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Cómo saber qué es lo que realmente deseas para 2022 (y hacer que se cumpla)
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Necesidad, carencias o anhelos

Cómo saber qué es lo que realmente deseas para 2022 (y hacer que se cumpla)

Ahora que arranca el año y los proyectos personales se reanudan, merece la pena reflexionar sobre si en verdad todos nuestros anhelos son nuestros. ¿O los ha diseñado alguien?

Foto: Fuente: iStock
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En una época en la que todos en mayor o menor medida hemos tenido que convivir con nosotros mismos al recortar nuestra vida social y pasar más tiempo solos en casa, hemos dispuesto de más tiempo de lo esperado -y posiblemente del deseado- para pensar en asuntos existenciales sobre nuestra vida. Además, si nuestra percepción del paso del tiempo es acelerada, seguramente hayamos reparado en que han pasado ya casi dos años desde aquel infame marzo de 2020 en el que todo cambió para siempre. Y ahora, nada más comenzar 2022, si echamos la vista hacia delante y no nos dejamos llevar por la nostalgia (esa pasión tan triste e inmovilista), es decir, somos un poco optimistas, no hay mejor faro para guiarnos que el del deseo y la pasión.

Todo el mundo tiene 'hobbies' y placeres a los que dedicar su tiempo libre. Algunos son más realizables que otros. Unos están en el plano ideal y a pesar de empeñar todo nuestro esfuerzo somos conscientes de que no se cumplirán. Sin embargo, tanto los más prometedores como los más imposibles conforman las aspiraciones de una persona en su futuro a medio y largo plazo. Nadie desea algo que sabe que no le va a venir bien. Y en una época en la que nos hemos acostumbrado a recibir tantas noticias malas, actos como imaginar o desear se convierten en importantes tesoros de los que no hay que desprenderse.

"El hombre es una criatura que no sabe qué desear, por lo que tiende a echar la vista a los de su alrededor para salir de dudas"

Precisamente, uno de los grandes males que atraviesa nuestra época es la imposibilidad de imaginar, ya no atisbar, un futuro o una alternativa a los grandes problemas que nos asolan hoy en día, sobre todo aquellos que tienen que ver con el sistema socioeconómico en el que estamos inmersos. Además, la progresiva infantilización de la población a lo largo de la pandemia (muchos pensadores y psicólogos en diferentes artículos tienen esta opinión) ha mermado la capacidad de pensar por nosotros mismos sobre qué es lo que nos conviene y a lo que queremos apuntar, sin caer en el miedo o la abulia. No obstante, nuestra forma de vida anclada en lo digital también está llena de trampas; a veces podemos llegar a dudar de si realmente lo que deseamos es auténtico (es decir, parte de un deseo personal y adquirido de manera natural y propia) o ha sido inducido por un infinito 'feed' de contenidos como parte del filtro burbuja de Google.

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Precisamente, si quieres responder a la pregunta formulada en el titular y salir de dudas de la manera más rápida, tan solo basta con iniciar sesión en tu cuenta de YouTube o de Amazon: ahí lo tienes. Pero si realmente quieres hacerte preguntas sobre lo que deseas y lo que necesitas sin aludir a productos de consumo, planes de ocio, conductas o estilo de vida, habría que reflexionar un poco más para profundizar en las distintas categorías que definen tus anhelos y cómo de preparado estás para hacerlos realidad.

Una distinción entre necesidad y deseo

A este respecto, cabe repasar cuál es la diferencia entre deseo y necesidad, ya que puede dar lugar a confusiones. Para ello, nada mejor que recurrir a la famosa pirámide de Maslow, la cual divide en cinco niveles la motivación de la conducta humana. En su base están las necesidades más básicas, siendo los dos primeros niveles aquellos aspectos que todos sin excepción necesitamos. El primero, relativo a la fisiología humana, que se podría resumir en las funciones vitales: nutrición, relación y reproducción. El segundo se refiere a la seguridad personal, física, de empleo, de recursos, de salud o de propiedad privada.

