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La alucinación que te hace ver personas diminutas (y nadie sabe por qué)
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¿pesadilla o escena idílica?

La alucinación que te hace ver personas diminutas (y nadie sabe por qué)

En la década de 1900 un reputado psiquiatra reportó un sinfín de casos de personas que observaban algo así como arlequines enanos danzando ante sus ojos

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Te despiertas en medio de la noche y un grupo de personas liliputienses, al más puro estilo 'Los viajes de Gulliver', corren por tu mesilla. ¿Escena idílica o pesadilla psicotrópica? Podríamos concluir que más bien la segunda, aunque quizá a algunos les resulte divertido. Y no, no es parte de una película, sino que a algunas personas le sucede.

Se trata de una extraña afección conocida como 'alucinaciones liliputienses'.

¿Qué son?

A principios de la década de 1900, el psiquiatra francés Raoul Leroy se interesó por este tipo de 'avistamientos' similares a los pequeños habitantes de Liliput en la famosa novela de Jonathan Swift. Por supuesto, le resultó un increíble misterio de la mente que pedía a gritos una explicación científica. "Tales alucinaciones existen incluso aunque el paciente tenga una concepción normal del tamaño de los objetos que lo rodean", escribió hablando de un caso específico. "A veces ocurren solas y otras acompañadas de trastornos psicosensoriales".

Una mujer de 50 años con alcoholismo le informó de haber visto dos hombres del tamaño de un dedo fumando en pipa, sentados en lo alto de un cable de telégrafo, que amenazaban con matarla

Leroy logró curar a un puñado de casos notablemente diversos, que coincidían en algunas cosas: las visiones estaban vestidas con colores muy vivos y eran en su mayoría afables. Generalmente aparecían en grupos interactuando con el mobiliario (trepando sillas, pasando por las puertas, etcétera). Aunque no todas las experiencias fueron inofensivas, según informa 'Science Alert': una mujer de 50 años con alcoholismo le informó de haber visto dos hombres del tamaño de un dedo fumando en pipa, sentados en lo alto de un cable de telégrafo, que amenazaban con matarla.

El psiquiatra los interpretó como signos de enfermedades mentales en lugar de simples delirios, dignos de clasificar y diagnosticar para poder tratar afecciones subyacentes. Después, influidos por su trabajo, otros psiquiatras intentaron explicar este curioso fenómeno pero se limitaron en su mayoría a mencionar hipótesis no comprobables. Por ello quizá no figuran como criterio para ninguna enfermedad, sino que se consideran algo así como una peculiaridad del cerebro casi aleatoria.

El síndrome de Charles Bonnet es una excepción notable: es una enfermedad rara en la que se producen alucinaciones como resultado de la pérdida de la visión

El síndrome de Charles Bonnet es una excepción notable: es una enfermedad rara en la que se producen alucinaciones como resultado de la pérdida de la visión. No siempre aparecen alucinaciones relacionadas con personas liliputienses, aunque a veces se da el caso. También hay destellos de luz o formas geométricas. Un curioso estudio de 2021 descubrió que estas alucinaciones en pacientes con el síndrome aumentaron durante la pandemia. Y, en algunos casos, los liliputienses crecieron en proporciones a escala humana.

El historiador Jan Dirk Blom, de la Universidad de Leiden, ha realizado recientemente una extensa búsqueda sobre alucinaciones liliputienses que podían considerarse relevantes: "Durante los 80 y 90 la cuestión subyacente detrás de las alucinaciones se olvidó" escribió en un estudio publicado este año en 'Neuroscience & Biobehavioral Reviews'. Consiguió reunir un catálogo de 226 casos para comparar.

Catalogó diez grupos distintos donde los más destacados fueron la intoxicación por alcohol o medicamentos y las lesiones del sistema nervioso central

Aunque las experiencias eran muy variadas (había pacientes de tan solo cuatro años o de 90), tenían hilos en común: las alucinaciones vestían con ropas llamativas similares a las de los arlequines de circo, iban acompañadas de alucinaciones auditivas y tenían caras familiares para los que las experimentaban. El 97 por ciento de los casos eran proyectivos, aparecían en tres dimensiones y se relacionaban con la física del mundo real. También producían ansiedad en la mayoría de los que las sufrían (aunque un paciente deprimido afirmó que esas visiones eran la única alegría que le quedaba en la vida).

En cuanto a los diagnósticos clínicos, catalogó diez grupos distintos donde los más destacados fueron: intoxicación por alcohol o medicamentos, lesiones del sistema nervioso central y pacientes con síndrome de Charles Bonnet. Blom sugiere que una pérdida de información sensorial periférica podría significar que las partes del cerebro generalmente involucradas en el procesamiento de la información se desvían de la tarea, reuniendo los pequeños estímulos que pueden encontrar para tejer una escena fantástica y colorida.

También dice que podría ser algo así como una intrusión de sueños, donde las imágenes reprimidas aparecen mezclándose en la cotidianeidad con formas extrañas. Una mezcla de fenómenos neurológicos que se reinterpretan con sensaciones físicas mundanas, como esas moscas que flotan ante nuestros ojos. Lo que también señala el historiador es la lástima de que parezcamos más fascinados con las historias (la prominencia de elfos y diablillos juguetones en el folclore de todo el mundo lleva a que las visiones sean iguales en cualquier persona que las sufra, independientemente de su procedencia) que con las peculiaridades neurológicas en sí. Pero quizá algún día eso cambie y podamos entender más sobre nuestros cerebros.

Te despiertas en medio de la noche y un grupo de personas liliputienses, al más puro estilo 'Los viajes de Gulliver', corren por tu mesilla. ¿Escena idílica o pesadilla psicotrópica? Podríamos concluir que más bien la segunda, aunque quizá a algunos les resulte divertido. Y no, no es parte de una película, sino que a algunas personas le sucede.

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