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Revolución con hilo y aguja: la historia de la espía Policarpa Salavarrieta
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Costurera y revolucionaria

Revolución con hilo y aguja: la historia de la espía Policarpa Salavarrieta

También conocida como "La Pola", esta joven se convirtió en una figura eterna en la historia de Colombia

Foto: Fuente: Wikipedia
Fuente: Wikipedia

“¡Gente indolente! ¿Cuán diferente sería vuestro destino hoy si supierais el precio de la libertad? Aún no es muy tarde. Mirad que, aunque joven y mujer, tengo el valor más que suficiente para sufrir esta muerte y mil más. No olvidéis mi ejemplo”, fueron las últimas palabras de Policarpa Salavarrieta antes de ser asesinada por colonos españoles en Bogotá. Aunque le impidieran seguir pronunciando, el eco de esta colombiana ha significado la libertad identitaria de un país.

Era 1817, y por entonces la actual Colombia estaba marcada por el asedio de España que la bautizó como “Nueva Granada”, una más de las colonias en el ideario del imperio español. Bajo aquel virreinato, Policarpa nació en el municipio de Guaduas, en la región de Cundinamarca, entre 1790 y 1796. Pero, en realidad, ningún dato ha podido ser comprobado. Para entonces, el territorio estaba experimentando una ola de movimientos revolucionarios contra España.

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A comienzos del siglo XIX, la reivindicación era una ola que emanaba de toda América Latina. La independencia era un grito común tomando forma. El 20 de julio de 1810 Bogotá había creado su junta, y aunque juró fidelidad al rey Fernando VII, reclamó autoridad total para gobernar sin la sombra de España.

Hilvanando un devenir social

La historia de Policarpa Salavarrieta está inscrita en los años posteriores, cuando la respuesta fue la negación y la contrarrespuesta la lucha armada que comenzó en 1815 y durante cuatro años. Unas 300 personas fueron ejecutadas por el ejército español en ese tiempo.

También conocida como "La Pola", esta joven se convirtió en una figura eterna en la historia de Colombia. Costurera, revolucionaria y espía, a través de la aguja y el hilo comenzó a hilvanar y coser el devenir del movimiento de resistencia.

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Fuente: Wikipedia

Con solo 15 años, Policarpa comenzó a vigilar a las personas para las que cosía y confeccionaba ropa, por lo general afines al régimen colonial y mujeres de comandantes y otros cargos enviados por Fernando VII. Así, transmitía los planes de los ricos leales a los grupos rebeldes locales. Una joven tranquila y aparentemente tímida, esa era su imagen, la misma que supo emplear para pasar desapercibida en la transmisión de mensajes, tanto de forma oral como escrita, ya que también robaba las cartas de las mismas casas de aquellos leales para los que trabajaba.

Que la libertad triunfara

Sin embargo, a pesar de su popularidad, los historiadores saben más bien poco sobre su vida más allá del recuerdo transmitido de generación en generación. "Buena parte de la información es supuesta, aunque ha sido divulgada como certera, y paradójicamente solo tenemos conocimiento bien documentado de sus últimos días, antes de su trágica muerte. Tanto la fecha como el lugar de su nacimiento son hasta ahora lucubraciones", sostiene la antropóloga y experta en Estudios Latinoamericanos Beatriz Castro Carvajal en la revista 'Credencial'.

Tras quedar huérfana, en 1817, se trasladó a Bogotá acompañada de su hermano para infiltrarse en las filas de leales aún más influyentes. Llegó a la ciudad con cartas de líderes revolucionarios como Ambrosio Almeyda para ganarse el favor de la cabecilla de los espías locales, Andrea Ricaurte. Lo hizo. Desde casa de Ricaurte, donde se instaló como en una guarida de apoyo mutuo bajo el acecho de los colonizadores, continuó con su labor de espionaje de costura. “Llevaba comida a escondidas a los prisioneros, confeccionaba uniformes para guerrilleros e incluso distribuía armas a las fuerzas rebeldes”.