Aunque estos dos niveles pueden parecer muy básicos, muchas personas en el mundo no disponen de los atributos aquí referidos. Desgraciadamente, sigue habiendo hambre en el mundo, pero no hace falta irse al mal llamado Tercer Mundo para notar una carencia de algún aspecto de estos dos niveles. En nuestro país, muchas personas no pueden acceder a un trabajo digno que les confiera un lugar en la sociedad o, como mínimo, una vivienda en la que habitar.

"Nos encantaría que nuestros deseos provinieran de lo más profundo de nosotros mismos, pero siempre implican sentir la carencia de algo"

Los niveles tercero, cuarto y quinto estarían más orientados hacia los deseos personales. A este respecto, todos sentimos ansia de ser correspondidos y afiliados a alguien, ya sea en forma de amistad o de algo más allá. También poseemos un afán de reconocimiento, no solo por parte de los demás, sino por nosotros mismos, representado por nuestro nivel de autoestima. Y, por último, el nivel más alto sería el de la autorrealización, el cual contiene la capacidad para sobreponerse a los problemas que nos puedan surgir, nuestra creatividad o los principios que rigen nuestras acciones. Este solo puede cumplirse, según Maslow, cuando el resto de los niveles han sido alcanzados.

Una carencia, que no un anhelo 'puro'

Uno de los pensadores que pueden ser más útiles a la hora de desentrañar las claves que nos mueven a desear algo es René Girard. "Nos encantaría que nuestros deseos provinieran de lo más profundo de nosotros mismos", asegura en una célebre cita recogida por Luke Burgis, quien ha estudiado a fondo los mecanismos del deseo en distintos libros y ha publicado un artículo en 'Aeon' en el que recoge las tesis del pensador francés. "Pero si fuera así, no sería deseo. El deseo siempre implica sentir la carencia de algo". De ahí que el autor postulara la teoría de la mimesis, la cual argumenta que todo lo que pensamos, hacemos o en este caso deseamos se basa en un proceso social. Es decir, si anhelamos algo es porque otro lo tiene y nosotros no.

Puede que lo que deseas no sea auténtico ni propio, pero eso no quiere decir que no te puedas agenciar de ello

"El hombre es una criatura que no sabe qué desear", sostiene Girard, "por lo que tiende a echar la vista a los de su alrededor para salir de dudas". Precisamente, muchos de nuestros anhelos han sido previamente conseguidos por otras personas; más en una época en la que las redes sociales son la plataforma en la que se dan cita muchos sentimientos, entre ellos la envidia. El deseo tiene una naturaleza social para el filósofo, ya que evidentemente no podemos desear algo que no existe, por muy abstracto que sea. Aunque evidentemente los hay nada concretos (el deseo de ser amado o de encontrar a Dios si tienes un espíritu religioso, imposible no acordarse del poeta San Juan de la Cruz), todos son atributos que hemos visto en otras personas y queremos para nosotros: si existen es porque no los poseemos y alguien sí.

La visión de Girard peca de pesimista. Ya no solo por el hecho de que niega una naturaleza propia y auténtica del deseo, sino porque como tal, nunca lo podremos ver saciado. Antes era de otro, solo intentamos reapropiárnoslo o como mínimo imitar al sujeto que lo ha poseído antes que nosotros. Por lo tanto, nunca podremos cumplirlo, de ahí que vivamos en una espiral de frustración y deseos incumplidos.

placeholder El pensador francés René Girard. (Wikipedia)
El pensador francés René Girard. (Wikipedia)

Imagina que ves un vestido o un traje por redes sociales a una 'influencer' a la que sigues. Girard diría que en realidad no quieres esa prenda, sino ser la persona que la lleva puesta, por lo que cuando te llegue a casa y no te quede igual, ya sea por una cuestión de talla o de la forma del cuerpo físico que hay debajo de él, lo único que sentirás es un profundo pesar al ver que todo tu esfuerzo para conseguir ser esa otra persona ha sido en vano. Por otro lado, aunque te guste y al final te quede muy parecido a la persona a la que se lo viste puesto por primera vez, pronto ese deseo quedará obsoleto, pues acabarás aburriéndote de él y deseando otras más cosas.

