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El 'aburrimiento caliente': qué es y por qué seguramente lo has experimentado
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El 'aburrimiento caliente': qué es y por qué seguramente lo has experimentado

Se trata del tedio de no poder conectarse a la red o no tener ninguna forma de matar el tiempo ante diversas circunstancias en las que solo se nos exige 'estar ahí'

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A raíz de la pandemia y de vernos obligados a pasar tanto tiempo en casa, es muy posible que te hayas aburrido mucho más que en épocas pasadas. Lo que podría definirse como la ausencia de diversión o de emoción puede jugar malas pasadas. Hay gente que prefiere estar permanentemente ocupada a tener que atravesar por largos períodos de aburrimiento en los que no solo no tienes nada que hacer, sino que prefieres no hacer nada o no te salen las fuerzas. Otros, en cambio, verán al aburrimiento como un privilegio del que muy pocos gozan, asociándolo con una vida ociosa.

¿Existen distintos tipos de aburrimiento? Evidentemente, sí, y sus diferencias parten de la sensación que produce. Puede ser un aburrimiento amargo y negativo, en el que las horas pasan lentas y das vueltas sin saber muy bien qué hacer para matar el tiempo; por otro lado, también puede ser positivo, tal vez traducido en ese momento en el que por fin puedes dejarte caer en el sofá y ver cómo poco a poco van pasando las horas sin que nada ni nadie te inquiete o perturbe. Del mismo modo, hay uno mucho más filosófico, el cual aparece en cualquier instante y sin que tengas necesariamente tiempo libre. Este es el que puede llevarte a formular preguntas sobre la existencia humana, y que supieron recrear de manera espectacular tantos escritores del siglo XX, como Samuel Beckett.

El 'aburrimiento caliente' es como "estar encerrado en una celda acolchada, desgraciado e irritado"

Ya decía Pascal que la más profunda infelicidad nace del hecho de ser incapaces de quedarnos quietos en una habitación. Puestos a elegir, mejor tener "algo" que hacer que contemplar la vida como una sucesión de horas, minutos y segundos en los que no hay nada que hacer, tan solo quedarnos inmóviles y en silencio. Esto, sin embargo, sucede cuando meditamos. Aburrirse en determinadas ocasiones es esencial para conectar con uno mismo y mantener una actitud relajada ante la vida. Aburrirse de manera concienzuda y escogida puede salvarte el pellejo si últimamente has estado pasando por momentos de alto estrés y rendimiento. Aburrirse, como acto de no tener nada que hacer salvo quedarse quieto en una habitación con el único objetivo de prestar atención al aire que entra y sale de los pulmones, puede ser sinónimo también de "autocuidado", esa palabra tan de moda ahora, pero empleada mayoritariamente para referirnos a una vida activa, una dieta sana y relaciones sociales óptimas.

El "hot boredom"

Uno de los mayores maestros budistas, el tibetano Chögyam Trungpa, quien jugó un papel clave en la popularización de la cultura budista en la década de los años 70 en Estados Unidos (el mismísimo David Bowie fue uno de sus discípulos), dio con un término que define esa otra clase de aburrimiento, la más lacerante y exasperante, aquella que aparece cuando menos te lo esperas y pronostica un "hoy no es mi día". En su libro 'Meditación en la acción' (1969), habló del "aburrimiento caliente" o "candente" ("hot boredom" en inglés) para aludir a esa sensación de "estar encerrado en una celda acolchada, aburrido, desgraciado e irritado". Este término peca de ser un poco antiguo, ya que en la época del sabio tibetano no existían las redes sociales, sin duda un elemento a tener en cuenta si queremos analizar el aburrimiento contemporáneo.

"Es lo que adquirimos a medida que nos vemos socialmente condicionados para trabajar duro, desempeñarnos y salir adelante a toda costa"

¿Cómo podría actualizarse? Imagina que estás a punto de coger un tren nocturno. De pronto, antes de entrar en el vagón, el móvil se te queda sin batería. El otro recurso para entretenerte durante el viaje, que bien podría ser leer un libro, también te falla. Demasiados libros por leer y justo ahora, en ese instante preciso en el que podrías dedicarte a la lectura, se trunca porque no llevas ninguno contigo y la tienda de la estación está cerrada. Quedas a merced del reloj. Ni siquiera puedes distraerte mirando el paisaje por la ventana, pues al ser de noche no se ve ni un palmo de lo que hay fuera. No te queda más remedio que intentar quedarte dormido para que ese estado de somnolencia consiga que se te pase más rápido. Sin embargo, no puedes dormir, pues te sientes nervioso. ¿Cómo afrontar de la mejor forma posible esta situación?

