tras el estudio, los científicos confirmaron que las serpientes pueden controlar qué músculos de su caja torácica deben mover para seguir respirando y a la vez sofocar a su víctima. "Estas serpientes pueden cambiar de manera muy concreta qué subconjunto de costillas están utilizando para ventilar a su propia voluntad", recalca Capano. "Eso significa que pueden activar dos juegos de costillas, o ninguna, o quizás uno en la parte trasera y cambiarlo por otro en un momento dado". Sin duda, estos reptiles son uno de los animales más curiosos y complejos de toda la naturaleza terrestre, pudiendo tener un control deliberado de sus músculos torácicos.

Las boas constrictoras pueden llegar a medir cinco metros de largo y habitan en países latinoamericanos como México, Venezuela o Colombia. Sin duda, es uno de los animales más temidos, pues a pesar de no ser venenosa, sofocan a sus víctimas hasta dejarlas sin el más mínimo aliento. Al igual que sus primas, las anacondas, son excelentes nadadoras, pero suelen quedarse guarecidas en los árboles, el suelo o las madrigueras de pequeños mamíferos, donde tienden emboscadas a sus presas.

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