Desear algo (y que se cumpla)

"Si lo cuentas, no se cumple", es una de las advertencias más comunes cuando formulas un deseo que llevas tiempo queriendo ver realizado. Evidentemente, si resulta muy importante para ti, es sensato actuar con discreción, ya no solo por el temor a que no se haga realidad y que todo el mundo sepa tus más privados anhelos, sino por guardar un respeto frente a aquello que deseas. Es posible que Girard fuera más allá y te aconsejara no contarlo por miedo a que sea replicado por otros, lo cual también podría suceder. Muchas veces la desilusión es más fuerte cuando nos afanamos por conseguir algo que a otra persona apenas le costó adquirir, y entonces tal vez no solo nos sintamos traicionados por ese ente ajeno en cuestión, sino por nosotros mismos al no saber guardar silencio sobre eso que tanto nos importaba.

Foto: Cartel de la película 'El Golpe' (1973), que contiene uno de los mejores giros de guion de la historia del cine (Fuente: Wikimedia)

Por otro lado, las teorías del pensador francés tienen un reverso positivo. Puede que lo que deseas no sea genuino o auténtico, pero eso no quiere decir que no te agencies de ello, es decir, te pongas manos a la obra para que sea tuyo. Así lo cree Burgis, quien dice que lo primero que debes hacer es pensar en los individuos que portan aquello que tanto anhelas para profundizar en por qué lo deseas tanto. Además, establece una escala entre deseos miméticos y no tan miméticos. Los primeros serían aquellos que vienen influenciados directamente por el entorno, como por ejemplo invertir en bitcoins después de ver que algún conocido tuyo está amasando una pequeña fortuna.

"Pies en la tierra, cabeza en el cielo"

Los segundos, en cambio, son más 'naturales', como por ejemplo formar una familia o encontrar a alguien especial con quien compartir la intimidad y el tiempo libre. Sí puede que lo hayas visto hasta la saciedad en películas, y por supuesto que el deseo de casarte y tener hijos con alguien de quien estés enamorado no sea tuyo, pero eso no quiere decir que no te sientas legitimado para obtenerlo. En cambio, en el primer caso, si nunca has estado metido en el mundo de las inversiones financieras y ahora de repente ves cuatro tutoriales en YouTube que te intentan convencer para que lo hagas y así serías como tu amigo... piénsalo dos veces.

Siguiendo este ejemplo, podemos establecer una racionalización de los deseos basada en lo muy o poco ajustados que están a nuestra trayectoria vital o personalidad. Así, podremos diferenciar entre aquellos que son más próximos a nosotros y los que pertenecen más a los demás y, por tanto, quedan muy lejos. Y sí, es más probable que se cumpla algo a lo que te sientes ligado o hacia lo que te proyectas en un futuro desde los ojos del presente, por muy complicado que sea, que lo que a simple vista parece más fácil y envidias de los demás. Aunque obviamente hay excepciones. Como decía una canción "pies en la tierra, cabeza en el cielo".

En una época en la que todos en mayor o menor medida hemos tenido que convivir con nosotros mismos al recortar nuestra vida social y pasar más tiempo solos en casa, hemos dispuesto de más tiempo de lo esperado -y posiblemente del deseado- para pensar en asuntos existenciales sobre nuestra vida. Además, si nuestra percepción del paso del tiempo es acelerada, seguramente hayamos reparado en que han pasado ya casi dos años desde aquel infame marzo de 2020 en el que todo cambió para siempre. Y ahora, nada más comenzar 2022, si echamos la vista hacia delante y no nos dejamos llevar por la nostalgia (esa pasión tan triste e inmovilista), es decir, somos un poco optimistas, no hay mejor faro para guiarnos que el del deseo y la pasión.

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