Este podría ser un buen caso del "aburrimiento caliente" en nuestra época, un 'estar de paso' sin nada que hacer ni ninguna distracción a la que poder recurrir, por mínima que sea. Una condena a estar con uno mismo de forma obligada y sin tener nada que hacer ni ninguna gana de hacer nada. Esto es de lo que precisamente hablaba Pascal. ¿Podrías quedarte inmóvil en tu asiento durante un viaje de más de cuatro horas sin nada que hacer ni poder recurrir al sueño para hacer más leve el transcurso?

Contra el tiempo libre productivo

En términos generales, esta situación tan incómoda puede verse agravada por el hecho de vivir en un mundo en el que siempre hay que estar pendiente de algo. Si no son los contactos que tienes en el teléfono, es la última discusión que ha sembrado la polémica en redes sociales. O las doscientas fotos que te has hecho últimamente y que necesitan ser revisadas antes de publicar para ponerles un filtro bonito. O el producto aquel sobre el que has visto tantos vídeos YouTube y por el que llevas tiempo ahorrando... Todo ello conforma lo que sería una nueva definición del ocio, pues el no saber aburrirse o estar con uno mismo, sin ninguna distracción, hace que incesantemente busquemos maneras de rentabilizar el tiempo.

"Cuando deberíamos estar descansando, estos momentos se sienten de lo más insoportables, sometiendo a nuestros cuerpos y mentes a un estrés aún más innecesario"

"Aunque el 'aburrimiento caliente' nos pueda dar alergia, no es algo innato", señala Lauren Vinopal, periodista de 'Mel Magazine', en un reciente artículo sobre el tema. "Más bien, es lo que adquirimos a medida que nos vemos socialmente condicionados para trabajar duro, desempeñarnos y salir adelante a toda costa. Desafortunadamente, esto queda relegado a un coste imprevisto de esa mentalidad siempre activa que produce que en esos breves momentos de tranquilidad, cuando deberíamos estar descansando o reiniciándonos, se sientan de lo más insoportables, sometiendo a nuestros cuerpos y mentes a un estrés aún más innecesario".

De algún modo, este aburrimiento está relacionado con trastornos psicológicos actuales como bien pueden ser el FOMO o el miedo de quedarse atrás. El uso que hacemos de la cibernética para trasladar no solo nuestra vida laboral, sino también personal, nos ha hecho concebir nuestro tiempo libre como una herramienta para la autoexposición constante y el crecimiento individual. Siempre hay que estar produciendo imágenes, vídeos, afectos... mejor eso que nada y quedarse mirando al frente sin nada que hacer, ¿verdad?

Poner la mente en blanco

Trungpa estableció que lo contrario al 'aburrimiento caliente' era, como es lógico, 'el aburrimiento fresco', aquel que se persigue desde técnicas como la meditación. "Es bastante más espacioso y suave, genera más empatía hacia nosotros mismos", decía el sabio. "En esa situación, ya no tenemos miedo de experimentar una brecha", refiriéndose por brecha a momentos incómodos y mentalmente difíciles de gestionar como el descrito anteriormente sobre el tren. "En otras palabras, nos damos cuenta de que la existencia no se basa en poner constantemente en marcha nuestra máquina ególatra. Hay otras formas de existir".

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Para poder estar bien psicológicamente, es necesario encontrar gozo en el aburrimiento. Hay que contemplar la alternativa de no hacer nada como antídoto contra una sociedad en la que siempre hay que estar produciendo imágenes, afectos o ideas. Mirar al techo de vez en cuando y poner la mente en blanco puede ser un buen recurso para parar la cotidianidad y renovarse a nivel mental y emocional. Y también, para valorar más el tiempo que pasamos solos o con los demás.

A raíz de la pandemia y de vernos obligados a pasar tanto tiempo en casa, es muy posible que te hayas aburrido mucho más que en épocas pasadas. Lo que podría definirse como la ausencia de diversión o de emoción puede jugar malas pasadas. Hay gente que prefiere estar permanentemente ocupada a tener que atravesar por largos períodos de aburrimiento en los que no solo no tienes nada que hacer, sino que prefieres no hacer nada o no te salen las fuerzas. Otros, en cambio, verán al aburrimiento como un privilegio del que muy pocos gozan, asociándolo con una vida ociosa.

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