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Fuente: Wikipedia

Ponía disimuladamente el oído cerca de las señoras de los llamados realistas para escuchar noticias y averiguar movimientos, armamentos y órdenes de las tropas enemigas, para que así los guerrilleros colombianos triunfaran en las emboscadas. Otras de sus actividades fueron recibir y mandar mensajes de la guerrilla de los Llanos, comprar material de guerra y convencer y ayudar a jóvenes a unirse a los grupos que luchaban por la libertad del pueblo colombiano.

Actividades prohibidas

Pero además, participaba de otras actividades relevantes, asegura Martha Elisa Lux Martelo, doctora en Historia y editora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes a la BBC. Según sostiene Lux, "en Santafé educaba y enseñaba a niños, una actividad que estaba restringida, no podía hacerlo cualquiera". De hecho, ella lo hacía sin autorización, a lo que la historiadora añade que también se dedicó a elaborar aguardiente (algo que estaba prohibido si no se contaba con los permisos necesarios) para financiar las actividades insurgentes.

Su racha de buena suerte llegó a su fin cuando Alejo Sabarain, guerrillero revolucionario y posible amante de Policarpa, entonces de 20 años, fue arrestado por espionaje y encontrado con cartas que la implicaban en la red de espías. Fernando había retomado el trono de España en 1814, por lo que se mostró bastante inflexible en la erradicación de cualquier amenaza de independencia dentro de sus colonias y envió a sus soldados a transmitir el castigo final a cualquier culpable de traición a la corona.

Cuando la policía llamó a la puerta de Ricaurte, Policarpa hizo un último aporte a la causa quemando toda la documentación que pudiera haber implicado a alguien más en la casa, salvando así al resto de la red de espías, antes de entregarse a las autoridades españolas. La llevaron a la prisión improvisada de la Universidad del Rosario, un símbolo ominoso del rumbo del país, y la sentenciaron a muerte por un pelotón de fusilamiento. Cuando lo llevaron al patio junto a Sabarain y otras cinco personas ante una multitud el 14 de noviembre de 1817, Policarpa gritó la causa de la independencia por última vez.

placeholder Fuente: Museo Nacional de Colombia (vía Google Arts and Culture)
Fuente: Museo Nacional de Colombia (vía Google Arts and Culture)

Ver la destrucción de la tiranía

En vez de repetir lo que decían los religiosos, no hacía sino maldecir a los españoles y encarecer su venganza. Al salir a la plaza y ver al pueblo reunido para presenciar su fusilamiento, gritó la valentía de morir por la libertad de la patria. Al subir al banquillo, se le ordenó ponerse de espaldas, porque debía morir así por traidora; Policarpa solicitó morir de rodillas, considerando que esta era una posición más digna de una mujer. Su cuerpo no fue expuesto en las calles, como el de sus compañeros también fusilados con ella, por ser cuerpo femenino. Sus hermanos sacerdotes lo reclamaron y sepultaron en la iglesia del convento de San Agustín.

La ejecución de Policarpa, mujer joven, por un crimen político, movió a la población en general y creó una mayor resistencia al régimen impuesto por Juan Sámano. Si bien muchas mujeres fueron igualmente asesinadas durante la ocupación española, el caso de la Pola cautivó la imaginación popular. Su muerte inspiró a poetas, literatos y dramaturgos para inmortalizar su final funesto. Versos y poemas circularon rápidamente después de su ejecución.

En la actualidad, el 14 de noviembre el país reivindica el Día Nacional de la Mujer Colombiana, una celebración que es ley: en 1967, año del sesquicentenario de la muerte de Policarpa, el Congreso colombiano aprobó una norma para que así fuera. En el texto de la norma los legisladores la llaman "heroína nacional", aquella que dijo: "Sabed que no llevo a la tumba otro pesar que no sea ver la destrucción de la tiranía y el establecimiento de las banderas de la independencia".

“¡Gente indolente! ¿Cuán diferente sería vuestro destino hoy si supierais el precio de la libertad? Aún no es muy tarde. Mirad que, aunque joven y mujer, tengo el valor más que suficiente para sufrir esta muerte y mil más. No olvidéis mi ejemplo”, fueron las últimas palabras de Policarpa Salavarrieta antes de ser asesinada por colonos españoles en Bogotá. Aunque le impidieran seguir pronunciando, el eco de esta colombiana ha significado la libertad identitaria de un país.

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