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Enviar a los niños por correo: la curiosa historia de una práctica no tan antigua
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Enviar a los niños por correo: la curiosa historia de una práctica no tan antigua

Era 1913, y en Estados Unidos la única norma al respecto era que el paquete no debía exceder los 5 kg de peso

Foto: Fuente: National Postal Museum
Fuente: National Postal Museum

Hoy en día, podemos enviar casi cualquier cosa por correo, desde una carta hasta un paquete con casi todo tipo de objetos excepto, por supuesto, aquellos prohibidos (que tampoco son tantos). Además, las páginas de compra-venta de segunda mano han reforzado esta idea… Existen contenidos de paquetes que ni se te pasarían por la cabeza.

Esta práctica está regulada por las leyes de cada país, aunque muchos parecen de acuerdo en limitarla únicamente cuando se trata de peligrosos o perecederos. En esa lista entran, por ejemplo, las personas. Sí, sí, suponemos que ya lo habías imaginado, pero es que no siempre fue así.

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Enviar personas a través de este tipo de servicio es totalmente imposible en la actualidad, vale, pero hace tan solo unas décadas sí era posible. No es que estuviera implementado o fuera tarea típica y cotidiana, sino que la regulación no hacía mención a ello, ni para bien ni para mal. Por lo tanto, algunas personas se atrevieron a ello.

Sin límites de servicio

En Estados Unidos, por ejemplo, la única norma al respecto era que el paquete no debía exceder los 5 kg de peso. Era 1913 y el servicio de correos se estaba modernizando en el país norteamericano, ¿pero hasta qué punto sus márgenes dieron forma a otras formas de correo?

"La población empezó a querer traspasar los límites del correo enviando paquetes cada vez más pesados. Algunos le pusieron ladrillos, por ejemplo, pero finalmente se enviaron todo tipo de cosas", cuenta Yohan Demeure en 'Science Post'.

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Fuente: Wikipedia

Para entonces, una pareja de Ohio ya había enviado el paquete más bizarro: a su propio hijo. Según la leyenda, el pequeño estaba dentro del peso válido, así que sus padres solo tuvieron que pagar por la etiqueta del paquete, que valía quince centavos, y un seguro de cincuenta dólares. "Entonces, el cartero se hizo cargo del niño, que lo dejó en casa de su abuela", ese era el destino.

¿Una práctica común?

Según apunta Danny Lewis en 'Smithsonian', Jesse y Mathilda Beagle, como se llamaba la pareja, "enviaron por correo" a su hijo James de 8 meses porque era una forma fácil y rápida de que un bebé llegara a Batavia, donde residía la abuela.

"La peculiar historia pronto apareció en los periódicos, y durante los siguientes años. De forma constante aparecían historias similares a medida que otros padres hacían lo mismo. En los años siguientes, de vez en cuando surgían historias sobre niños que eran enviados por correo a través de rutas rurales, como es el caso de Charlotte May Pierstoff, cuyo viaje en tren de mercancía inspiró un libro para niños.

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Fuente: iStock

Si bien es cierto que la casa de la destinataria no estaba muy lejos de la de los padres, resulta de lo más curioso pensar en un viaje así. En la actualidad, el 'Museo Postal Nacional' del país ha enumerado docenas de historias similares, y sus ocurrencias están ahora expuestas. Sin embargo, a medida que la práctica se volvió más común, el rumos llegó hasta la mesa del mismísimo gobierno estadounidense.

Las autoridades finalmente tomaron medidas, haciendo que ya existan leyes que prohíben el envío de niños por correo (y de cualquier tipo de persona, dejémoslo claro) sin importar el tamaño ni la distancia de destino.

Hoy en día, podemos enviar casi cualquier cosa por correo, desde una carta hasta un paquete con casi todo tipo de objetos excepto, por supuesto, aquellos prohibidos (que tampoco son tantos). Además, las páginas de compra-venta de segunda mano han reforzado esta idea… Existen contenidos de paquetes que ni se te pasarían por la cabeza.

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