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¿Qué hacer con los más de 1.000 millones de personas que seguirán fumando en 2025?
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¿Qué hacer con los más de 1.000 millones de personas que seguirán fumando en 2025?

Dejar de fumar es el gran reto de muchos fumadores. Pero conseguir vencer la adicción no es sencillo, y son muchos los que no consiguen abandonar dicho hábito

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Imagen: Pixabay.

Según la Organización Mundial de la Salud, fumar es la primera causa evitable de enfermedad, invalidez y muerte prematura en el mundo. Desde hace décadas, las autoridades sanitarias lanzan continuos mensajes instando a que se abandone el hábito de fumar, recordando que es la principal causa de buena parte de muertes por cáncer de pulmón y de más del 50% de enfermedades cardiovasculares. Pero estos mensajes no terminan de calar en la población: según estimaciones de la OMS, en 2025 seguirá habiendo más de 1.000 millones de fumadores en el mundo.

Se estima que 4,5 millones de españoles han intentado dejar el hábito y no lo han logrado.

Desde una perspectiva de salud pública, es esencial tener en cuenta que, aunque lo ideal es dejar por completo de consumir tabaco y productos con nicotina, abandonar el hábito no es tan sencillo. Según la FDA, casi el 70% de los fumadores adultos dicen querer dejar de fumar. En España, según la última encuesta EDADES, el 67% de los fumadores se ha planteado alguna vez dejar de fumar; de ellos, el 66% lo ha intentado. Y se estima que 4,5 millones de españoles han intentado dejar el hábito y no lo han logrado.

Aunque es esencial prevenir la incorporación de nuevos fumadores, además de conseguir que quienes ya tienen el hábito lo abandonen, cada vez se postulan más las iniciativas orientadas a reducir el daño de quienes no van a dejarlo. Es lo que se conoce como ‘tercera vía’.

Reducir el daño

Esta tercera vía, según se expone en el Libro Blanco de la Reducción de Daños por Tabaquismo, se apoya en “los productos que administran nicotina con o sin tabaco, pero cuyo uso no implica combustión y, por consiguiente, no suponen la inhalación de humo (cigarrillos electrónicos, tabaco oral, tabaco calentado y terapias de sustitución de nicotina)”. Se trata de productos diseñados para sustituir al cigarrillo o a otros productos de combustión y “reducir los efectos altamente tóxicos que estos generan, ya que no es la propia nicotina la que los provoca sino el humo generado por la combustión y, en concreto, la gran cantidad de sustancias tóxicas que el fumador inhala a través del humo”, apunta el Libro Blanco.

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Imagen: Pixabay.

En el centro del debate están la nicotina y la combustión. La Food and Drug Administration (FDA) describe la nicotina como “una sustancia química adictiva natural que se encuentra en el tabaco y que es la que hace que la gente siga fumando; es la principal sustancia adictiva en los cigarrillos y otros productos de tabaco, incluyendo la mayoría de los cigarrillos electrónicos”. Ahora bien, añade a continuación que, “aunque la nicotina tiene una serie de efectos tóxicos sobre el organismo, no es la causa principal del cáncer y otras enfermedades crónicas relacionadas con el tabaquismo. El humo de los cigarrillos contiene más de 7.000 sustancias químicas, incluidas más de 70 que pueden causar cáncer”.

¿Qué se puede hacer?

Cada vez son más los países que se han decidido por considerar herramientas de reducción del daño con el fin de que quienes no han conseguido dejar de fumar tengan la opción de cambiar a productos sin combustión. La idea clave que subyace es la de que son el humo y la combustión las principales causantes de las enfermedades ligadas al hábito de fumar.

  • Así, en Estados Unidos, La FDA se ha mostrado partidaria de que haya alternativas a los cigarrillos que entrañen un menor riesgo; entre estas alternativas, ha llegado a considerar el tabaco calentado como ‘apropiado para la protección de la salud pública’.
  • En Francia, tanto la Academia Nacional de Medicina como el Consejo Económico, Social y Ambiental contemplan que se facilite información sobre el cigarrillo electrónico.
  • En Reino Unido, que ha fijado en 2030 la fecha para convertirse en un país libre de humo, también se están impulsando campañas de concienciación en las que se explican las distintas herramientas disponibles para dejar de fumar, entre las que se encuentran cigarrillos electrónicos, medicamentos con prescripción, terapias de reemplazo de nicotina… Allí, se calcula que ha habido 50.000 abandonos del tabaco tradicional gracias a estas técnicas alternativas de administración de nicotina sin combustión.
  • En Nueva Zelanda, recientemente se ha aprobado un nuevo marco normativo que establece un tratamiento diferenciado a los productos del vapeo, al reconocer sus potenciales beneficios de menor riesgo en comparación con el cigarrillo.
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Imagen: EFE.

“Rebatir creencias erróneas en torno a las alternativas sin humo” es una de las claves de la web ‘Todos merecemos saber los hechos’, presentado por Philip Morris Spain, en el que se recoge que, si bien la mejor opción para un fumador es dejar de consumir tabaco y productos con nicotina por completo, “aquellos adultos que no lo hacen merecen tener información precisa acerca de las alternativas libres de humo y la ciencia detrás”.

En este sentido, señala que el humo, la combustión, es el principal problema, y que “eliminar la combustión significa que los niveles de sustancias químicas dañinas generadas pueden reducirse significativamente en comparación con el humo del cigarrillo”.

Según la Organización Mundial de la Salud, fumar es la primera causa evitable de enfermedad, invalidez y muerte prematura en el mundo. Desde hace décadas, las autoridades sanitarias lanzan continuos mensajes instando a que se abandone el hábito de fumar, recordando que es la principal causa de buena parte de muertes por cáncer de pulmón y de más del 50% de enfermedades cardiovasculares. Pero estos mensajes no terminan de calar en la población: según estimaciones de la OMS, en 2025 seguirá habiendo más de 1.000 millones de fumadores en el mundo.

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