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Cómo sobrevivir al 'burnout' si no puedes dejar el trabajo
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PSICOLOGÍA Y MUNDO LABORAL

Cómo sobrevivir al 'burnout' si no puedes dejar el trabajo

La solución más rápida para acabar con la ansiedad que te produce un empleo pasa por dejarlo. ¿Qué otras opciones intermedias pueden existir?

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Estamos acostumbrados a leer artículos que hablan del 'burnout' como un trastorno mental cuya solución depende del trabajador. A fin de cuentas, es parte de lo que teóricos como Mark Fisher llamaron la "privatización del estrés": si estás quemado en el trabajo, seguramente sea porque careces de la motivación suficiente como para enfrentar la rutina, la negatividad te posee o, en resumidas cuentas, hay algo mal contigo. Y para poner solución a eso, solo hay una alternativa: el que tienes que cambiar eres tú, así que más te vale armarte de paciencia y fuerza de voluntad para contrarrestar ese malestar con iniciativa y actividades sanas que realizar en tu tiempo libre para volver a la senda de la productividad y del bienestar: 'mindfulness', yoga, clases de teatro... todo para no sentirte inútil y dejar a un lado la alienación que sientes en tu puesto de trabajo.

¿La solución más rápida? Deja el trabajo. Abandona toda esperanza de autorrealización y echa por tierra todos esos predicados de una vida de sacrificio en el que este sea el motor y base de tu existencia. De hecho, estas conclusiones no son para nada baladí; el año pasado asistimos al fenómeno de la Gran Renuncia, al menos en la esfera estadounidense, por el que miles de trabajadores, en su mayoría precarios, decidieron dejar sus puestos y empezar a pensar en otra vida diferente que no asumiera el empleo asalariado como el pilar de sus vidas.

Foto: Un trabajador cualquiera en un mercado laboral conocido. (Reuters/Vincent West) Opinión

Más allá de que esto forma parte de otra cultura (en España durante el otoño pasado se alcanzaron cifras de desempleo igual de inferiores que antes de la pasada crisis), la realidad de millones de personas en nuestro país cae por su propio peso: a no ser que tengas la suerte de que alguien te mantenga, amases una gran fortuna familiar, vivas de las rentas, no quieras independizarte o barajes otras opciones más radicales o imaginativas, es incompatible dejar el trabajo si quieres sobrevivir en esta jungla llamada capitalismo. Entonces... ¿Qué hacer?

Evidentemente, no hay una solución concreta para este problema tan acusado y general, pero a la vez tan particular. Cada caso y situación es un mundo, por el que no esperes que este artículo te ofrezca un remedio realmente efectivo contra el 'burnout' en caso de que no puedas abandonar tu empleo para centrarte en ti mismo y en las cosas que debes solucionar. Sin embargo, sí que hay ciertos ajustes de mentalidad que puedes realizar para sobrevivir y tomar cierta perspectiva sobre aspectos erróneos que puedas tener sobre la relación entre vida y trabajo. Y que en la medida de lo posible no caigan en esa "privatización del malestar" de la que hablaba Fisher. Aquí van algunos de ellos que te pueden inspirar, inspirados en un artículo de la periodista Lauren Vinopal en 'Mel Magazine'.

Encuentra un equilibrio vida-trabajo

Se trata de un principio aristotélico: la virtud radica en el punto medio. Si crees que el tiempo y el esfuerzo que te implica trabajar excede al tiempo y dedicación a otras actividades que son importantes para ti, sean útiles o no, lo mejor es que establezcas una balanza mental para que ambas esferas se equilibren. Puede darse el caso que cuanta más ansiedad te produzca el hecho de empezar la jornada laboral, más puedes perder el control una vez termine. Esto logícamente no es bueno, pues un exceso de ambos aspectos de tu vida conduce inevitablemente a un mayor hartazgo y agotamiento.

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Una de las mejores maneras de tener una relación trabajo-vida más o menos sana y equilibrada es realizar una profunda tarea de reflexión y organización. Tal vez necesites escribir tus sensaciones en un papel para comprender mejor cómo te sientes. Anota las cosas que te hacen sentir bien y mal e intenta establecer unos horarios para cada una de ellas. No porque algo te haga sentir mal debes eliminarlo y quitarlo de tu vida, evidentemente; pero sí que aprenderás a gestionarlo de una mejor forma si lo compensas o equilibras con aquellas otras actividades que te hacen sentir realizado. Aunque sea duro y exija paciencia, si no puedes tomar una decisión radical como viene a ser abandonar tu puesto de trabajo, lo mejor es que uses la prudencia, templanza y diligencia para equilibrar ambos aspectos de tu vida.

