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Formas peculiares de morir en las que no te habías parado a pensar
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"EL MENDIGO SIEMPRE A TU LADO"

Formas peculiares de morir en las que no te habías parado a pensar

Desde tropezar con algo insignificante hasta eructar y entrar en contacto con el fuego, hay fallecimientos de lo más absurdos que prueban la inmensa suerte de mantenernos (aún) con vida

Foto: Foto: iStock.
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Seguramente el lector recuerde aquella serie emitida en televisión llamada '1.000 maneras de morir'. El producto televisivo creado por Thom Beers supo ver el lado cómico a la existencia humana, tan efímera y fugaz como el hecho de que en cualquier momento un accidente insignificante, una mala jugada del azar o un pequeño error imperceptible pueda costarte la vida. La parca siempre está ahí, al lado tuyo. A un pequeño paso a la derecha o a la izquierda, cada vez que te inclinas o te yergues, en cada paso que das, asomando.

Como decía la mítica canción de Héroes del Silencio con acertado simbolismo: "El mendigo siempre a tu lado, tu compañero de viaje". No podemos hacer nada para evitarlo, tan solo tener cuidado. Hay múltiples factores que pueden intervenir en nuestro paso al otro lado: algunos internos, que tienen que ver con la biología, y otros externos, que más bien entran dentro de nuestra torpeza o están en la mano de los demás (en caso de ser asesinado).

Foto: Un soldado romano mata a Arquímedes. (iStock)

Un amargo destino nos aguarda, el de dejar este mundo para siempre. Y una vez lo hagamos, ¿qué queda? Probablemente sea la pregunta que más ha perseguido a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Como decíamos, hay mil maneras de morir, incluso más. Ahora bien, dentro de aquellas en las que nunca nos paramos a pensar, ¿cuáles podrían ser las más probables?

Caer desde un ascensor

Evidentemente, un aparato tan delicado como viene a ser un cubículo que te eleva varios metros del suelo debe funcionar con las máximas garantías de seguridad. Pocas veces ha ocurrido un siniestro en el que alguien muere dentro de un ascensor, pero de vez en cuando, a alguien le pasa. ¿Qué ocurre en tu organismo en caso de que no te coloques tumbado boca arriba en el momento del impacto y justo cuando aterriza estés de pie? Los órganos internos podrían salir por tus partes inferiores mientras tus huesos y articulaciones se parten en múltiples cachitos. Lo más curioso de todo es que si no te das un golpe en la cabeza lo suficientemente fuerte podrías sobrevivir el tiempo suficiente como para ver tus entrañas desfilar fuera de tu cuerpo.

En el día de tu cumpleaños

Un llamativo estudio de la Universidad de Zúrich publicado en 2012 certificó que si hay un día en tu vida con más probabilidades de ser el último ese puede ser tu cumpleaños. En concreto, estas fechas tan señaladas del calendario son las más propensas a una muerte por infarto, cáncer y, obviamente, suicidio. A tal punto llega que la posibilidad de muerte puede llegar a subir un 14% en relación al resto de días del calendario. Los académicos explicaron que puede deberse, entre otras causas, a un exceso de comida y alcohol, así que ya puedes ser responsable y no desmadrarte demasiado.

Caerse de una silla, una escalera o un árbol

No, no es broma. Así lo reconoce el Instituto Nacional de Estadística según el último informe sobre las causas más comunes de muerte en España del 2020, año además, en el que hubo un gran aumento de las defunciones por la llegada de la pandemia de coronavirus. 11 mujeres y 11 hombres murieron por caerse de una silla, muchas más personas que las que fallecieron por caída de un andamio. Por otro lado, en cuanto a muertes por caídas, las más frecuentes suelen ser de una escalera (un total de 259), seguido de caerse de un árbol (131 víctimas) o ahogarse accidentalmente en la bañera, lo cual solo le ocurrió a una persona.

Mordiéndote la lengua

Esto es lo que le ocurrió a Allan Pinkerton, el primer detective de la historia. El espía escocés era muy perspicaz a la hora de hacer su trabajo, pero sus pesquisas personales nunca le llevaron a intuir que por lo que moriría sería por un hecho tan fortuito como morderse la lengua después de una caída. Ocurrió el 1 de julio de 1884 cuando estaba trabajando en una gran base de datos para registrar a los criminales del país, que por cierto ahora administra el FBI. La herida se le debió infectar y eso, junto con la pérdida abundante de sangre, le llevaron a la muerte. Una lección que aprender: por muy insignificante que te pueda parecer una herida, siempre hay que curarla.

Por una cáscara de naranja

El protagonista de esta historia es Bobby Leach. Al igual que el anterior, destacaba por su gran inteligencia y perspicacia. De hecho, esquivó a la muerte en varias ocasiones, como cuando sobrevivió tras una caída en barril por las cataratas del Niágara. Sin embargo, caminando por una calle, tropezó con una cáscara de naranja. Podía haber sido otra cosa, pero en este caso fue algo tan insignificante como el recubrimiento de esta fruta. La caída fue tal que su pierna necesitaba ser amputada, por lo que fue al hospital. Desgraciadamente, falleció después de que la cirugía se complicase.

Ni se te ocurra eructar

Otra de las causas más sorprendentes de muerte tiene que ver con los gases de tu intestino. Como bien sabrás, estos se componen de metano entre otros gases. Pues bien, hasta aquí no tiene por qué pasar nada malo. Sin embargo, un hombre de Glasgow de 1886, como cuenta un artículo de la 'BBC', quien llevaba meses sufriendo de halitosis, se despertó en mitad de la noche y sintió la necesidad de mirar la hora. Al tomar el reloj en sus manos, prendió una cerilla con el objetivo de ver la hora, teniendo tan mala suerte de eructar al mismo tiempo y causar una gran explosión.

Seguramente el lector recuerde aquella serie emitida en televisión llamada '1.000 maneras de morir'. El producto televisivo creado por Thom Beers supo ver el lado cómico a la existencia humana, tan efímera y fugaz como el hecho de que en cualquier momento un accidente insignificante, una mala jugada del azar o un pequeño error imperceptible pueda costarte la vida. La parca siempre está ahí, al lado tuyo. A un pequeño paso a la derecha o a la izquierda, cada vez que te inclinas o te yergues, en cada paso que das, asomando.

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