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Fray Junípero Serra, un humanista estigmatizado
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La mano negra de la manipulación

Fray Junípero Serra, un humanista estigmatizado

Este enjuto religioso practicaba unos principios cristianos elementales y potencialmente muy rentables: la compasión, la comprensión, la empatía y la tolerancia

Foto: Fray Junípero Serra (Fuente: Wikimedia)
Fray Junípero Serra (Fuente: Wikimedia)

Puedes apagar de un soplo una vela / Pero no puedes hacerlo con un fuego/ Una vez que la llama ha prendido / El viento hará que se extienda.

Peter Gabriel en memoria de Steve Biko.

Fray Junípero de la Serra, aun a pesar de la campaña de demonización a la que se le viene sometiendo desde hace un tiempo (como a otros tantos ilustres españoles que son ya pasto del olvido), es el único de entre aquellos exploradores, guerreros, conquistadores o adelantados que está plantado sólidamente en el National Statuary Hall del Capitolio de Washington, e inmortalizado con una hermosa estatua que reafirma sus nobles rasgos con esmero.

California, sin ir más lejos, es una creación de este grande entre los grandes. Cerca de una veintena de misiones que se albergaban en sus respectivos recintos, escuelas, zonas de comercio con los autóctonos, pequeños retenes de militares, áreas de cultivo y, por supuesto, pequeñas y hermosas construcciones dedicadas a la oración y la liturgia, quedaran para la posteridad, aunque a algunos les pese, como testimonio de la voluntad férrea de un intelectual con emociones que no tenía su mente desvinculada del resto de su cuerpo, porque, todo hay que decirlo, algunos intelectuales solo tienen cabeza.

Foto: Horatio Nelson (Fuente: Wikimedia)
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Fundador de ciudades como Sacramento, San Francisco, Los Ángeles o San Diego, este hombre de Dios ha quedado inmortalizado como uno de los fundadores de EEUU, aunque sin llegar a tener el reconocimiento que, por ejemplo, ha tenido Bernardo de Gálvez, que con categoría de héroe tiene en el capitolio un cuadro bastante apañado dedicado a su entrega por la ayuda que prestó en la Guerra de Independencia de los EEUU.

A esta reciente ola u horda de mentecatos, con una caligrafía mental que más bien parece un galimatías de ideas mal cocinadas y sin fundamento (que diría el ilustre Arguiñano), les ha dado por vandalizar y destrozar las estatuas de muchos de los nuestros que con un empeño colosal forjaron unas relaciones híbridas y pacíficas con la mayoría de las tribus autóctonas, mal llamadas indias. Que hubo caídos por ambos bandos y violencia nadie lo niega, y es de suponer que la gente no va por ahí con la idea de matar a terceros, con la salvedad de aquellos psicópatas de corbata o uniforme que detentan la idea de que están facultados para ejercer el monopolio de la violencia legítima.

Y yo me pregunto, ya que tanto empeño y banales argumentos proponen estos animalitos terrestres que no entiendo cómo han superado la primaria, ¿por qué no hacen una reflexión seria y cabal (lo veo difícil dado el presumible estado neuronal que arrastran) y comparan de paso la obra de este hombre, la de Cabeza de Vaca, el enorme Padre de Las Casas o la que supone el respeto debido a la figura matricial y fundadora de EEUU por parte de Bernardo Gálvez en oposición con la que hicieron ellos con sus respectivas poblaciones aborígenes? Ellos, los hipócritas que se rasgan las vestiduras, los que ahora derriban estatuas de hispanos y españoles a diestro y siniestro en una ceremonia que hace patente su ignorancia sin límites, deberían de remitirse a una buena ración redentora de masoquismo con cilicio y látigo con verga de toro incorporado, más que todo para ver si se les enciende alguna bombilla en lo más profundo de la caverna craneal (¿o es cavidad?)

