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Muerte al mito: los caballos de los guerreros medievales eran en realidad ponis
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BABIECA, ROCINANTE, BUCÉFALO...

Muerte al mito: los caballos de los guerreros medievales eran en realidad ponis

Un nuevo estudio británico concluye que el tamaño de muchos de estos animales empleados en guerras era incluso más pequeño que el de una persona promedio

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme... había una vez un ilustre caballero llamado Alonso Quijano que tenía un caballo bravo llamado Rocinante". No, espera, así no comenzaba la historia. Recapitulemos: "En un lugar de la Mancha.... no ha mucho que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor".

La obra literaria más leída en el mundo entero después de la Biblia ya arrancaba con una frase que marcaba la intención de su autor, Don Miguel de Cervantes: desmitificar las novelas de caballerías. Lo hacía, puesto que en vez de describir los atributos de su protagonista principal en un tono ilustre y épico, como venía siendo frecuente en la literatura medieval, usaba el término "rocín" cuya definición es: "caballo de mala estampa y de poca alzada". Atrás quedaban los romances heroicos de guerreros históricos legendarios en la tradición castellana como el Cid Campeador, el cual precisamente derrotó a las fuerzas enemigas incluso una vez muerto, tal poderoso y diestro en batalla era; y lo hizo precisamente no por sí mismo, sino subido a quien era su otra mitad, aquella sin la cual no hubiera podido acrecentar las leyendas en torno a su figura: su fiel Babieca.

"Los caballos de guerra podrían haber sido relativamente grandes para su tiempo, pero eran mucho más pequeños de lo que esperaríamos en la actualidad"

Ahora, siglos después de la escritura del Quijote, podemos asegurar que Don Miguel de Cervantes no estaba siendo irónico en su descripción de la montura de un caballero cualquiera de la época, sino más bien realista. Un nuevo estudio publicado en la revista 'International Journal of Osteoarchaeology' ha concluido que la mayoría de los caballos que los guerreros medievales empleaban eran en realidad mucho más pequeños de lo que se nos ha venido a contar. Ni siquiera eran caballos, sino más bien ponis.

Animales heroicos, pero pequeños

"El caballo es un protagonista central de la guerra medieval, ya que funciona como un signo de estatus estrechamente asociado con el desarrollo de la identidad épica y como un arma más en las contiendas, famosa por su movilidad y valor de impacto, cambiando el sentido de las batallas", asegura Oliver Creighton, profesor de arqueología en la Universidad de Exeter y autor principal del estudio, en un comunicado de prensa recogido por la 'CNN'.

Foto: Fotograma de la serie 'Vikingos' en el que el rey Ragnar se dispone a hacer un águila de sangre. (HBO, 2013)

Para demostrar que la mayoría de los caballos no eran bravos ni tan grandes en tamaño, el equipo de científicos examinó 1.964 huesos de caballos ingleses caídos en batalla desde el año 300 al 1650 encontrados en 17 sitios arqueológicos geográficamente separados. Así, se dedicaron a comparar los restos óseos con los de los caballos modernos y actuales para comprender cómo cambiaron los animales a lo largo del tiempo, llevándose la sorpresa de que eran mucho más pequeños de lo que a simple vista podía parecer.

De media, los huesos de caballos propios de los períodos sajón y normando medían menos de 1,48 metros, lo que más o menos viene a ser el tamaño de un poni al tener una altura muy inferior a la de muchos humanos. El análisis también reveló que los caballos sufrieron una reducción del tamaño desde la época de los sajones hasta el período normando. Evidentemente, los datos están tomados de potros que cabalgaron en las islas británicas, pero podemos deducir que no eran muy diferentes que los ibéricos en el mismo período histórico.

"Rounces" y "trotters"

Además, el estudio sospecha que en caso de tener un portal para volver al pasado y mostrar los caballos de hoy en día a las gentes de la época, estos habrían sido percibidos como enormes por la población medieval. "Los caballos de guerra del medievo, como los corceles, podrían haber sido relativamente grandes para el período de tiempo en el que estuvieron, pero claramente eran mucho más pequeños de lo que esperaríamos para tales tareas en la actualidad", aseveró Alan Outram, coautor del estudio.

¿Qué importa el tamaño? Este fiel animal inseparable de su caballero seguirá teniendo el mismo honor y protagonismo mida lo que mida

Los caballos no solo sirvieron para luchar, evidentemente; tenían diferentes propósitos con connotaciones bélicas, como presentarles en exhibiciones y torneos. Los más altos servían para cargar contra los enemigos, pero los más pequeños, conocidos como "rounces" y "trotters", según el estudio, eran empleados para cubrir largas distancias durante las campañas militares. Lo que vendrían a ser ponis en la actualidad.

Otra de las conclusiones que arrojó el estudio es que algunos de los caballos medievales se usaban para otras tareas, como por ejemplo para obtener cuero o carne, ya que hay un menor número de huesos en los sitios arqueológicos medievales examinados que en los de la Edad del Hierro o los propios de la época del Imperio Romano. De confirmarse esta hipótesis en estudios futuros, las películas bélicas más taquilleras de nuestra época que tienen como escenario los tiempos medievales deberían actualizarse y disminuir el tamaño de tales corceles. De todos modos, ¿qué importa el tamaño? Este fiel animal inseparable de su caballero seguirá teniendo el mismo honor y protagonismo mida lo que mida.

"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme... había una vez un ilustre caballero llamado Alonso Quijano que tenía un caballo bravo llamado Rocinante". No, espera, así no comenzaba la historia. Recapitulemos: "En un lugar de la Mancha.... no ha mucho que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor".

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