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Sangre en la orina: cómo diagnosticar y tratar el cáncer de vejiga
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Sangre en la orina: cómo diagnosticar y tratar el cáncer de vejiga

Es uno de los tumores más frecuentes y afecta mayoritariamente a varones mayores. Detectarlo precozmente es importante para mejorar su pronóstico

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El cáncer de vejiga, aunque a veces desconocido, es uno de los más frecuentes. De hecho, cada año se diagnostican en torno a medio millón de nuevos casos y aproximadamente 200.000 personas fallecen como consecuencia de esta enfermedad. De manera global, se considera el noveno tumor más frecuente y el decimotercero en cuanto a mortalidad específica por cáncer. En los últimos años, su incidencia está aumentando en los países occidentales.

En España, este tumor es el cuarto más frecuente entre los varones, con alrededor de 20.000 nuevos diagnósticos cada año y unas 6.000 muertes. “El cáncer de vejiga es mucho más frecuente en hombres que en mujeres con una proporción aproximada de 4:1 casos”, explica el doctor Xabier Pérez Aizpurua, médico residente del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Además, “constituye aproximadamente el 10% del total de los tumores que afectan al hombre”.

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Es también un tumor que aflige principalmente a personas mayores: alrededor del 90% tiene más de 55 años, y la edad promedio al momento del diagnóstico es de 73 años.

En cuanto a las causas, continúa el especialista, “se han descrito numerosos factores de riesgo asociados al desarrollo de este tipo de tumores”.

  • El tabaco. El hábito tabáquico es el factor principal asociado a un mayor riesgo demostrado de cáncer de vejiga. Fumar multiplica el riesgo de su desarrollo en hasta cuatro veces con respecto a los no fumadores. Se ha observado a su vez que tanto la cantidad de cigarrillos fumados como el tiempo de hábito tabáquico activo guardan una estrecha relación con el riesgo de desarrollar tumores de este tipo. Eso sí, el abandono del hábito hace que el riesgo cancerígeno asociado al tabaco comience a disminuir un año después de dejar de fumar, y que posteriormente continúe haciéndolo de forma exponencial.
  • La inflamación crónica de la vejiga. También se ha observado asociación entre el cáncer de vejiga y procesos de inflamación crónica vesical. Cuando una persona sufre episodios de infección urinaria de repetición o de cálculos en la vejiga; es portador de sondas o catéteres urinarios; o bien es infectado por ciertos parásitos de zonas endémicas (esquistosomiasis), su vejiga tiene alta probabilidad de desarrollar un cáncer.
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  • La exposición ocupacional. Diversas sustancias químicas de ciertas industrias reúnen elementos que pueden ser tóxicos para el ser humano y aumentan el riesgo de sufrir un cáncer de vejiga. Es el caso de trabajadores del ámbito textil, goma, cuero, la industria plástica, los colorantes, alquitranes, imprentas... Tienen un riesgo mayor también los peluqueros, debido a los colorantes del cabello, los operarios de máquinas y los conductores de camiones, por la exposición a los gases de diésel.
  • Tratamientos para el cáncer. Las radiaciones y ciertos quimioterápicos, como la ciclofosfamida, también pueden provocar, en tratamientos prolongados, un riesgo aumentado de desarrollo de cáncer vesical.

"La forma de presentación más frecuente de este tipo de tumores es la hematuria (sangre en la orina), indolora y monosintomática, es decir, sin otra sintomatología acompañante", explica el doctor Pérez Aizpurua. "Esta puede ser visible a siempre vista y presentar incluso algún coágulo capaz de provocar dificultad al miccionar por taponamiento uretral. En otras ocasiones, las menos, la hematuria es microscópica —es decir, no visible a simple vista— y tiene que ser identificada a través de un análisis de orina. Asimismo, el cáncer de vejiga puede manifestarse con síntomas urinarios tales como aumento de la frecuencia miccional (polaquiuria) o urgencia, y escozor al orinar (disuria)".

Diagnóstico preciso

Cuando un paciente sufre un episodio de hematuria debe ser atendido con la intención de descubrir qué parte del aparato urinario está sangrando y cuál es el motivo. El médico busca el origen del sangrado a través de una ecografía vesical y/o tracto urinario, o mediante una cistoscopia (visualización directa de la vejiga mediante inserción de una cámara) con el fin de confirmar la sospecha diagnóstica. La citología de orina (análisis en fresco de células presentes en la orina) también puede ayudar en el diagnóstico de estos tumores.

El primer paso tras confirmar la sospecha diagnóstica de un tumor es el estudio anatomopatológico de dicho tejido tumoral, de cara a confirmar su naturaleza cancerosa y proceder, una vez identificado, a ofrecer la terapéutica más precisa. “En el caso de los tumores vesicales”, apunta el especialista, “esto se realiza mediante una intervención quirúrgica, diagnóstico-terapéutica, llamada resección transuretral vesical (RTU) o resección transuretral de vejiga. La RTU de una neoformación vesical reúne tanto una intención diagnóstica, al permitir la toma de una muestra del tejido tumoral de cara a su estudio, como una intención terapéutica, ya que permite en el mismo acto la extirpación (resección) de la lesión vesical. Esta intervención se realiza habitualmente mediante analgesia raquídea, es decir, con anestesia de cintura hacia abajo sin necesidad de anestesia general”.

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“La RTU es fundamental en el diagnóstico y tratamiento de este tipo de tumores, puesto que con el análisis de la muestra se podrá elaborar un 'estadiaje' tumoral, es decir, ponerle nombre y apellidos al tumor, además de clasificarlo en función de la afectación que produce a nivel vesical. Una vez realizado, se tomarán las futuras decisiones terapéuticas al respecto en función de los resultados”.

En cuanto a su composición se refiere, existen distintos tipos de cáncer vesical, “siendo el más frecuente el de células transicionales o urotelial, aquel que se origina a partir del propio tejido que recubre el interior del aparato urinario. Representa hasta un 90% de todos los casos”. Y dentro de este existen dos grupos diferentes con un tratamiento y pronóstico radicalmente opuestos. La afectación local, en la pared vesical, es primordial para clasificarlos en dos grandes grupos:

  • Carcinomas de vejiga no músculo infiltrantes (CVNMI). “En otros tiempos se denominaban tumores de vejiga ‘superficiales’. Al no afectar a la capa muscular de la vejiga, no son invasivos. Representan aproximadamente el 75% de todos los tumores vesicales al diagnóstico”.
  • Carcinomas de vejiga músculo infiltrantes (CVMI). Se consideran invasivos al afectar o infiltrar el músculo vesical.

En los tumores más superficiales, en el CVNMI, es donde las famosas instilaciones endovesicales o lavados vesicales cobran su importancia. “En función del tipo de tumor y sus características evolutivas, existen a disposición del urólogo distintos tipos de medicamentos para estas terapias, cuyo objetivo es destruir células cancerígenas de la vejiga y/o evitar que vuelvan a aparecer”.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para practicar deporte que mejore nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con la Fundación Jiménez Díaz.

El cáncer de vejiga, aunque a veces desconocido, es uno de los más frecuentes. De hecho, cada año se diagnostican en torno a medio millón de nuevos casos y aproximadamente 200.000 personas fallecen como consecuencia de esta enfermedad. De manera global, se considera el noveno tumor más frecuente y el decimotercero en cuanto a mortalidad específica por cáncer. En los últimos años, su incidencia está aumentando en los países occidentales.

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