"Nadie duda que la inercia expansiva de la conquista accidental de América por los españoles tuvo consecuencias duras para las poblaciones indígenas"

¿Por qué? Pues estos angelitos defensores de lo absurdo que se dan golpes de pecho para hacerse notar ¡oh casualidad! Son nietos y bisnietos de unos genocidas que sin contemplaciones asesinaron a más de tres millones de “indios” en un periquete, confinándolos en infames reservas (léase campos de concentración) y rellenándoles el gaznate de “agua de fuego” y otras chucherías. Tras acabar con los auténticos pobladores del vasto suelo norteamericano, decidieron emprenderla primero con los mejicanos (algunos corridos son insoportables), después con media humanidad y así, hasta hoy.

A ver si se fijan en el modelo que exportó Fray Junípero de la Serra, que era un enjuto religioso que practicaba unos principios cristianos elementales y potencialmente muy rentables: la compasión y la comprensión, la empatía y la tolerancia.

Siendo autocríticos, nadie duda que la inercia expansiva de la conquista accidental de América por los españoles tuvo consecuencias duras para las poblaciones indígenas, pero, a diferencia de los anglosajones, que llegaron bastante más tarde al tema, hay que establecer que los métodos diferían muy mucho.

Por discutibles que parezcan los números, es evidente que el contacto, ya fuera violento o pacífico, las guerras, las epidemias, las migraciones forzadas como consecuencia de la conquista y algunas arbitrariedades y abusos de los encomenderos repercutieron negativamente en la población indígena. Los misioneros indiófilos (caso de Fray Junípero de la Serra) fueron un gran baluarte a la hora de defender las leyes de la Corona en aquellos pagos de Dios. La tan manida Leyenda Negra que se nos imputa la propalaron curiosamente los mismos que se cepillaron cientos de miles de católicos en Inglaterra, realizaron persecuciones en los Países Bajos y estuvieron en los territorios de Sajonia y Palatinado, etc. Con tan esmerado entrenamiento, cuando se bajaron del Mayflower debieron de pensar que todo el campo era orégano y se enredaron en una matanza descomunal de indios. Nada de hacer cositas con las aborígenes o empatizar de buen rollito, no, lo suyo era el exterminio sin más.

Foto: Imagen histórica de un grupo de Aizkolarri corta un trozo de haya. Fotografía: Indalecio Ojanguren (Wikipedia)
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Mientras a los súbditos de la Monarquía Hispana les iba el mestizaje con su hermosa guarnición de mulatas y churumbeles danzantes, a los anglosajones les iba más el rollo de matar a destajo, esclavizar a todo quisque, difundir enfermedades infecciosas deliberadamente y armarse de consignas rimbombantes como aquella de Monroe “América para los americanos” (del norte, claro). Luego vinieron con el rollo ese del Destino Manifiesto, idea que propugnaba que lo suyo era solo suyo y lo de los demás también. Al principio la cosa quedó en que había que llegar a las costas del Pacífico, pero luego se vinieron arriba y, a base de repartir palos por aquí y por allá, se les fue la olla.

Entonces ¿qué podemos esperar de estos afectados penitentes que han tumbado la estatua de Colón, que se están cargando el legado de Fray Junípero de la Serra, que no saben si Gálvez se escribe con B o con V y que tienen una empanada mental importante?

Vamos a ver, la controversia en torno a la figura de este ilustre franciscano es comprensible si lo miramos desde el prisma de los supuestos afectados, pero ¿han reparado en el hecho de que los españoles dejamos el Virreinato de Nueva España hacia 1821? ¿Se han dado cuenta de que ellos son los parias de la sociedad norteamericana y que viven en un entorno de derechos civiles de hojalata? En fin, la clave como en todo está en la educación, y en EEUU la educación básica con contenidos sustanciosos y 'sabrosones' brilla por su ausencia, y eso cuando no aparece un adolescente con ínfulas de Rambo.

El punto de vista es esencial para marcar la diferencia en las conclusiones.

En fin, “pabernos matao” …

Puedes apagar de un soplo una vela / Pero no puedes hacerlo con un fuego/ Una vez que la llama ha prendido / El viento hará que se extienda.

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