¿Cuál es el origen del código postal? La curiosa y práctica historia de un sistema cotidiano

A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que cada vez más tiendas te solicitan tu código postal cuando pasas por caja, te habrá pasado tantas veces que ya estarás cansado de ello. Hay quienes de tanto usarlo se lo saben de memoria y otros que, por más que lo repitan una y otra vez siempre tienen que acabar comprobándolo en Google. Últimamente, las empresas gestionan tus datos a través de este código que no es ni mucho menos nuevo; aunque, en realidad, tampoco tiene tanto tiempo. ¿Te has preguntado alguna vez cuándo, cómo o por qué empezamos a usar códigos postales?

En la actualidad, el territorio español se divide en 11.752 códigos postales. Ahí es nada. Imagina tener que saberlos de memoria, o lo que es peor: tener que repartir el correo sin una forma clara que clasificara el país por zonas. Es posible que empieces a entenderlo...

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El código postal es un esquema que se asigna a distintas áreas de un país, dividiéndolo en fragmentos numéricos con la finalidad de facilitar y mecanizar el viaje que tiene que hacer una carta o un paquete. Generalmente, es una serie de dígitos, aunque en algunos países también incluyen letras, algo así como las matrículas de los vehículos.

Un sistema de clasificación

Según la revista estadounidense 'Reader's Digest', todo comenzó en la cabeza de un inspector postal llamado Robert Moon. En 1943, a Moon se le ocurrió que establecer un sistema de zona postal podría clasificar mejor el correo y, por tanto, mejorar el ritmo de trabajo de la empresa dada la escasez de personal que existía en ese momento debido a la Segunda Guerra Mundial así como por la creciente dependencia del correo aéreo en lugar de la clasificación manual que se realizaba entonces con vagones de ferrocarril. La idea de Moon pretendía identificar inmediatamente cualquier rincón del país gracias a un código numérico.

De esta forma, pensó lo siguiente: el primer número del código representaría un grupo de estados, desde cero en la costa este hasta nueve en la costa oeste. El segundo y tercer número identificarían la instalación de clasificación de correo específica a la que fuera la carta. Más tarde, el Servicio Postal Estadounidense (USPS) agregó dos números más para rastrear qué oficina de correos se encargaba del transporte.

Como recoge en 'Mental Floss', Moon, descrito como el "padre indiscutible de los tres primeros dígitos del código" por 'The New York Times', había tenido una buena idea, pero implementarla no fue tan fácil. Al principio, la política provocó detractores del invento de aquel inspector. Según su esposa, recoge 'Mental Floss', Moon era republicano y el gobierno estaba gestionado en ese momento por los demócratas. "Hicieron falta años y repetidos intentos para que su idea fuera considerada seriamente", apunta.

¿Estados Unidos? No, la URSS

De todas formas, Moon no fue el primero. Como ocurrió más tarde en la carrera espacial, los soviéticos también llegaron primeros a esto. El sistema moderno de codificación postal ya existía en Ucrania cuando Estados Unidos lo puso en marcha. Se introdujo por primera vez en dicho país del este (por entonces parte de la URSS) en 1932, aunque se abandonó en 1939. Asimismo, la Alemania ocupada y asediada por los nazis quiso inaugurar el suyo en 1941, aún en plena guerra. El orden siguiente fue: Argentina en 1958, Reino Unido en 1959, Estados Unidos en 1963 y Suiza en 1964.

En el caso de España, estos códigos no llegaron hasta 1981. Sí, sí, puedes preguntar a tus abuelos, incluso a tus padres, o tal vez tú mismo recuerdes que durante la dictadura franquista los carteros se las apañaban como podían.

La llegada de los códigos postales a España coincidió además con la puesta en marcha de los procedimientos automatizados de clasificación de correspondencia. Previamente, entre 1961 y 1970, existían en las principales ciudades los denominados "distritos postales", que abarcaban zonas más amplias.

Su implantación en España

En 1985, en una primera fase, se introdujo el uso del código en el país solamente en las capitales de provincia (con el 0 como tercer dígito) y en las ciudades de Vigo y Gijón, al dividirse todas ellas en varias zonas y asignarse un código a cada una de ellas. Para 1987, todas las localidades restantes estrenaron sus códigos postales, únicos para toda la población e incluso para varias poblaciones de un mismo municipio (tercer dígito entre el 1 y el 9). Posteriormente, ha habido algunos cambios, que básicamente han consistido en la zonificación y asignación de códigos de los municipios no capitales de mayor población.

La gran mayoría de los servicios de correos estatales del mundo utilizan ya códigos postales. Sin embargo, hay países en los que no existen, como en Irlanda, o territorios cuya extensión es tan reducida que la implantación del código postal resulta innecesaria, como Gibraltar u Hong Kong.

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Aunque esto último es precisamente lo que han utilizado algunos recintos para tener uno exclusivo: cuando una ubicación se considera lo suficientemente importante o singular puede merecer su propia designación de código postal. La Casa Blanca, por ejemplo, tiene su propio CP (20006), también otros edificios simbólicos o incluso algunas universidades prestigiosas.

Hoy en día, los códigos postales también son muy codiciados en la industria minorista, no solo con el fin de poseer más información personal de un cliente, sino también, y paradójicamente, con el fin de proteger tus datos. Por ejemplo, también se usan a veces para confirmar la identidad de una persona antes de usar una tarjeta de crédito porque, según la teoría, un ladrón no lo sabría de inmediato.