Realiza actividad física (pero no te obsesiones)

Es un hecho evidente que hacer actividad física sirve para reducir los niveles de estrés. Si no te presionas y tampoco te marcas unos objetivos que cumplir, puede ser muy útil para frenar el 'burnout'. No hace falta que salgas a correr hasta la extenuación o te apuntes a un gimnasio; tan solo bastará con unas flexiones o unos saltos en tu cuarto o en el exterior, así como andar en bici al aire libre.

Desconecta en tus vacaciones

Un exceso de planificación de tu tiempo de ocio o de las propias vacaciones puede hacer que sientas sensaciones parecidas a como si estuvieras yendo a trabajar. Ten la mente abierta a planes nuevos o improvisados. Y sin que tampoco te suponga un gran sacrificio económico, ya que eso añadiría más estrés o sentirías la necesidad de trabajar más aún para pagarte ese nivel de vida. Del mismo modo, está bien decir que no a planes que realmente no te apetecen, por muy atractivos que te parezcan. En este caso, depende de tu voluntad para querer hacerlos. Pero en ningún caso repitas el esquema mental de presión y organización que empleas a la hora de ir a trabajar en tu tiempo libre.

Comprende tus límites

Como decíamos en el párrafo anterior, muchas veces has de saber negar planes que no te convencen a pesar de que sean muy atractivos. Haz el ejercicio psicológico de intentar desentrañar qué es lo que verdaderamente necesitas en estos momentos de tu vida. Del mismo modo, has de hablar con la gente de tu entorno para saber qué es lo que esperan de ti o qué exigen, ya que una fuente de estrés puede ser el hecho de que no sepas ajustarte a las expectativas de los demás. De nuevo, encuentra ese equilibrio entre lo que tú demandas de ti mismo (descubriendo cuáles son las cosas que te hacen sentir bien o realizado) y lo que el resto de las personas que te rodean te piden. Lo que nos lleva al último punto.

Forja un espíritu de comunidad

La más importante de todas. Siguiendo a Fisher, a quien hemos mencionado al inicio de este artículo, muchas veces tendemos a pensar que nosotros y solo nosotros somos quienes debemos resolver nuestros problemas. Y el estrés, al ser una sensación muy individual que tiende, por cierto, a la individuación del individuo (valga la redundancia) a partir de ese pensamiento que te obliga a hacerte cargo de tus propios problemas como si no tuvieran una causa externa, puede conseguir que te separes de tu círculo de confianza, sintiéndote mal por ello.

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Por otro lado, no basta con estar cerca de tus seres queridos, pues todos en mayor o menor medida lo hacemos. Lo esencial es compartir un punto de vista común y unos retos compartidos. Uno en su soledad no puede vencer a los problemas, necesita de los demás. Y muchas veces la mejor forma de hacer frente a estos conflictos internos o externos es contrarrestarlos con un proyecto colectivo que les haga frente, ya sea de índole política, cultural o científica. Si te sientes parte de un movimiento de gente, aceptando a su vez tu individualidad y manteniendo unos límites para no verte influenciado demasiado por el resto, la sensación de abatimiento que genera el estrés de tenerte que enfrentar a todo solo será menos notoria e, incluso, podrá cesar con el tiempo.

Estamos acostumbrados a leer artículos que hablan del 'burnout' como un trastorno mental cuya solución depende del trabajador. A fin de cuentas, es parte de lo que teóricos como Mark Fisher llamaron la "privatización del estrés": si estás quemado en el trabajo, seguramente sea porque careces de la motivación suficiente como para enfrentar la rutina, la negatividad te posee o, en resumidas cuentas, hay algo mal contigo. Y para poner solución a eso, solo hay una alternativa: el que tienes que cambiar eres tú, así que más te vale armarte de paciencia y fuerza de voluntad para contrarrestar ese malestar con iniciativa y actividades sanas que realizar en tu tiempo libre para volver a la senda de la productividad y del bienestar: 'mindfulness', yoga, clases de teatro... todo para no sentirte inútil y dejar a un lado la alienación que sientes en tu puesto de trabajo.

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